Pensar y hacer ante la catástrofe

27 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Pensar y hacer ante la catástrofe

El libro póstumo de Ulrich Beck (The Methamorphosis of the World: 2016), nos invita a pensar las consecuencias políticas y sociales de un mundo marcado por la catástrofe. La “catástrofe”, que retoma ideas desarrolladas previamente su interpretación de la sociedad del riesgo, implica la irrupción de eventos destructivos inevitables, derivados resultado de la dinámica del cambio tecnológico acelerado y la interferencia sin límite del hombre en la naturaleza.

El mundo sujeto a la catástrofe se entiende también, evitando caer en un catastrofismo simplista, como metamorfosis: oportunidad/obligación para la transformación social a gran escala. Hemos pasado de un contexto en el que el cambio social gradual o los shocks externos determinaban las transformaciones de la sociedad, para entrar a la metamorfosis del mundo, un cambio externo radical, humanamente inducido que pone en riesgo la vida misma en el planeta, pero para el que nuestras formas de pensar, organizarnos y actuar no están preparadas. Desde esta óptica, enfrentamos fenómenos anteriormente impensables, propios de escenarios de la ciencia ficción que se traducen en la desestabilización de las certidumbres políticas y sociales.

Para Beck, vivimos en un estado de crisis caracterizado por el derrumbe de una imagen del mundo y el hombre, de la concepción tradicional del hombre en el mundo, sin que termine por surgir o definirse una nueva época, lo que agudizando la sensación de vivir en un contexto en el que prevalecen la destrucción, el conflicto y la incertidumbre. La idea de la metamorfosis, que no es en sí optimista o pesimista, sino que describe un nuevo estado de cosas a nivel global, es profundamente paradójica. Por un lado, nos advierte de un mundo que emerge y desde la catástrofe resultado de la destrucción humanamente provocada en la naturaleza; por el otro, proyecta un “catastrofismo emancipatorio”, hacer y pensar la política para la transformación social profunda, la emergencia de nuevas formas de innovación, cooperación, competencia, desarrollo institucional y legitimidad política.

La catástrofe se perfila a través de muy distintas amenazas para la vida humana, como el cambio tecnológico acelerado, el incremento de violencia, la irrupción de epidemias y muy especialmente el cambio climático, entendido como la forma de catástrofe global en la que se pierde definitivamente la distinción entre naturaleza y sociedad y se abre una coexistencia permanente con el riesgo, la vulnerabilidad y el shock. La idea de la entrada en el Antropoceno, una época geológica humanamente producida, resume los retos de la humanidad ante la catástrofe y la necesidad de cambio social global.

Beck nos advierte que las acciones de la humanidad han alterado profunda e irreversiblemente a la naturaleza y por lo mismo la metamorfosis del mundo y la catástrofe son inevitables. El dilema es cómo cambiar nuestros horizontes de pensamiento y acción para evitar que los riesgos globales nos arrojen a escenarios de destrucción irreversible de ecosistemas, extinción masiva de especies, conflictos violentos, agudización de la exclusión social y el sufrimiento de millones de personas.

En este sentido, resultan refrescantes las huelgas escolares y las protestas de jóvenes, la movilización de ciudadanos contra la extinción y el llamado de algunos líderes políticos a declarar una emergencia climática global. No podemos permanecer impávidos esperando que la inercia política y la agenda de intereses económicos anidados nos imponga la catástrofe. El cambio del mundo humanamente provocado, la metamorfosis irreversible, nos obligan a activar energías sociales para la innovación institucional y una transición sustentable a escala global. Como nos reclaman las nuevas generaciones, llevamos décadas actuado con negligencia y ante el riesgo de catástrofe no podemos darnos el lujo de seguir perdiendo el tiempo..