Con su discurso, el crimen se asume como “alternativa al Estado”

19 de Mayo de 2024

Con su discurso, el crimen se asume como “alternativa al Estado”

alternativa al Estado

Un estudio de la Universidad de Washington alerta que los mensajes de la delincuencia buscan erosionar la imagen de las autoridades, al exaltar el orgullo comunitario, proveer servicios y garantizar la paz

Las “narcomantas”, los mensajes en redes sociales y la divulgación de servicios a la comunidad no son actos aislados de propaganda de las organizaciones criminales, y no tienen como único objetivo hacer notar su fuerza y predominio sobre ciertos territorios. Una nueva investigación de la Universidad de Washington DC sugiere que los cárteles mexicanos están desplegando una estrategia de comunicación para legitimarse como una “alternativa viable al Estado”.

“El nuevo discurso proyectado por los grupos de la delincuencia organizada se está agravando y volviéndose peligroso para la supervivencia del Estado. Este discurso está creando una identidad en la que las bandas delictivas son vistas como una alternativa viable al Estado en numerosos ámbitos de la vida, como la distribución de bienes y servicios, así como la seguridad y el orgullo comunitario”, apunta la investigación titulada “Los grupos del crimen organizado y su discurso en México”.

Realizado por Chase Whitehouse, investigadora de la Universidad de Washington DC y editora de la Revista de Asuntos Nacionales y Globales de la Universidad Americana, el trabajo plantea que el objetivo de los esfuerzos comunicativos de los cárteles mexicanos es mostrar al Estado como “indigno de confianza y corrupto”, lo que permite que este discurso se extienda entre los ciudadanos que se sienten desprotegidos por gobiernos locales y federales.

“Este discurso crea una cultura en la que la violencia es un acto de rebelión aceptable contra los actores estatales corruptos y los delincuentes inferiores”, escribe la autora, quien destaca que la narrativa criminal tiene más probabilidades de diseminación en las comunidades rurales del país.

El 3 de junio de 2023 circuló por las redes sociales un video con un mensaje atribuido a Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, máximo dirigente del Cártel Jalisco Nueva Generación —junto con el Cártel de Sinaloa, la organización criminal más violenta, con mayor presencia en el territorio nacional y con más redes de distribución en el mundo—, en el que dice buscar reestablecer la paz en Michoacán y combatir a los extorsionadores.

“Subieron un comunicado a las redes donde me piden que me una o haga una paz con los grupos que están en contra de El Migueladas, del Viagras y El Tena. Me gustaría hacerlo si son de diálogo y cumplan para tener un Michoacán como antes, cuando andaba su servidor allá, cuando no se molestaba a los agricultores, comerciantes y empresarios. Yo estoy para lograr una paz para el estado de Michoacán y así lograr la tranquilidad que tanto anhela la ciudadanía”, dice en el video el presunto Mencho.

“Y le reitero al gobierno: este pleito no es contra ustedes, es en contra de los cobra-cuotas, que están contra la ciudadanía y no los dejan trabajar. Les deseo paz y tranquilidad que tanto desean todos los ciudadanos del estado de Michoacán. Se los dice su amigo y paisano Mencho Oseguera”, concluye la grabación.

Para Chase Whitehouse, este tipo de mensajes comprueba que estos grupos criminales se erigen como “guardianes de la paz”, una función que le corresponde a las autoridades legalmente constituidas.

“Se definen a sí mismos como guardianes de la comunidad y protectores de la paz, reemplazando al Estado, y al mismo tiempo calificando al pueblo como miembros de facto de la familia para reprimir la competencia criminal. Esta narrativa indica la comprensión de los grupos de la delincuencia organizada como sobre las estructuras institucionales y muestra un deseo de aprovecharlas para ganarse la confianza del público”, dice el estudio.

Según la investigación de la Universidad de Washington DC, los cárteles mexicanos se han esforzado por proteger a las figuras sociales más apreciadas por la población, lo que incluye la reprimenda pública de la violencia contra actores sociales protegidos como el clero, los médicos, los maestros de escuela y “cualquiera que se dedique a la religión”.

“Este discurso enmarca a los grupos de la delincuencia organizada como los protectores de las clases sociales más sagradas de México. La mención de sacerdotes y maestros de escuela i fluye directamente en las actitudes de la mayoría de los mexicanos”, plantea la autora.

En enero pasado, la organización International Crisis Group publicó el reporte titulado Miedo, mentiras y lucro: el uso de las redes sociales por los grupos criminales en México, donde se plantea que las organizaciones criminales utilizan las plataformas para difundir información que los hace ver como protectores.

“Son comunes los videos de grupos criminales distribuyendo ayuda (‘narcodespensas’) a los ciudadanos tras el Covid-19 y desastres naturales. Por ejemplo, el CJNG distribuyó alimentos y suministros durante la pandemia en varias ciudades, así como en zonas rurales pobres de cinco estados mexicanos, etiquetó las cajas de ayuda con el nombre del grupo y publicó fotos en línea, un claro esfuerzo por aumentar su influencia en una época de tensión sobre la atención y los recursos oficiales”, se lee en el informe.

Al respecto, el documento de Whitehouse explica que los relatos sobre la distribución de bienes sirven como la “antítesis de la violencia” que enfrentan las comunidades locales a manos de los cárteles.

“Los grupos criminales parecen estar intentando obtener apoyo público o justificación para sus campañas violentas, al tiempo que se esfuerzan por intervenir cuando existe la percepción de que el gobierno no lo está haciendo. Quizás el mejor ejemplo de esto sea la movilización registrada contra los efectos de la pandemia de Covid-19, mediante la distribución de ayuda humanitaria a las comunidades afectadas bajo el control de los grupos delincuenciales”, expone.

La publicación del estudio de Whitehouse coincide con la recta final del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien caracterizó su estrategia de seguridad y de combate al crimen organizado con la frase “abrazos, no balazos”, lo que ha sido ampliamente criticado por funcionarios y congresistas de Estados Unidos, que ven una actitud pasiva y permisiva en el esquema del mandatario mexicano.

“Con los grupos de la delincuencia organizada actuando como un espectro sobre la sociedad mexicana, el estudio serio de este problema es más pertinente ahora que nunca”, señala el ensayo.

“El efecto que tienen los grupos criminales en la sociedad mexicana, sus mensajes, los discursos e identidades creados tiene enormes implicaciones para México y la región. Durante más de una década, el gobierno mexicano ha ido perdiendo constantemente la confianza de los gobiernos extranjeros y de su propio pueblo a medida que esta crisis no ha hecho más que empeorar”, enfatiza la autora en sus conclusiones.

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