El trumpismo se sacude

14 de Mayo de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

El trumpismo se sacude

juan antonio leclercq

Es difícil saber si Donald Trump cree verdaderamente que los demócratas le robaron las elecciones, cuando alguien hace del engaño su modus operandi, tarde que temprano termina por caer también en el autoengaño. El punto es que independientemente de que así lo piense o no, para Trump la derrota es una alternativa inviable desde cualquier punto de vista.

Para quien ha hecho de la idea de “triunfador” el motto base de su marca personal y familiar, la derrota electoral golpea directo a su línea de flotación. No importa que la imagen de triunfador en los hechos sea producto de una ficción o un fraude, para Trump ser percibido como “perdedor” implica permitir que se destruya la percepción que cuidadosamente ha construido por décadas en torno a su persona y sus negocios.

Pero la negativa de aceptar el resultado electoral va más allá de un berrinche personal o un intento de proteger su marca. Tampoco se reduce simplemente a llenar de obstáculos el camino de Biden hacia la toma de posesión o envenenar el ejercicio de su periodo de gobierno marcándolo con la sombra de la ilegitimidad, algo que sin duda también está involucrado. Lo que en realidad está en juego es la viabilidad en el futuro inmediato del proyecto político personal y familiar de Trump.

Los más de 70 millones de votos que recibió Trump, ponen en evidencia su capacidad para articular en un proyecto común las aspiraciones de grupos conservadores muy diversos que involucran desde comunidades blancas empobrecidas, evangélicos, nacionalistas, supremacistas blancos, proteccionistas económicos y republicanos tradicionales, entre otros. Proyecto que se ha construido por media década con grandes dosis de retórica populista, discurso del odio, afirmaciones xenofóbicas y el recurso reiterado a la mentira. Independientemente del contenido particular de ese proyecto político, Trump ha sabido abanderar con mucha efectividad a esos grupos y promover una perspectiva de cambio social desde el imaginario nacionalista del Making America Great Again.

La pregunta inevitable es, ¿quién va a encabezar y aprovechar ese capital político una vez que Trump deje la presidencia? No hay duda que la continuidad del proyecto trumpista dependía de obtener la reelección para posteriormente consolidar una dinastía gobernante con el relevo por parte de alguno de los hijos de Trump. El primer paso, el control familiar sobre el partido republicano, quedó en evidencia durante la convención celebrada por ese partido en agosto pasado, pero ahora la derrota electoral descarrila por completo la apuesta del proyecto político familiar.

Esto no implica que el capital político y las bases sociales articuladas por el trumpismo vayan a desaparecer. Por el contrario, muchos de esos grupos han sido políticamente activados y difícilmente aceparán que sus demandas dejen de ser consideradas en los procesos de toma de decisiones locales y nacionales. El problema que enfrenta Trump es que, a pesar de que su liderazgo personal le va a permitir movilizar a estos grupos en el corto plazo, no será lo mismo hacerlo sin el poder que le daba la presidencia. De igual forma, muchos liderazgos republicanos que hoy lo respaldan, tratarán de aprovechar ese capital político para su propio beneficio y buscarán en su momento sacudirse el yugo de la familia Trump.

Es la necesidad de mantener control sobre el movimiento conservador en los Estados Unidos, como vía de garantizar continuidad a un proyecto político personal y familiar, lo que ha sacudido a Trump y sus aliados más cercanos. Es demasiado lo que está en riesgo con la derrota, la viabilidad de un modelo de negocios a largo plazo y, por lo mismo, esto explica que la estrategia de Trump pase por rechazar la victoria de Biden, socavar la legitimidad del proceso electoral y usar en forma facciosa las instituciones para obstaculizar de cualquier forma posible el proceso de transición y la entrada en funciones del nuevo gobierno.

Los republicanos juegan con fuego. Por lo visto el grupo cercano a Trump no tiene ningún empacho en generar un proceso de desestabilización político y social con tal de lograr sus objetivos. Lo cual abre un periodo de más de dos meses de muy alta incertidumbre, pues nada garantiza que quien abre la Caja de Pandora de la violencia social pueda contener o controlar sus consecuencias.

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