Después de la emboscada a los soldados el mes pasado en Sinaloa, no sólo se ordenó aumentar el nivel de alerta en por lo menos la mitad de la Zonas Militares del país, donde tienen presencia los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación; también se giró la instrucción de cumplir con los protocolos de seguridad interna al pie de la letra.
Aunque también pasó algo más, se inició una profunda revisión al interior del Ejército, porque existen elementos para sospechar que la filtración de información que permitió sorprender al convoy de la Defensa en Sinaloa, no sólo provino de las policías estatales y municipales, sino que hay infiltración en las filas castrenses, que han facilitado la movilidad y protección de estos grupos.
Esta penetración se atribuye a dos organizaciones criminales, las más poderosas, Pacífico y Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes en los informes de inteligencia se reconoce que han logrado seducir a ex miembros o desertores de las Fuerzas Armadas para incorporarse a sus filas y estos se han constituido como un puente de conexión con elementos en activo, además de dedicarse al entrenamiento en el uso de armas y la conformación de células de inteligencia y contrainteligencia para atacar a sus enemigos y anular las acciones de las autoridades.
En el seguimiento de inteligencia a estas dos organizaciones, se descubrió un dato más, que el Cártel de Jalisco Nueva Generación ha desplegado una especie de plan de acción en por lo menos 11 estados del país, entre ellos Baja California, Sinaloa, Chihuahua, Aguascalientes, Estado de México, Yucatán, San Luis Potosí, Quintana Roo, Colima, Jalisco y Nayarit.
En ese supuesto plan de acción, con el que pretenden definir nuevos controles territoriales, se incluye consolidar los acuerdos con organizaciones regionales y eliminar a los enemigos a través de asesinatos selectivos; también generar un clima de tensión, a través de ataques planificados y bien seleccionados, contra corporaciones policiacas estatales y fuerzas federales.
Esto explicaría en parte el incremento de la violencia en algunas regiones del país y los embates directos a militares y funcionarios de distintos niveles que han sido asesinados en los últimos dos meses en el territorio nacional.
Para quienes están dando seguimiento en México y Estados Unidos al CJNG no existe duda que pretende constituirse en la organización que ofrezca nuevos equilibrios criminales en el país y en los mercados ilegales internacionales. Hasta ahora, de acuerdo a informes preliminares de inteligencia, ha logrado aliarse a los viejos cárteles: Arellano Félix en la península de Baja California y parte de Sonora; con los Carrillo Fuentes en Chihuahua y Durango; con organizaciones locales de Guerrero, Michoacán y el Estado de México. Algunos analistas sostienen que existen acuerdos con la organización de la familia Beltrán Leyva, los Caro Quintero y con Isidro Meza Flores, El Chapo Isidro, enemigo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo es Ismael Zambada García, El Mayo. Además de tener dos enemigos en común, El Chapo y Los Zetas, los reportes sostienen que el CJNG están generando alianzas de negocios con estos grupos, respetando rutas, pero amplificando capacidades.
La mayoría de esos reportes mencionan una característica singular, que hablaría de la transformación, alianzas y la capacidad de expansión de la organización de Jalisco Nueva Generación, que en estados como Aguascalientes, Baja California, Yucatán, San Luis Potosí o el Estado de México: que cada vez es más notoria la presencia de personas procedentes de Sinaloa y Jalisco, de “mujeres muy guapas”, foráneas, la mayoría de Sinaloa, repiten los documentos.
Sin duda hay una escisión en el Cártel del Pacífico, que aún no se define cómo terminará. También se está dando lo que parece una nueva etapa de expansión y crecimiento del Cártel Jalisco Nueva Generación, que estaría dominando más territorio y construyendo alianzas que lo harían más poderoso en México. Son más de dos décadas de explorar en el periodismo desde un enfoque de seguridad nacional.