El verano

26 de Abril de 2024

Enrique Acevedo

El verano

Enrique-Acevedo

No hace mucho tiempo abrimos un paréntesis colectivo sin saber cómo, ni cuándo vamos a cerrarlo. Vivimos en pausa mientras paradójicamente la historia se acelera frente a nuestros ojos. El líder soviético Vladimir Lenin decía que hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas. Una buena forma de entender los meses que han transcurrido desde el inicio de la pandemia.

Hace un año, justo antes del verano, Estados Unidos reportaba el mayor número de infecciones y muertes por Covid 19 en el planeta, una recesión económica que devoró 40 millones de empleos en menos de tres meses, el arranque de la campaña presidencial con la que Donald Trump buscaba reelegirse y la demanda de justicia para las poblaciones de color en este país derivada de un episodio más de brutalidad policiaca.

Hoy nuestro vecino al norte parece tener al virus bajo control gracias a la campaña de vacunación con la que se ha inmunizado a cerca del 60% de la población adulta. La economía ha tomado una trayectoria positiva generando muchos de los empleos perdidos y Trump es, por el momento, asunto del pasado. Las tensiones raciales se han aliviado, aunque es en este tema en donde el 2020 puede tener su mayor impacto.

La deuda histórica que impulsó al movimiento Black Lives Matter desde el activismo en las calles de Tallahassee, Florida y Ferguson, Misuri hasta los pasillos del poder político en Washington D.C. De los barrios más pobres del país hasta el parque público que ahora lleva su nombre a unas cuadras de la Casa Blanca. Es como si finalmente entendiéramos que crímenes como el cometido contra George Floyd justo hace un año esta semana, no son un problema exclusivo de la comunidad negra en los Estados Unidos, sino un asalto a nuestro sentido más básico de humanidad.

Para muchos las protestas que tuvieron su vértice durante la gran movilización del 28 de agosto de 2020 en la capital estadounidense, 57 años después de que Martin Luther King encabezara la marcha por el empleo y la libertad en esa ciudad, fueron una sana manifestación del descontento almacenado en los meses de confinamiento y de crisis. La voz de protesta como fuente de dignidad y como mecanismo para exigir cuentas, ambas piezas esenciales en el tablero de una democracia liberal. Otros lo vieron como el punto de ebullición de inconformidades que llevaban años hirviendo a fuego lento. La gran prueba de estrés para las instituciones y el sistema de contrapesos que definen el gran experimento estadounidense.

Lo que no escapa a estas interpretaciones es el carácter excepcional del momento que vivió Estados Unidos. 2020 no fue como cualquier otro momento tanto como la suma de muchos momentos. Lo que resulta innegable es que la marcha hacia una sociedad más justa y más equitativa ha sido históricamente larga y ha estado marcada por puntos de inflexión como los que se han vivido desde el arranque de la pandemia en este país

Por eso hay que abordar este momento con cautela. En el primer aniversario de la muerte de George Floyd y luego de que un jurado encontrara culpable de asesinato al policía que le arrebató la vida, hay señales claras de que el movimiento por la justicia racial y la reforma a la policía avanza.

Rara vez tenemos la oportunidad de enfrentar las complejidades de la vida con este grado de certeza. Estamos entrenados para encontrar matices que nos alejen de una visión simple o rígida de la vida en blanco y negro. Pero la claridad entre quienes exigen justicia y quienes buscan cualquier pretexto para evitarla sugiere que se trata de un momento definitorio. Es imposible ver las imágenes del homicidio de George Floyd y permanecer en silencio. La rodilla del racismo lleva demasiado tiempo en el cuello de las personas de color.

Lo que comenzó como una protesta local en Minneapolis se ha convertido en un movimiento global por los derechos civiles. Un movimiento que se alimenta de la tensión entre la política y la cultura en Estados Unidos. Entre el racismo de Donald Trump y sus colaboradores, y como bien lo describe el periodista inglés Ben Judah, el carisma, la inspiración y el poder suave de la comunidad negra.

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