El riesgo de los promedios

26 de Abril de 2024

David Colmenares

El riesgo de los promedios

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Un gran número de los indicadores internacionales tienen que ver con promedios, lo mismo la esperanza de vida, que la eficiencia terminal en educación. Asimismo con la distribución del ingreso o con la inflación, que en los últimos años se ha mantenido en niveles relativamente bajos, en relación a los del pasado, no sólo en México, sino en casi todos los países de América Latina. Muy lejos de los porcentajes alcanzados en 1987 cuando casi llegamos a un 200 por ciento, con el impacto regresivo sobre la distribución del ingreso, la inversión, el empleo y claro sobre el salario real.

Hace unos días comenté en otra colaboración lo siguiente: “el riesgo más socializado, después del desempleo, es el de la inflación, que en algunos productos ya llegó, por ejemplo los medicamentos contra la diabetes, de por si caros. Un ejemplo, la semana pasada pregunté por el Glimetal, en la farmacia San Pablo costaba 440 pesos, en Wall Mart 374 y en la del Ahorro 315, hace algunos meses estaba ligeramente arriba de los 200 pesos. En Wall Mart, todos los días cambia de precio, a pesar de que los tienen en bodega, esto es, prácticamente los racionan. Habrá que tomar medidas urgentes al respecto, incluso pensar en controlar temporalmente los precios de ciertos medicamentos, a través de un cuadro básico”. Por cierto San Pablo y Wall Mart tiene la política de 3 por cuatro, las farmacias del Ahorro no, y ya con eso gana Wall Mart, pero con una política de no tener, por lo menos en Oaxaca, más de dos productos a la vez. En fin estamos ante una conducta que atenta contra la salud de las personas, y no nos extrañemos si pronto resurge la necesidad del control de precios de los medicamentos, como una demanda social y como una medida de emergencia.

Una de las razones del ajuste preventivo en el gasto público, además de la necesidad del saneamiento de PEMEX, es el temor a la inflación. Tema en el que los promedios ocultan muchas realidades que pronto empezaran a surgir, como lo mencionado en las medicinas. Muchos médicos atendidos por estas empresas, hacen méritos recetando sus productos y se hace seguimiento al respecto. En fin, podríamos encontrar muchos ejemplos al respecto y podría mencionar otros sectores desafortunados, que no aumentan precios, pero si recortan sus productos.

Sería muy útil que se trabajase en los centros académicos como la UNAM o los colegios de profesionistas, incluso en sindicatos democráticos en la elaboración de los índices de precios de sus agremiados, sólo como referencia. Los estados tan vituperados por la opinión pública, deberían hacer sus propios índices de precios, del costo de sus insumos por ejemplo, no para abortar del trabajo del INEGI, sino para valorar realmente la evolución de sus costos.

Recordemos como el nivel real de las participaciones de 2008, se recuperó hasta diciembre de 2013 y eso por supuesto que afectó el crecimiento en los estados y polarizó más la distribución del ingreso.

Mucho se ha dicho sobre la inflación en el pasado, lo verdadero es que cuando llega es el jinete del Apocalipsis más temido, junto con el desempleo. Con razón se ha dicho que es el impuesto más regresivo que existe, que hace más rico al rico y más pobre, al pobre, como el ladrón de guante blanco que es.

Afortunadamente tenemos las instituciones, hay confianza en el INEGI, lo que hay que hacer es darle seguimiento público permanente a los índices de precios sectoriales. Existen las capacidades para hacerlo.

brunodavidpau@yahoo.com.mx