'Las mañaneras se han vuelto generadoras de crisis': Luis Estrada

21 de Mayo de 2024

‘Las mañaneras se han vuelto generadoras de crisis': Luis Estrada

A casi cuatro años de comenzar el ejercicio de procesar las conferencias mañaneras, Luis Estrada, analista y también autor del libro El imperio de los otros datos, dice tener el modus operandi en el discurso del presidente López Obrador

Luis Estrada se ha vuelto una especie de algoritmo cibernético para el presidente Andrés Manuel López Obrador. A fuerza de diseccionar cada una de las casi 920 conferencias mañaneras, ha contabilizado las mentiras que dice, sus frases favoritas, quiénes preguntan más, sus filias, sus fobias y hasta las crisis que se han generado a causa de la improvisación.

Tras procesar los más de 103 mil minutos que han durado las transmisiones presidenciales, Estrada es contundente: “Las conferencias han dejado de ser el activo más importante para el funcionamiento del gobierno y se han convertido en el mayor obstáculo de la comunicación política del presidente” López Obrador.

Luis Estrada

¿Eso lo sabrán en el entorno de López Obrador?

Es muy probable que sí, pero dudo que alguien se lo diga. Las conferencias lejos de resolver crisis están generando nuevas crisis; es una cuestión caótica que está presionada justo por la conferencia. Si no hubiera conferencia, el Presidente tendría más tiempo para pensar mejor sus acciones o para tratar de dar un giro a lo que se publica en los medios.

¿Dirías que, a estas alturas del sexenio, las conferencias son más perjudiciales que útiles?

Sí, por supuesto, desde hace mucho tiempo. Porque hay tanto ruido en las declaraciones del Presidente que se han vuelto una máquina de ataques y propaganda; entonces, cuando López Obrador tiene algo realmente importante qué decir, sus propias declaraciones son tan escandalosas que el mensaje relevante pasa totalmente desapercibido.

Imaginemos que López Obrador te contrata como experto en comunicación política. ¿Qué le aconsejarías?

Dejaría de hacer las conferencias diarias, sin duda. Va a ser un problema, porque todo el funcionamiento del gobierno está centrado en él y las mañaneras son la única manera de demostrar que está trabajando, por lo que va a ser muy complicado quitárselas. Yo reduciría al máximo las conferencias, sólo para ocasiones especiales.

Si algún dirigente extranjero te consultara sobre las ventajas y desventajas de una conferencia diaria, ¿qué le dirías?

Todo es en contra, porque el riesgo de generar crisis es muy elevado, por eso nunca nadie las ha hecho antes de López Obrador y por eso nadie va a seguir su ejemplo. Es complicado producir una noticia que amerite una conferencia de prensa diaria, a menos que lo que quieras sea desplegar propaganda.

Catálogo de incongruencias

Luis Estrada acaba de presentar su libro El imperio de los otros datos, en el que exhibe las inconsistencias del
discurso del presidente López Obrador. No apto para fanáticos del tabasqueño ni para seguidores de la Cuarta Transformación, el texto desvela incongruencias tales como que López Obrador tiene el primer gabinete paritario, cuando en realidad las participaciones de los secretarios en las mañaneras no son parejas, pues por cada tres hombres aparece una mujer.

Otro dato que se desvanece que millones de personas ven las transmisiones mañaneras, como dice el mandatario, cuando en Facebook, de los más de nueve millones de seguidores que tiene, sólo lo ve el cinco por ciento.

Entre las palabras más mencionadas por el mandatario están “pueblo”, “corrupción”, “conservadores” y “transformación”, términos propios de una narrativa de conflicto con el pasado y no necesariamente de referencias históricas. Al principio del sexenio, los reyes de las menciones eran Benito Juárez y Francisco I. Madero; no obstante, el top 10 ahora es ocupado por Felipe Calderón, Carlos Salinas de Gortari y Carlos Loret de Mola.

¿Es verdad que te has convertido en el “polígrafo” del Presidente?

