Mank o la evolución del autor

5 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Mank o la evolución del autor

alejandro aleman

En pleno 2020, en el auge de la era de la cancelación y con las salas de cine en peligro de extinción, David Fincher nos propone maravillarnos con la historia de un viejo lobo de Hollywood, escritor, alcohólico, apostador y malhablado que tuvo a bien ser el coautor del guion de una de las películas más importantes en la historia del cine: Ciudadano Kane (Welles, 1941).

Tan sólo por lo anterior, Mank (Estados Unidos, 2020), onceavo largometraje de David Fincher, merecería un premio: en una era de puritanismo rampante, la cinta se convierte en una provocación absoluta al celebrar la obra de un borracho, jugador y cínico que tuvo la fortuna de trabajar con Orson Welles. ¿O al revés?

Escrita por su propio padre (Jack Fincher), la película inicia con Herman Mankiewicz (Gary Oldman) postrado en la cama por un accidente de tránsito y con la misión de escribir el guion de lo que será Ciudadano Kane. Desde el primer segundo de la cinta, todo se convierte en viaje al cine clásico de los 30 y 40 con constantes guiños a la obra de Orson Welles: desde el uso del blanco y negro, la narración fragmentada (uso constante de flashbacks), la recreación digital de las texturas del celuloide y encuadres completos que hacen homenaje a Ciudadano Kane.

Es obvio que se trata del filme más personal de Fincher, pero es también la cinta donde se despoja de muchos de los tics que parecían definirlo como autor: los encuadres complicados, la música ecléctica, los tonos fríos, los movimientos de cámara imposibles. Con Mank, Fincher da el paso definitivo para consolidarse como autor: aquel que se aleja de sus notas más reconocidas y busca otra armonía sin perder su esencia.

La pregunta es ¿lo logra?, y la respuesta es: a medias. En términos puramente formales, Mank es una absoluta maravilla, pero por otro lado, el exceso de romanticismo parece diluir el trasfondo. El gimmick de la película filmada con recursos de 2020, pero acotada para parecer cine de 1940 funciona en términos de imagen, pero aporta poco al trasfondo de la cinta.

Curiosamente los mejores momentos del filme no son los de Mankiewicz en su laberinto, sino aquellos en los que lo acompañamos en las entrañas de Hollywood: la estupenda secuencia de Louis B. Mayer (Arliss Howard) en la que explica el origen de las siglas MGM, aquella que refiere el recorte de sueldo a sus empleados, las lujosas cenas o incluso aquellas escenas donde hace mancuerna con Marion Davis (perfecta Amanda Seyfried).

Mank es una película visualmente impecable, un amoroso homenaje, un réquiem por el viejo Hollywood, pero que no logra contestar la pregunta fundamental: ¿para qué?

Te Recomendamos: