El reclamo de la Mixteca

28 de Abril de 2024

El reclamo de la Mixteca

En el corazón del sismo del 19 de septiembre, la gente reconstruyó sus casas como pudo. En algunas comunidades la ayuda fue desbordante, en otros puntos como Ayoxuxtla, parece que el tiempo se detuvo después del terremoto

“¿Para qué construimos de nuevo si puede venir otro sismo y nos termina de joder?”, dice Esther, la cocinera que vende carne y vísceras de cerdo sancochadas en la plaza de Ayoxuxtla, municipio de Huehuetlán el Chico, Puebla, el epicentro del terremoto del 19 de septiembre.

Poco ha cambiado Huehuetlán el Chico desde las horas posteriores al terremoto. Las familias han ahorrado un año completo y, como si fuera una mala broma, “muchos esperamos a que pase el 19 de septiembre para aventarnos a construir”. En la casa de Dolorosa Espinoza, sólo se levantó una pared “para dormir apretados”.

En Izúcar de Matamoros la vocación comercial del municipio, orilló a los locatarios a dejar sus antiguos locales para reiniciar su empresa. El avance es lento en edificios antiguos del municipio, su reconstrucción es especial y costosa. De 38 iglesias y conventos del municipios, sólo una parroquia ha sido rehabilitada.

“Todo el año ahorramos para ver si nos alcanzaba. Yo le vendo comida a unos albañiles que reconstruyen la escuela del pueblo y con eso, ahí la llevamos”, cuenta aquella mujer robusta, a quien se le distinguen mejor las canas que en septiembre de 2017.

Caminar por el pueblo no es fácil desde que inició la crisis por los mensajes de texto que circulan en los celulares, advirtiendo sobre presuntos robaniños. Aunque no hay señal telefónica en Ayoxuxtla ni internet ni redes sociales, el rumor es un eco que atraviesa los cerros por los que hace 107 años escapó Emiliano Zapata.

En la cuna del zapatismo sí están dispuestos a levantar las armas, pero no para luchar por la reconstrucción. Aquí “si entra cualquier extraño a querernos fregar, yo ya le dije a mi marido que lo tenemos a matar”. Es el discurso más repetido por estos lares, la ausencia del Estado los llevó a defenderse en comunidad.

¿Quién pregunta por la reconstrucción? Pocos hablan con esperanza de la reconstrucción del pueblo. El museo del Plan de Ayala, donde fue promulgado, fue vaciado y el techo está apunto de desvencijarse. Mientras que los ladrillos de adobe de la Presidencia Auxiliar se hacen lodo con cualquier lluvia.

Izúcar de matamoros| 8 de septiembre Los edificios en la región fueron construidos con adobe y piedras y repellados con cementos. Los locales sólo han sido apuntalados.

Es fácil observar casas reconstruidas desde las heridas que dejó el sismo. Las grietas en forma de “equis” fueron rellenadas burdamente con bloc y cemento.

En otros casos, el dinero sólo alcanzó para reciclar las tejas y fijarlas con cemento a una estructura de metal. En otras viviendas se cambió la teja roja por láminas de metal que no tienen ni un árbol alrededor que controle la temperatura de la casa.

Apenas si se ven cuatro albañiles en el pueblo que trabajan para una casa de dos pisos. Llegar hasta este lugar toma casi una hora y casi 200 pesos, porque no hay transporte colectivo que llegue hasta acá, eso afecta el traslado de materiales de construcción y la contratación de mano de obra para el pueblo.

“Por eso es tan difícil reconstruir acá. ¿Quién te apoya? ¿Quién se hizo cargo que no nos subieran al doble los precios de cemento y varilla? Tanto asalto, tanta inseguridad en esta zona”, dice Esther, mientras menea el guisado que se recalienta en la lumbre.

La esperanza se encuentra en los sembradíos de maíz, cacahuate y jamaica, los principales productos que se cultivan en esta zona de la mixteca poblana. Se espera que este año la cosecha produzca y “acomplete” a las familias para terminar su hogares o reiniciar con la vida comercial entre los habitantes.

Estos pequeños pueblos, eran asediados por los candidatos a las diputaciones locales y federales, por la renovación de los ayuntamientos, la gubernatura y la presidencia. Todos los partidos prometieron la reconstrucción del pueblo.

AYOXUXTLA | 8 de septiembre El fondo federal para damnificados alcanzó sólo para reciclar tejas y pegarlas con cemento a una estructura metálica. Las paredes lucen igual.

“Aquí todos dijeron que iban a poner lo que falta. Que la iglesia iba a estar bonita, que el museo iba a ser puesto en marcha, que la presidencia se volvería a hacer. Después de las elecciones nadie regresó, ni los que ganaron en las urnas”, dice uno de los pobladores.

Izúcar de Matamoros nunca detuvo su actividad comercial y eso los llevó a ignorar la reconstrucción ordenada de las viviendas y los locales. La supervisión en las obras fue poca; aún se pueden ver templetes, cintas con la inscripción “no pase” y el desgajamiento de las fachadas.

Rosa rentó una nueva casa con su esposo. Un par de días después, con el primer aguacero de la temporada, descubrieron que la casera sólo protegió las áreas afectadas por las grietas, pero que reaparecieron apenas cayó el primer aguacero de la temporada.

“La pared se chorreaba horrible. Nos cambiamos de casa pero la casa también está siendo reconstruida y arreglada por la dueña”.

La historia se repite en locales comerciales que fueron desalojados después de la contingencia. “Sólo se repellaron, reconstruyeron un trozo de pared y se pintaron bien. Los locales están funcionando como si nada. Nadie sabe qué puede pasar en un futuro”.

Doña Bernarda sigue dando vueltas, de extremo a extremo, en la banqueta de su casa; ella recuperó el negocio de la gorditas y antojitos afuera de una escuela del municipio pero perdió su hogar. Sin embargo, desde hace 11 meses vive en casa de sus familiares.

“El dueño no me ha dicho cuándo puedo regresar a ocupar la casa, sigue caída. Yo rentaba, pero su prioridad fue transformar unas cuarterías que tenía en locales. No sé si yo regrese a mi casa o se haga negocio”.

El problema económico encontró solución por el momento. Regresan los problemas de fondo para Izúcar, el alto índice de migración en la zona, los asaltos a mano armada y el consumo de drogas en la juventud.

Las iglesias siguen sin funcionar, de 38 templos en el municipio sólo el de la señora de la Asunción fue remodelado en comitiva de “los ricos del pueblo, por tradición, ahí acuden a tomar la comunión”.

Para el resto de los sacerdotes no han tenido más opción que seguir celebrando misa en el atrio de cada parroquia.

El reloj de la torre mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción ya avisa la hora desde las siete de la mañana. Los izucareños reiniciaron sus actividades sin la certeza de que la casa donde habitan sea segura.

ES DE INTERÉS |

Un año después, las heridas siguen abiertas Juchitán no volvió a ser el mismo Jojutla, el olvido y el caos 19S: 228 muertos, 206 investigaciones y un detenido Bolívar 168, abandono y justicia pendiente