Crecen ataques contra mujeres periodistas

19 de Abril de 2024

Crecen ataques contra mujeres periodistas

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Este artículo escrito por la representante de Reporteros sin Fronteras en México para ejecentral no sólo es una denuncia del peligro que persiste y se expande, sino también un recordatorio de que las autoridades mantienen en la impunidad los crímenes y desapariciones de las periodistas

De 2005 a la fecha han sido asesinadas en México 15 mujeres periodistas y dos se encuentran desaparecidas. A ellas también debemos recordarlas este 8M, porque su

voz, su pluma, su trabajo diario, tenaz y perseverante dejaron un vacío en la sociedad, en su medio, en su comunidad, y hoy algunas de estas regiones donde ellas ya no están se han convertido en zonas de silencio como consecuencia de estos crímenes.

De los 50 asesinatos de periodistas ocurridas en el mundo en 2020, dos eran mujeres, de acuerdo al informe anual de Reporteros Sin Fronteras. Una de ellas fue María Elena Ferral Hernández, corresponsal del Diario de Xalapa, 30/03/2020, asesinada en Papantla Veracruz, tras haber denunciado semanas antes los crímenes cometidos por un grupo político en la zona norte de aquel estado.

En México las mujeres periodistas han aportado su cuota de sangre a este rosario interminable de asesinatos y agravios a la prensa (más de 150) a lo largo de dos décadas. La lista que integran estas mujeres a quienes hay que nombrar para no olvidar son:

Norma Sarabia Garduza, corresponsal de los periódicos Presencia y Tabasco Hoy, asesinada en la puerta su domicilio, en Huimanguillo, Tabasco, y cuyos victimarios siguen libres (11/06/2020). Lo que nos lleva a recordar el caso Mirsolava Breach, corresponsal de La Jornada, que nos dejó como legado, que el “silencio es complicidad”, asesinada en Chihuahua,

(23/03/2017); antecedida por el asesinato de Regina Martínez, (28/04/2012); que nos dejó como ejemplo su trabajo tenaz y perseverante en su natal Veracruz.

No podemos dejar de mencionar a Yolanda Ordaz de la Cruz, reportera de Notiver, asesinada después de salir de su domicilio y tras cuestionar días antes al fiscal de Veracruz sobre la falta de resultados en el caso Milo Vela, (26/07/2011). Cómo olvidar a María Elizabeth Macías Castro (29/09/2011) y María del Rosario Fuentes Rubio, (15/10/2014); ambas twitteras que hicieron de las redes sociales un espacio para hacer escuchar su voz en Tamaulipas, un estado convertido en una zona de silencio para la prensa desde hace más de una década.

Cómo no recordar a la periodista Anabel Flores Salazar, a la que le fue arrancada su bebé (9/02/2016), para después ser localizada sin vida en un paraje solitario a las afueras de Orizaba en Veracruz. También recordamos a Teresa Martínez Sánchez y Felicitas Martínez, de La Voz que Rompe el Silencio, mujeres de origen indígena que dieron voz a su comunidad; emboscadas ambas (7/04/2008), en San Juan Copala, Oaxaca.

No podría dejar de mencionar a Leslie Ann Pamela Montenegro del Real, “La Nana Pelucas”, que a través de su sátira política en su medio digital SinCensura, criticó a políticos y autoridades en Guerrero, Acapulco (5/02/2018).

Y Dolores Guadalupe Escamilla, periodista de Estéreo 91 XHNO, que fue baleada por un sicario a las puertas de la estación de radio donde trabajaba en Nuevo Laredo, Tamaulipas (16/04/2005).

Los casos más graves son los de las periodistas desaparecidas. María Esther Aguilar Cansimbe, corresponsal del periódico Cambio en Michoacán (11/11/ 2009), desaparecida hace 12 años en Zamora, Michoacán y de quien hasta la fecha las autoridades locales y federales, siguen sin dar resultados de su paradero, al igual que de Adela Jazmín Alcaráz López, desaparecida en San Luis Potosí (26/10/2012).

La historia de agravios a las mujeres y al periodismo no termina aquí; los ataques hacia ellas se mantienen de manera constante. En 2020, la organización Artículo 19 registró un total de 207 agresiones a mujeres periodistas, 47.3% (bit.ly/3vnAetA). Lo que representa que los ataques hacia las periodistas en el ejercicio de su libertad de expresión tuvieron un grave ascenso en comparación a 2019 cuando se registro un 27.42%; siendo en este año las amenazas 38 casos, el bloqueo o alteración de contenido 35 y el de hostigamiento e intimidaciones 60 las que prevalecieron.

Otro dato interesante es el que nos arrojan las estadísticas de agresiones registradas y traducidas en delitos que ha recibido la Fiscalía Especial de Atención a Delitos cometidos contra La Libertad de Expresión (FEADLE), en su reporte sobre indicadores con perspectiva de género a diciembre de 2020. La FEADLE refiere que de “los 1,369 expedientes iniciados de julio de 2010 a la fecha por agresiones a periodistas, sólo 296 expedientes son investigaciones en las que se encuentran involucradas víctimas directas mujeres, con un registro de 48 víctimas que corresponde a 44 expedientes”. Y señala que de

245 casos donde se ejerció acción penal en este período, el 43 (17%) corresponde a

casos donde las víctimas directas fueron mujeres y una sentencia.

Los principales delitos denunciados por las mujeres de acuerdo al registro

FEADLE fueron amenazas 59.1%; seguido por privación ilegal de libertad; 6.8%; abuso de autoridad, allanamiento de morada, homicidio, daño en propiedad ajena y acceso ilícito a equipos informáticos que representan un 4.5% cada uno. Además de los delitos de robo, lesiones, tortura, tentativa de homicidio, intervención de comunicaciones privadas en

2.3% en cada uno de estos. Los estados donde más se ataca a mujeres periodistas son Ciudad de México con 16%, Veracruz 6.6%, Sonora con 5% y Quintana Roo con 3.3%, entre los primeros lugares.

Es muy grave que el reporte de amenazas sea el más alto, igual que el de privación ilegal de libertad, por el impacto que representa en las mujeres y su entorno. Ambos delitos no sólo inhiben la libertad de expresión, atentan contra la integridad física y psicológica. Ejercer la labor periodística en este contexto es inaceptable.