Conversación sobre una Venezuela esperanzada y en desgracia

11 de Diciembre de 2024

Omar Hurtado
Omar Hurtado

Conversación sobre una Venezuela esperanzada y en desgracia

Omar-Hurtado_web_

La cuestión es cómo sacar al tirano Nicolás Maduro -dice mientras absorbe un trago de café-, quien tiene el apoyo del alto mando militar y donde radica la verdadera fuerza, a lo que se agregan estructuras criminales afincadas en los sectores militar y público del denominado Cártel de los Soles y de países aliados como Cuba, China, Irán y Rusia, arraigados en Venezuela con fines geoestratégicos, de inteligencia, militares y financieros.

Países como Bolivia, Nicaragua y Honduras y varios caribeños que reciben petróleo venezolano a bajo costo, también manifiestan respaldo al régimen venezolano y le proporcionan oxígeno, hablemos de Bahamas, Barbados, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Saint Kits y Nevis y Trinidad y Tobago, agrega.

Es obvio que nos encontramos frente a una dictadura, de un opresor que aspira a un tercer mandato, mediante una elección de Estado fraudulenta, donde se autonombró vencedor sin respaldo electoral real, en un esquema chavista impuesto hace 25 años, por el dictador Hugo Chávez.

Es evidente que la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hacia su contraparte Nicolás Maduro es de respaldo, en un contexto de afinidad ideológica y personal, y no de una política exterior de Estado, como debería ser, y del interés nacional de México. A lo que se suma una Cancillería mexicana ausente, sin voz ni voto.

Si bien primeramente el presidente mexicano se incorporó a los esfuerzos que estaban realizando Brasil y Colombia para solucionar la crisis venezolana, que tradicionalmente han sido aliados del chavismo, hoy se ha separado del grupo bajo el argumento del principio de no injerencia en asuntos internos, usualmente utilizado por AMLO a conveniencia ideológica (léanse las crisis en Bolivia, Ecuador y Perú).

AMLO siempre ha sentido empatía hacia el chavismo y hoy se pronuncia por la decisión de las autoridades electorales venezolanas, cooptadas por el chavismo, como una solución a la crisis. Es claro que no le interesan los derechos humanos ni las democracias.

Podrían parecer agresivos algunos adjetivos que he utilizado, asevera mi amigo, pero no he encontrado otros más adecuados y representativos por la gravedad del asunto en torno a la violación a los derechos civiles, democráticos y humanos que pueden agudizarse, sólo dignos de barbajanes. Ante la insolencia del presidente venezolano y los indicios electorales disponibles, todo indica una clara derrota al partido oficialista y la intención de usurpar la presidencia. La transición democrática podría frustrarse -como señalé anteriormente en este apreciado ejecentral- ante soluciones tardías y el desgaste de la oposición, le digo.

La tiranía no ha encontrado otro camino para mantenerse en el poder, más que la represión y la persecución política para infundir terror y silenciar a la ciudadanía. Las manifestaciones han sido reprimidas no solamente por las fuerzas de seguridad del Estado, sino también por los violentos grupos armados de choque denominados “colectivos”, lo que ha causado pérdida de vidas, así como el uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y persecución judicial. Se ha intensificado la agresión a la prensa, a la detención de periodistas acusados de “instigación al odio” y “terrorismo” y hacia los medios digitales.

Es urgente definir los resultados electorales, restablecer el orden democrático y el Estado de derecho; garantizar el equilibrio de poderes que se encuentran secuestrados por la dictadura; garantizar los derechos humanos y políticos de la población; respetar las garantías judiciales y el debido proceso; contener la violencia hacia la oposición y liberar a los detenidos por cuestiones políticas. El camino de la crisis venezolana aún es espinoso, lamenta mi amigo. En verdad, la eventual permanencia de Maduro en el poder sólo exacerbará la crisis venezolana, no hay vuelta de hoja, concluyó.