El populista Sady Japarov juró el jueves su cargo de presidente de Kirguistán tras ganar las elecciones en este país de Asia Central, que en octubre vivió una crisis política que le llevó de la cárcel a la jefatura del Estado.
Japarov, de 52 años, cumplía una condena por toma de rehenes cuando fue liberado por sus partidarios tras los disturbios provocados por la contestación por parte de la oposición de los resultados de las elecciones parlamentarias, marcadas por sospechas de fraude.
Tras la dimisión del entonces presidente, este exdiputado obtuvo el control interino del Estado antes de ganar las elecciones presidenciales del 10 de enero con casi el 80% de los votos.
Sadyr Japarov se comprometió el jueves a “preservar la integridad del pueblo y la seguridad del país” poniendo la mano en la Constitución kirguisa, que debe ser modificada en los próximos meses para reforzar los poderes del presidente.
Al ganar las presidenciales, Japarov había prometido “la dictadura de la ley y la justicia” en este país pobre de Asia Central, al tiempo que descartó los temores de sus oponentes de que esté preparando una dura represión.
Sus detractores temen que el objetivo de Japarov sea concentrar el poder al estilo de los gobernantes autoritarios de la región, como en Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán.