La expansión colombiana

14 de Mayo de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

La expansión colombiana

maria idalia gomez

Una característica del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es su alianza con organizaciones colombianas. No se trata de una sociedad en la que se benefician mutuamente, sino de una integración operativa y en expansión. La información de los investigadores dedicados exclusivamente a seguir a este cártel sostienen que abrió la puerta de par en par a las organizaciones criminales que están bien preparadas, con conexiones internacionales y de las que han aprendido mucho.

Los reportes de inteligencia plantean que la presencia de ciudadanos colombianos no es menor: controlan zonas clave del territorio. Incluso son promotores de ideas, aseguran, como el uso de explosivos, la creación de grupos paramilitares con uniformes similares o casi idénticos al Ejército y a la Marina, y la vinculación con grupos en China para la maquila de fentanilo.

Lo interesante del tema es que las autoridades mexicanas tienen noticia de la influencia y actividad de los grupos procedentes de Colombia desde hace mucho tiempo. Un informe estadounidense coloca esta integración como socios desde finales de 1999. Incluso fue gracias a esos cárteles que cobró forma y fuerza el poder criminal de los mexicanos.

Los antecedentes del CJNG se remontan al Cártel del Milenio, un grupo que entre 1999 y 2000 sufrió la captura de sus entonces líderes más importantes, los Valencia, al mismo tiempo fueron detenidos tres ciudadanos colombianos. De hecho, las agencias de Estados Unidos descubrieron a este clan, a partir de la conexión colombiana y por ello la llamada Operación Milenio se consumó en los tres países.

Las autoridades de México quedaron sorprendidas del crecimiento que había tenido la familia Valencia en unos años. Eso fue gracias a sus socios, que viajaron directamente desde Colombia para entrenarlos y construir un emporio, porque para entonces el Cártel de Milenio eran transportistas de varios grupos, sembradores de mariguana y productores de aguacate.

Pero los grupos de Colombia, con toda las experiencia que tenían, los asesoraron en todo, y así se convirtieron en un cártel aún más poderoso que los Arellano Félix, que mantenían un extremo bajo perfil. Un ejemplo que entonces mencionaba un investigador era que había sido descubierto un enorme barco que servía para esconder la cocaína en altamar, y que bajo el disfraz de pesca no había sido detectado.

La fuerza del CJNG no se redujo con el embate de Los Zetas en su contra, que incluso los obligaron a salir de Michoacán. Su regreso, con un nuevo nombre, una estructura más cuidada y con grupos paramilitares muy bien entrenados, les ha permitido apropiarse de más de la mitad del territorio.

De la mano, los colombianos han ido con ellos, y se han quedado con territorios. Los investigadores identifican la zona del Istmo de Tehuantepec como área controlada por ellos. Ahora, el sacerdote José Luis Segura Barragán (integrante de la diócesis de Apatzingán), alertó en una carta que un hombre de unos 35 años, aparentemente el líder del grupo que lo amenazó en días pasados “fue quien dijo en voz alta, como para que todas las personas presentes se enteraran, entre otras cosas, que querían hablar conmigo, que él y su grupo controlaban esas tierras y que son originarios de Colombia”. El territorio que dicen dominar es el municipio de Santa María del Oro, Jalisco.

Es cierto, también están presentes en Michoacán. La pregunta es, por qué en 22 años las autoridades no hicieron lo suficiente para impedir su expansión y operación territorial. De ser asesores y operadores, ahora dominan territorios, reconocen fuentes de inteligencia. Son un objetivo de Estados Unidos, la Fiscalía General de la República no los tiene en su radar de prioridad.

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