John Kelly, el verdugo de Trump

5 de Mayo de 2024

John Kelly, el verdugo de Trump

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El general que impulsó la captura de Bin Laden, llega a México. A negociar con un "rottweiler"

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John Kelly es un militar que permanece imperturbable. Sus ideas son directas y su tono de voz las acentúan. Su temple se ha forjado a través de 45 años de servicio, que incluyen tres incursiones en Irak y haber impulsado la captura de Osama bin Laden. Su historia contra el terrorismo también le ha convertido en el militar de más alto rango que perdió un hijo en combate. Así es el interlocutor de México para temas de seguridad fronteriza y combate al narcotráfico

Francisco Pazos

En 2011, semanas antes de que un comando SEAL ejecutara la Operación Lanza de Neptuno para capturar a Osama Bin Laden, el entonces secretario de la Defensa, Robert Gates, dudaba que el equipo de élite de la Marina fuera capaz de culminar con éxito la misión. John Kelly, entonces asesor principal de Gates, convencido de la factibilidad del plan, organizó una reunión relámpago con Mike Vickers y Michèle Flournoy, subsecretarios de Inteligencia y de Política respectivamente, quienes finalmente convencieron a Gates para que diera luz verde con el presidente Barack Obama a la operación militar en Abbottabad, Pakistán.

La determinación y el temple del entonces general de cuatro estrellas Kelly, que no titubeó ante un objetivo de seguridad prioritario, e impulsó una operación quirúrgica y de alto riesgo, lo convirtieron en uno de los actores decisivos para el envío de tropas de élite a Medio Oriente que culminó con la caza de a Bin Laden. “John jugó un papel clave al asegurarse de que la gente adecuada estuviera en mi oficina para hacer el trabajo”, reoconoció Gates sobre la personalidad de Kelly, en una entrevista en noviembre de 2016 para el Military Times.

No hay nada suelto en Kelly, su rostro seco, su mirada fija, sus ademanes calculados. Pareciera él mismo un tablero estratégico. “Siempre dispuesto a seguir adelante con cualquier decisión”, recordó Gates al hablar del ahora secretario de Seguridad Nacional.

Es quizá el funcionario del gabinete de Donald Trump que mejor conoce los procesos sociales, políticos y económicos que llevaron a América Latina a convertirse en un grupo de estados asediados por el crimen organizado, la corrupción y sistemas democráticos ineficientes, que expulsan a millones de migrantes cada año en dirección al norte del continente. Su paso por el Comando Sur (Southcom) le permitió trazar un mapa muy nítido de las amenazas y riesgos que desde Centroamérica pueden construirse contra Estados Unidos.

La misma voz que tomó parte en la operación para captura al terrorista responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001, es ahora el que lleva el mando en el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) y el heraldo del presidente Trump que llegará hoy (23 de febrero) a México con una misión clara, imponer su agenda de seguridad estratégica bajo la premisa de trabajo unificado de los comandos norte (Northcom) y sur.

> Quienes han tratado a Kelly lo describen como un militar que permanece imperturbable. Sus ideas son directas y su habla es dura, con el acento característico de los nacidos en la región costera de Massachusetts.

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Hasta el 20 de enero pasado, estos dos mandos unificados al Departamento de Defensa habían trabajado de manera independiente en sus regiones de influencia en el combate a los cárteles del narcotráfico y con una mayor separación en las tareas de control de la migración ilegal que busca la frontera norte de México para cruzar hacia Estados Unidos.

Con la llegada de Kelly al DHS, su visión sobre un puente de seguridad transnacional que enlace el Northcom y el Southcom, amalgamados con la premisa de una amenaza real a la seguridad interna de Estados Unidos proveniente de América Latina, encontró oídos y soporte en Washington, en donde la voz del general retirado con cuatro estrellas en sus galones fue ignorada durante la administración Obama.

Ningún otro funcionario del gabinete representa con tanta precisión la visión en materia de seguridad interna del presidente Trump como lo hace Kelly. No sólo porque su estoica imagen refuerza la personalidad de un militar con puntos de vista agudos sobre el rol de Estados Unidos en el extranjero y por su poco margen de negociación, sino porque ambos están convencidos de que la frontera sur con México es la mayor amenaza para la seguridad del territorio estadunidense.