Nosotros hemos contado las afirmaciones falsas o engañosas del presidente López Obrador y hasta abril pasado, sólo en la mañanera van más de 86 mil 971. Esto da un promedio de 94 mentiras por conferencia; prácticamente todo lo que dice el Presidente es falso, engañoso o no se puede probar, porque cuando se le pide sustento documental, lo que dice es que no existe, que está reservado o que son anécdotas. Si lo comparamos con Donald Trump, el diario The Washington Post le contó en cuatro años 35 mil.

¿Son mentiras involuntarias o calculadas?

Yo creo que mitad y mitad. Pienso que hay cosas que el Presidente no sabe: a veces desconoce los alcances de la ley y sus implicaciones, a veces no sabe cómo funcionan algunos procedimientos, pero con mucha frecuencia a propósito cuenta cosas que sabe que nadie puede probar, o sea, si él dice que se reunió con tal personaje, que le habló tal ciudadano, en realidad no se puede verificar, él sabe que no se puede probar.

¿Piensas que el presidente López Obrador abusa de las expectativas de los ciudadanos?

Prometer es un mecanismo que hacen este tipo de gobernantes, que los pone en un modo de campaña permanente, es decir, todo el tiempo ofrecer y lo que no suceda en esta administración, pues sucederá en la siguiente, y eso funciona en los sistemas donde hay reelección. Aquí, los compromisos incumplidos los va a pasar a la persona que quede en su lugar.

Tácticas discursivas

A casi cuatro años de comenzar el ejercicio de procesar las conferencias mañaneras, Luis Estrada dice tener el “modus operandi” del discurso de López Obrador. “Las veces que el Presidente quiere colocar un tema, lo repite y lo va empezando a insertar en la agenda y esto hace que se empiece a hablar más de un tema hasta que el Presidente lo suelta por otro”.

Y agrega: “El Presidente empieza a hablar de ese tema, crea una mininarrativa, la repite todos los días y cuando no le da el resultado que quiere, como fue la reforma eléctrica y la revocación de mandato, deja de hablar completamente del tema, sin necesariamente rectificar o admitir errores de cálculo”.

¿Qué tan cierto es que el Presidente lleva la agenda mediática?

Mucha gente dice que el Presidente pone la agenda y que todo mundo sigue lo que dice, cuando eso no es así. La realidad es que el Presidente reacciona a los medios de comunicación todos los días, por eso son tan evidentes sus ataques a periodistas. Eso no es llevar la agenda, eso es ir detrás de lo que publican los medios.

“El que el presidente vaya detrás de las publicaciones de los medios de comunicación te dice que no ha tenido el control pleno de la comunicación y tampoco del gobierno, entonces mucho se hace en la improvisación y creo que la conferencia es un reflejo de esa improvisación. Eso también es indicativo de la falta de planeación en políticas públicas, de manejo de crisis ineficientes.

¿Tienes ejemplos de las crisis generadas en las mañaneras?

Hay uno muy claro y es el asunto de la rifa del avión presidencial. Al presidente se le ocurrió en una de sus conferencias y nunca calculó las implicaciones. Después de que su equipo le explicó que un avión de esas características no se puede regalar, entonces después el presidente tuvo que decir que iba a rifar el equivalente del avión. El presidente ni siquiera tenía idea de cómo funcionaba la Lotería Nacional, no entendía que la Lotería está quebrada desde hace muchos años.

“Otro ejemplo es el asunto de Ovidio Guzmán en Culiacán, que a pesar de tener la conferencia que supuestamente es para manejar crisis y organizar información, pues en menos de una semana había seis versiones distintas de distintos integrantes del gabinete, incluido el Presidente, sobre lo que había sucedido”.

¿Qué esperas para el resto del sexenio en materia de comunicación presidencial?

Va a estar igual o peor. No va a dejar de hacer sus conferencias. Para el Presidente esto significa gobernar: pararse temprano, ponerse traje, salir junto a la bandera, dar su conferencia, así no hay discusión de que ese día trabajó. Eso le conviene a él para esta parte de su lógica de comunicar propaganda, pero no le sirve de nada, como ya no hay nada qué presumir, como ya acabó para el sexenio, por eso adelantó la sucesión presidencial.

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