Con el santo de espaldas
La ausencia de Juan Ramón de la Fuente se dio en un momento inoportuno, lo cual se ha agravado al revelarse detalles de su operación
Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores.
/Foto: Presidencia
Finalmente ha quedado definido quien es el político concentrador de la “mala suerte”, si es que eso existe, en el gobierno federal. Se trata de Juan Ramón de la Fuente, quien hoy cobra como canciller aunque trabaja como becario católico dicen algunos, porque solo aparece si Dios quiere. La mala fortuna del exrector de la UNAM es tanta, que justo cuando decidió someterse a una intervención quirúrgica para retirarse una hernia lumbar, la presidenta Claudia Sheinbaum concluyó que no podía desaprovechar el sorteo del Mundial de Fútbol para verse cara a cara con el presidente Donald Trump. Su canciller tenía que haber estado con ella, pero Juan Ramón, siempre cuidadoso de sí mismo, ya había solicitado una innecesaria licencia al cargo, para ocuparse de su espalda. Así, De la Fuente no pudo estar en la foto ni en la reunión bilateral. Ahí no acaba la mala suerte del canciller, pues ya hospitalizado, algún malqueriente le filtró a más de un periodista que la operación no era urgente, tampoco complicada ni riesgosa, y sin embargo el exquisito funcionario decidió practicársela nada menos que en Houston. ¿Será que las reglas de austeridad y la indicación de utilizar los hospitales públicos, aplican para todos, menos para el secretario de Relaciones Exteriores? Marginado por él mismo y después exhibido por el periodismo de la era digital, no siempre riguroso pero siempre escandaloso, así podría decir el epitafio político de un hombre que se supone le sumaría a la presidenta Sheinbaum, pero hasta hoy solo le resta.