Las capas de la seguridad

Kelly es un lector voraz y un militar de línea dura, un patriota originario de Boston, Massachusetts, que no dudará en implementar las políticas que dicte la Casa Blanca con el único objetivo de sellar las fronteras a las amenazas externas del terrorismo, la migración y la violencia con la que el narcotráfico penetra en territorio estadunidense, aunque esas medidas sean impopulares o despierten la crítica internacional. Donald Trump le ha dotado no sólo de la autoridad para hacerlo, sino de la capacidad legal suficiente para maniobrar, al tomar el control de la frontera y de la coordinación de las operaciones antinmigrantes.

“Creo que la fuerza que impulsa el flujo actual de migrantes ilegales desde la región de Centroamérica es doble. La primera causa son las terribles condiciones de violencia e intimidación que existen en estos países debido, en gran parte, por la demanda de drogas en Estados Unidos. Para escapar, los centroamericanos pagan a traficantes los ahorros de su vida para llegar a Estados Unidos. La segunda causa es que los migrantes ilegales saben que hay redes ilegales y saben cómo encontrarlas”, expuso el pasado 10 de enero ante el Senado durante su audiencia de confirmación.

Entre noviembre de 2012 y enero de 2016, Kelly viajó a los 31 países que tenía bajo su mando como jefe del Southcom, lo que le permitió construir vínculos y conocer “los temas y sus antecedentes. Entiende quiénes son los buenos, los malos y los feos” en cada nación latinoamericana, dijo a la BBC Stephen Donehoo, un exmilitar que trabajó con el general en el Southcom y que ahora es consultor en la firma McLarty Asociados.

Su conocimiento sobre América Latina y sus vínculos en la región son más diversos y extensos que los del propio Departamento de Estado, que es la cabeza de la política exterior de Estados Unidos.

Es con mucha seguridad esta experiencia la que sedujo a Trump para nominarlo como secretario de Seguridad Nacional. El presidente vio en la figura del general, un canal estratégico de enlace con los altos mandos militares estadunidenses y un aliado con la autoridad y respeto para ejecutar sus políticas migratorias y de seguridad, por más controversiales que resulten, como la construcción de un muro en la frontera sur con México, del que también ha señalado no sería suficiente.

Pero el presidente quería estar seguro que la visión del general empatara con su plan de seguridad nacional. A finales de noviembre de 2016, Kelly se reunió con Trump en Nueva Jersey para discutir las preocupaciones del presidente electo sobre temas de seguridad; en esa reunión estuvieron también Reince Priebus, jefe de staff de la Casa Blanca, y Steve Bannon, el principal consejero del presidente. De acuerdo con reportes en Estados Unidos, el tema que más interesó a Trump fue la experiencia del general como jefe del Southcom.

En esa posición, Kelly participó directamente en el rediseño de las estrategias nacionales en países como Guatemala, El Salvador y Honduras para combatir al crimen organizado, identificar y desmantelar las redes del trasiego de drogas que llegaban a Estados Unidos y combatir el tráfico de personas, mediante un plan de mejora social y económica en el marco de la Alianza por la Prosperidad, de la que fue un amplió impulsor en el Congreso de Estados Unidos para que recibiera fondos.

Basado en su experiencia y en el trabajo que también realizó en el Northcom en la lucha contra los cárteles de la droga mexicanos, ya en el Senado durante su audiencia de confirmación el secretario detalló su estrategia para controlar la metástasis que la violencia había hecho en la región latinoamericana y que amenazaba silenciosamente la seguridad nacional de la Unión Americana.

El general ratificó ante el Comité de Seguridad Nacional lo que dijo en 2014 y 2015 a los miembros del Comité de las Fuerzas Armadas cuando comandaba el Southcom, sobre la porosidad de la frontera sur, “en mi opinión, la principal amenaza para la nación es que no tenemos control de nuestra frontera. Sin control, cualquier tipo de amenazas, drogas, inmigrantes ilegales, productos farmacéuticos falsificados, enfermedades, terroristas y la lista continúa”, podrían ingresar a Estados Unidos “y de hecho lo hacen”.

