Huesera: maternidad es horror

27 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Huesera: maternidad es horror

alejandro aleman

¿Es el “instinto materno” una realidad o se trata de un invento de los publicistas para vender flores y chocolates? Con su ópera prima, Huesera (México, 2022), Michelle Garza Cervera pone en entredicho el muy arraigado concepto de que la maternidad es el “estado ideal” de la mujer.

Valeria (Natalia Solián) está a punto de cumplir el sueño de ser madre. Luego de muchos intentos fallidos —y de pedirle a la Virgen de Guadalupe una ayudita— el milagro sucede y junto con su amoroso esposo —Raúl (Alfonso Dosal)— esperan a su primer bebé.

Por supuesto, esto implica algunos sacrificios: su marido ha optado por que ya no tengan sexo para que “no se vaya a lastimar el bebé”, y además Valeria tendrá que desmontar el taller que tenía en casa (es experta en hacer muebles) para dar paso a la recámara infantil, no sin antes fabricar una última pieza: la cuna para su hija.

El sueño rosa de esta feliz pareja va viento en popa hasta que Valeria comienza a experimentar visiones: ve (o cree ver) a la vecina de enfrente lanzándose del balcón, una horrible araña que le sorprende en su taller y una noche jura que vio una sombra que invadía el departamento.

Huesera es una cinta que, sin miedo, entabla la conversación con otras películas que antes abordaron el mismo tema y desde el mismo género: la maternidad no como un estado idealizado, sino como un pasaje que puede tornarse en algo francamente terrorífico.

La directora Michelle Garza no niega la influencia de Polanski (Rosemary’s Baby, 1968), de Ramsay (We Need To Talk About Kevin, 2011), o de Jennifer Kent (The Babadook, 2014), pero encuentra su propia personalidad, no sólo por el estupendo uso del espacio cinematográfico, la muy lograda atmósfera que atrapa desde los primeros minutos o el atinado diseño sonoro que crispa y pone los pelos de punta cuando se escucha por enésima vez el crujir de los huesos.

El miedo trasciende lo paranormal, y es que en Huesera el horror tiene muchas caras: esa familia que se encarga de recordarle una y otra vez lo mala que es para cuidar niños, esos sobrinos que son unos auténticos demonios, y ese inesperado pasado punk de la protagonista, que frecuentaba hoyos funky y vivía en una colonia popular.

Es en esa encrucijada que Huesera proyecta sus mejores momentos y sus mejores ideas. La mujer atrapada entre un pasado que se adivina más honesto y un deseo de ser madre que parece responder más a una presión social que a una auténtica necesidad de tener hijos.

Huesera saca a flote un miedo inconfesable entre muchas mujeres a punto de ser madres: el de no estar a la altura de la tarea o peor aún, estar en una condición que en el fondo nunca han deseado.

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