Cada año, hasta el antepasado, la fiesta de cumpleaños de Antonio Chedraoui, arzobispo metropolitano de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe, era el evento político del año. Financiado siempre por Juan Francisco Ealy Ortiz, el propietario de El Universal y acompañado permanentemente por el cardenal Norberto Rivera, a su festejo llegaban gobernadores, secretarios de Estado, diputados, senadores, empresarios y todos aquellos que necesitaban dejarse ver en público con los más poderosos del país. La fiesta ya no se hace desde el año pasado, no por falta de dinero ni de quórum, aunque es cierto que en las últimas celebraciones ya no se vio el músculo de antaño, sino porque el obispo Chedraoui se encuentra muy enfermo. Dicen los que saben que Chedraoui, quien tiene 86 años, está atendiéndose en Houston, y que su estado, si bien no es grave, es bastante delicado. No hay ninguna celebración que remplace lo que fueron los cumpleaños de Chedraoui, cuyo ocaso también será el de un México que está en agonía.