Frente a los senadores detalló su estrategia: prevenir el terrorismo y mejorar la seguridad, y proteger y gestionar las fronteras. Ambos objetivos sólo serían posibles mediante el enlace entre los comandos que operan en México, el Northcom, y en el llamado Triángulo del Norte, con el Southcom.

“Las bandas de América del Sur han emigrado al norte y, cada vez más, están controlando la importación y distribución de mercancías ilegales directamente en ciudades y barrios de Estados Unidos. La solución es el control de la frontera mediante el establecimiento de una defensa en capas, así como trabajar con nuestros vecinos del sur como socios iguales en contra de la delincuencia y violencia”, expuso en la audiencia que culminó en su ratificación el 20 de enero, el mismo día que Trump tomó posesión como presidente.

Quienes han tratado a Kelly lo describen como un militar que permanece imperturbable. Sus ideas son directas y su habla es dura con el acento característico de los nacidos en la región costera de Massachusetts. Su temple se ha forjado a través de 45 años de experiencia que incluyen tres servicios en Irak, en donde comandó la fuerza múltiple del Comando Oeste en contra de las fuerzas suníes que años después fundarían el Estado Islámico.

Su servicio como militar no admite cuestionamiento, al menos entre la clase política estadunidense, pues en su historia ha sufrido el dolor de la guerra. Kelly, como millones de familias en Estados Unidos, es padre de un gold star, como se les llama a los soldados caídos en combate como muestra de respeto. En 2010, su hijo, el primer lugarteniente Robert Kelly, murió al pisar una mina mientras encabezaba una patrulla en Sangin, Afganistán.

El vínculo que une a Kelly con el terrorismo es profundo y familiar y es por eso que en su labor como secretario de Defensa Nacional no relaja su preocupación de frenar la migración ilegal que llega desde el sur a la que considera como una amenaza y sobre la que había existido “una peligrosa subestimación del gobierno estadunidense” por “el crimen organizado transnacional”, como lo calificó en marzo de 2015.

“La política de Estados Unidos tiene que ver directamente con la inmigración, concretamente en el Triángulo del Norte confluyen casi todas las nacionalidades migratorias, de personas que aspiran viajar hacia Estados Unidos por distintas vías. Hemos encontrado distintas nacionales de África, de Medio Oriente como pakistaníes o iraníes que las autoridades guatemaltecas han detenido en su ruta”, dijo Carlos Menocal, quien fue ministro del Interior de Guatemala en el mandato de Álvaro Colom, en entrevista con ejecentral.

“El tema migratorio reduce su fortaleza por la porosidad de las fronteras, hablamos de más de 300 pasos fronterizos en los que ni autoridad mexicana ni autoridad guatemalteca controlan el flujo migratorio ni el tráfico de personas o de sustancias ilícitas” apuntó el exfuncionario guatemalteco y agregó que “si algo logró Kelly en el Comando Sur, fue fortalecer la presencia en la región y armonizar las agendas antinarcóticas de los países.

Kelly sabe que son esas rutas las que usan los cárteles del narcotráfico y otros grupos delictivos repartido en Centroamérica y México como canales abiertos que pueden ser aprovechados por grupos terroristas internacionales, particularmente por el Estados Islámico, que ha demostrado su efectividad para reclutar y radicalizar seguidores a miles de kilómetros fuera de los territorios que controla en Irak y Siria.

El general ha insistido en el Congreso de Estados Unidos sobre el “tráfico de mensajes en línea que buscan reclutas” para que ingresen por la frontera sur, en el “Southern Command se ha aceptado el riesgo durante tanto tiempo en esta región que ahora nos enfrentamos a una casi total falta de conciencia”, advirtió en una entrevista en noviembre del año pasado.

La relación del general con Washington no ha sido tersa, precisamente por sus afirmaciones ante el Congreso sobre las amenazas a la seguridad interna. Pero Kelly ha privilegiado lo que el mismo denominó el “poder de la verdad” que produce incomodidades y “llamadas de ciertas personas en Washington” que cuestionaron sus informes, “pero lo que digo es que esa es la verdad, me hicieron una pregunta ¿qué voy a hacer, mentir?”.

Es John F. Kelly, el hombre duro, con el que tendrá que lidiar el gobierno mexicano, porque está determinado a imponer su agenda de seguridad.

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