Es probable que el rubro educativo haya sido uno de los más perjudicados en los últimos años; el cierre total y parcial de escuelas ha afectado a un amplio número de estudiantes alrededor del mundo, y es que de manera radical este rubro ha puesto de manifiesto las múltiples deficiencias y desigualdades de los sistemas educativos.
Al suspender la enseñanza tradicional se tuvieron que implementar de forma drástica, e incluso podría decirse que improvisadamente, nuevos modelos, los cuales casi irremediablemente se valieron de herramientas tecnológicas como computadoras, televisiones, smartphones, y sobre todo de acceso a internet.
Y es que no podemos negar que niñas, niños y jóvenes que pertenecen a entornos con mayores posibilidades han tenido un mejor acceso a una educación de calidad, con docentes mejor adaptados o más capacitados y con los instrumentos adecuados para no menoscabar el avance obtenido hasta antes del cierre.
Ante este escenario diversos institutos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, mejor conocido como UNESCO llevó a cabo del 29 de noviembre al 1 de diciembre de este año, el evento virtual, denominado: Quinto Foro de la UNESCO sobre la educación transformadora para el desarrollo sostenible, la ciudadanía mundial, la salud y el bienestar durante el cual líderes mundiales y asociados se comprometieron a proteger la financiación de la educación y a defender el aprendizaje.
Pero además este organismo ha planteado diversas líneas de seguimiento entre las que destaca la iniciativa “Los futuros de la educación”en la cual se considera que el conocimiento y el aprendizaje son los mayores recursos renovables de que dispone la humanidad para responder a los desafíos e inventar alternativas. Además, la educación no sólo responde a un mundo cambiante, sino que es un detonador de transformaciones.
Es por ello que frente a escenarios y desafíos más complejos como: el cambio climático, las ideologías violentas basadas en el odio, la pérdida masiva de biodiversidad, los nuevos conflictos y los peligros inherentes que amenazan la salud mundial, es necesario ver a la educación trasformadora, como: una enseñanza y aprendizaje orientados a motivar y empoderar alumnos sanos y felices, para que puedan tomar decisiones fundamentadas y actuar con conocimiento de causa a nivel individual, comunitario y mundial.
Es indispensable que los alumnos comiencen a tener presente un compromiso verdadero con el mundo y a trabajar por la sociedad que todos anhelamos construir, porque, aunque si bien es cierto que es fundamental aprender a leer y escribir, ante una actualidad cambiante y globalizada, debemos reconocer que aprender sobre la colaboración, la empatía, la resolución de problemas complejos y la conexión con la naturaleza y los demás seres humanos, nos brindará nuevos panoramas.
No podemos continuar separando los espacios educativos de las decisiones políticas que deberán tomarse a corto, mediano y largo plazo, es por ello que la reapertura de centros escolares, podría traducirse en lugares abiertos, dedicados a hacer comunidad, establecer sinergia, formar alumnos resilientes, y a crear vínculos coordinados y flexibles.
¿Desde dónde debe comenzar la educación transformadora? Primeramente, aunque parezca obvio, desde el personal administrativo y por supuesto los docentes, pero también tiene que ser precedida e impulsada por padres de familia y la comunidad en general, porque es un trabajo conjunto que arrojará resultados en cada esfera personal e individual.
Por todo lo anterior, es necesario renovar el sistema educativo, comenzar a ver a la educación desde el plano emocional para incrementar la autoestima y así enfocar a los alumnos a tener mayor empatía con el prójimo, respetar las ideas e impulsar la creatividad comunitaria.