Otra década perdida

26 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Otra década perdida

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1.

Cual maldición bíblica, nuevamente los pronósticos de la economía mundial resultan más que lesivos para América Latina, el subcontinente que por más que se esfuerza no logra resolver los hitos de su desarrollo. Ahora, es la crisis global provocada por la inesperada pandemia del coronavirus de Wuhan lo que ha demolido las expectativas inmediatas.

2.

El silogismo parece simple: si las economías más poderosas y mejor balanceadas del mundo, como son las de Estados Unidos y los países eje en la Unión Europea, China y Japón en el sudeste asiático, habrán de caer en promedio 6% este año, según las estimaciones del Banco Mundial y el FMI tras las reuniones de primavera, cuánto es de esperar que se desplomen las economías con menor capacidad de resiliencia. Al respecto, Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental en el FMI, advierte que el impacto de una caída del orden del 10% en los países latinoamericanos puede provocar otra –sí, otra– “década perdida” en el área, tomando en consideración el periodo 2015 a 2025 dado que el crecimiento venía disminuyendo ya de tiempo atrás en todo el mundo.

3.

Los países de América Latina están ante la peor recesión económica en 50 años, lo que provocará la reducción de mercados, la pérdida de millones de empleos y la caída en el ingreso, afectando, por desgracia, más a quienes menos tienen. En Estados Unidos, Alemania o Francia saben que se trata de una pausa de corta duración, podrán caer seis puntos pero cuentan con los medios suficientes para enfrentar la emergencia y rebotar hacia el segundo semestre del año. Han dispuesto la intervención de los bancos centrales, mediante la reducción de la tasa de interés de referencia y la inyección de billones de dólares, euros y yenes para comprar activos o apoyar con créditos blandos a las empresas, grandes y pequeñas que están en dificultades, así como sostener las áreas más golpeadas, como el turismo, la aviación o la manufactura, cuyas cadenas de valor se han desplomado. En lo que respecta al consumo, se han diferido o condonado pagos al fisco, como también establecidos bonos individuales para amortiguar el efecto de la caída en los ingresos de las familias.

4.

En América Latina, sin embargo, la crisis tendrá un efecto más prolongado. El retorno a la normalidad no será simplemente un asunto de reabrir los negocios, sino en muchos casos, será una cuestión de checar si es que pudieron sobrevivir. Que el PIB de

Estados Unidos caiga un 30% en el segundo trimestre del año no implicará un paro vital, como sí podría serlo para numerosos sectores industriales o de servicios en los países latinoamericanos. Las dos economías más poderosas, México y Brasil, estarán enfrentando impactos del 5 al 10% en el producto nacional, si bien la recuperación de la actividad económica mexicana estará más favorecida por su pertenencia al mercado trilateral norteamericano, que no es equivalente ni por mucho al Mercosur en donde se encuentra Brasil.

5.

En lo que se refiere al petróleo, la historia es diferente. El mercado está desarticulado a causa de la gigantesca caída en la demanda. Ello hace que cualquier proyección resulte desaforada, ya sea el reducir la producción en 20 millones de barriles diarios (de un consumo total de 100 millones al día en los buenos tiempos) o bien, pretender que los precios de dos a 10 dólares el barril seguirán por largo tiempo. El mercado tendrá que reordenarse, por lo que la cuestión es resistir la ansiedad por obtener mayores ingresos petroleros. México no lo es tanto, si bien las finanzas públicas aún proyectan un 20% de los ingresos en este rubro. Una vez que la economía global se reactive, el mercado petrolero podrá recuperar el aliento y el precio promedio del año ubicarse en unos 40 dólares el barril, que es el piso en el que puede funcionar la industria petrolera estadounidense… y la nuestra también.