México tiene muchos problemas pero, sin duda, la Universidad Nacional Autónoma de México no es uno de ellos, al contrario, es el faro de conocimiento, ejemplo y servicio en favor de los más altos intereses de la Nación, que a lo largo de cien años ha hecho la diferencia.
No se trata de palabras al aire ni buenos deseos, sino de realidades y hechos sobre los que se cimienta el orgullo, prestigio y honra de la Universidad Nacional.
Las expresiones que se han vertido en su contra por parte de uno de sus millones de egresados no obedecen a un sincero y comprometido sentido de fortalecimiento de nuestra Alma Mater, sino a una agenda política con intereses particulares bien identificados, que no le importa dañar a la Universidad de la Nación con tal de alcanzarlos.
Pero la UNAM es más grande que esas intenciones y no se verá envuelta en esa desesperación política, al contrario, se ha robustecido y demostrado que su vida interna es propia de una Institución educativa viva, en constante cambio y ampliación de su potencial transformador.
A diferencia de quienes viven estancados en la visión de un México de hace 50 años, la UNAM estudia, incide y transforma en el país del año 2021 y su futuro.
Estudios de vanguardia y de ciencias de la complejidad enmarcan la avanzada de la UNAM y su papel central para el desarrollo nacional.
Ni neoliberal, ni oportunista ni insensible a la realidad social son adjetivos que le queden a la UNAM.
Por tales razones, políticos de todos los espectros ideológicos han refrendado su apoyo y reconocimiento a la UNAM. El más contundente y directo ha sido el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, quien sin cortapisas ni miramientos ha expresado su respaldo a la Comunidad Universitaria y sus autoridades, al tiempo de exigir respeto a la autonomía universitaria.
No es menor lo expresado por Alejandro Moreno, pues se trata del presidente del partido bajo cuyos gobiernos la UNAM se amplió y consolidó como el tanque de pensamiento de la Nación.
Lo dicho por el también diputado federal demuestra el sentir de muchas y muchos legisladores, quienes no están de acuerdo en trastocar la legislación universitaria por caprichos ni visiones parciales.
Entre propios y extraños, las y los legisladores expresan su contrariedad por la pretensión presidencial que violenta la autonomía universitaria.
Y mientras quienes deberían centrar su atención y esfuerzos en gobernar crean distracciones y pierden tiempo, la UNAM sigue cumpliendo con su deber: ser el principal factor de movilidad social de México a través de la docencia, la investigación y la difusión de la cultura.
@jlcamachov