Al final de mi artículo de la semana pasada mencioné que se avecinaba una situación muy difícil para nuestro país y parece que en los últimos días se ha acentuado esa posibilidad. Sin embargo, hasta ahora, el gobierno federal ha dicho que espera mejores condiciones para el año que viene. El problema real es que para ello todavía faltan cuatro meses que serán muy difíciles para millones de mexicanos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), produjo un informe a fines de julio de este año en donde da cuenta de la situación crítica de la región, dadas las “estructuras de protección social débiles con sistemas de salud fragmentados y profundas desigualdades”. Ya se sabía que el modelo económico seguido en nuestro continente tenía graves dificultades, pero según el organismo, con la llegada de la pandemia los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y en mi opinión éste es el principal problema.
Nos estamos convirtiendo en el cuarto país con mayor número de pobres, con más de 50 millones y en el quinto con mayor número de pobres extremos, con 18 millones, según la Cepal. En un artículo muy documentado publicado la semana pasada bajo la firma de Ignacio Fariza en El País, se señala que en nuestro continente llueve sobre mojado, ya que el estancamiento que estamos viendo este año hará que sea el peor quinquenio desde la segunda guerra mundial y que si los gobiernos nada hacen para mejorar, tendremos un retroceso de 20 años en los principales indicadores.
En los datos macroeconómicos estamos en un crecimiento económico de entre -7.2% según el Banco Mundial y -9% según la Cepal, ambos nada halagüeños. En la región pasaremos de 185 a 231 millones de pobres.
La investigadora Nora Lustig, quien trabaja en el Instituto de Compromiso con la Equidad, realizó un estudio sobre el impacto de la pandemia en cuatro países, a saber: Argentina, en sus zonas urbanas, Brasil, Colombia y México. Los resultados son interesantes y, sobre todo, demuestran cómo ha sido la respuesta de los gobiernos. En general habrá 25 millones más de pobres en los cuatro países, la mitad de ellos en Brasil, y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, habrá crecido entre dos y cuatro puntos porcentuales. Un dato interesante es que quienes están perdiendo más no son pobres o los extremadamente pobres, sino las clases medias bajas que no gozan de alguno de los programas asistenciales.
Los gobiernos han reaccionado con medidas de mitigación de manera diferente y así lo indica la investigadora: Brasil ha invertido un 2% de su PIB en un programa de auxilio emergente que beneficia a más de 50 millones de personas, con una transferencia de 107 dólares al mes durante cinco meses; Argentina ha dedicado más del 1% de su PIB a un ingreso familiar de emergencia en beneficio de nueve millones de personas, con 148 dólares durante tres meses; Colombia ha dedicado solo 0.3% y su efecto mitigador ha sido muy bajo.
Por último, se menciona que nuestro país no ha introducido ninguna medida de mitigación, más allá de los programas sociales que estaban establecidos antes de la pandemia y que sin duda son un gran apoyo; a pesar de ello, según los expertos, los pobres se incrementarán en 10 millones. Para muchos sigue siendo una incógnita el por qué no se ha lanzado ninguna medida de mitigación para los empresarios, principalmente para las pequeñas empresas o para las personas, tomando incluso las propuestas de diputados del partido gobernante de crear el ingreso mínimo vital por un tiempo determinado, acción que la Cepal recomienda en su documento.
Cada día vemos más gente desesperada y necesitada de algún apoyo monetario o en especie, por lo que es urgente que el gobierno incremente sus acciones, ya que debería tomar en cuenta que estamos hablando de seres humanos y no de cifras.