La Portada | El voto urbano, volátil y decisivo

17 de Junio de 2024

La Portada | El voto urbano, volátil y decisivo

voto urbano

Especialistas consideran que el sufragio en las ciudades fue subestimado por las encuestas; sin embargo, su alta volatilidad hace imposible predecir hacia dónde se inclinará en esta ocasión

Tienen mayor nivel de escolaridad, están más informados y suelen tener una vocación opositora. Pertenecen en su mayoría a las clases medias, son menos propensos al clientelismo por el otorgamiento de programas sociales y presentan una mayor predisposición a salir a votar. Son los electores del entorno urbano.

Con 50.48% de los mexicanos habilitados para votar concentrados en sólo 100 grandes ciudades, –el 4% del total de municipios del país–, el voto urbano resultará decisivo en las elecciones federales y estatales del próximo 2 de junio, según varios expertos consultados por ejecentral.

Pero su relevancia no sólo se limita al elevado volumen de sufragios potenciales que se concentra en las grandes urbes, sino al hecho de que se trata de un voto altamente volátil, lo que imprime fuertes dosis de incertidumbre y hace imposible predecir resultados.

Lo que sí es un hecho es que, de acuerdo con los expertos, el voto urbano definirá la elección del próximo domingo.

“El voto urbano no solamente es determinante, sino que es un voto que tiene mayor posibilidad de evaluar con información más amplia, más precisa, la gestión de los gobernantes y, por tanto, las propuestas y el talante de las candidaturas”, comenta el exconsejero del INE Marco Antonio Baños.

Francisco Abundis, director de Parametría, sostiene que el voto urbano “será decisivo” y agrega un ingrediente más: este sufragio, “más escolarizado” y “menos oficialista”, ha sido subestimado por las encuestas, por lo que no ha sido debidamente medido.

A estas voces se agrega la de Arturo Espinosa Silis, especialista en derecho electoral y consultor, quien afirma que los votantes de las ciudades “tienen el potencial para cerrar la elección”.

Cerca de 70% del total de secciones electorales en que está divido el país está ubicado en las grandes metrópolis. Para las elecciones federales de este año, la lista nominal está integrada por 99 millones 84 mil 188 electores, de los cuales alrededor de 69.3 millones viven en ciudades. Si se toma como base un promedio de participación de 60% en los más recientes comicios presidenciales, entonces el voto urbano potencial es superior a 41 millones de ciudadanos.

Una enorme bolsa

Para la realización del presente trabajo, ejecentral analizó los datos electorales de las 100 ciudades más pobladas del país, todas ellas con más de 200 mil habitantes.

Se optó por considerar como urbes o núcleos urbanos con características propias a algunas alcaldías de la Ciudad de México, como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y otras, debido a que el tamaño de su población, y por lo tanto de su lista nominal, supera al de muchos municipios estatales. En total, la población de esas 100 urbes analizadas asciende a 56 millones 320 mil 835 mexicanos, con una lista nominal conjunta de 50 millones 19 mil 987 electores.

Lo anterior significa que en sólo 100 ciudades de México —de un total de dos mil 476 municipios— se concentra el 50.48% de los ciudadanos que están habilitados para sufragar el próximo 2 de junio.

Dicho de otra forma, más de la mitad de los mexicanos con posibilidades de votar el próximo domingo vive en 4% del total de municipios del país.

De entre las ciudades analizadas, en 62 gobierna el mismo partido o coalición en el ámbito municipal y estatal. Entre ellas están las cuatro urbes más pobladas del país, como son Iztapalapa, de la Ciudad de México; Tijuana, de Baja California; Ecatepec, del Estado de México, y León, Guanajuato.

En esta misma situación se encuentran las capitales más importantes, como Guadalajara, Jalisco (tanto en el municipio como en el estado gobierna actualmente Movimiento Ciudadano); Monterrey, Nuevo León (MC); Chihuahua, Chihuahua (PAN-PRI-PRD); Mérida, Yucatán (PAN); Saltillo, Coahuila (PAN-PRI-PRD); Aguascalientes, Aguascalientes (PRI-PAN-PRD); Mexicali, Baja California (Morena); Culiacán, Sinaloa (Morena); Querétaro, Querétaro (PAN); Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (Morena); Xalapa, Veracruz (Morena); Tepic, Nayarit (Morena); Villahermosa, Tabasco (Morena); Ciudad Victoria, Tamaulipas (Morena); La Paz, Baja California Sur (Morena-PT), y Chilpancingo, Guerrero (Morena).

Esto significa que en los últimos seis años, 62% de las mayores urbes se ha inclinado por votar por el mismo partido o coalición tanto en el ámbito municipal como en el estatal. En contraste, en el universo de ciudades analizadas, 38 han emitido un voto diferenciado, es decir, que el sufragio mayoritario por presidente municipal es por un partido o coalición distinto al de gobernador.

En este escenario están capitales como Puebla (la ciudad está gobernada actualmente por la alianza PAN-PRI-PRD, mientras que el estado está en manos de la alianza Morena-PT-PES); Hermosillo, Sonora; San Luis Potosí, capital del estado del mismo nombre; Morelia, Michocán; Cuernavaca, Morelos; Pachuca, Hidalgo; Campeche, Campeche, y Toluca, Estado de México.

Las clases medias

En la medida que los ciudadanos de las principales urbes del país como son la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, entre otras, salgan a votar el próximo 2 de junio, el voto urbano será más decisivo.

Este tipo de sufragio se ha caracterizado por una alta participación y, al menos en las últimas dos elecciones, se ha comportado en forma diferenciada. En el actual proceso puede ser clave para que se genere una contienda más competida.

Para Arturo Espinosa Silis, consultor en temas electorales, los electores en las ciudades tienen incluso el potencial para “cerrar la elección”.

En entrevista con ejecentral, el director del think tank Laboratorio Electoral señala que precisamente el voto urbano, vinculado a la participación de las clases medias, fue determinante para el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Si bien el voto duro de Morena y sus aliados es muy amplio y tiene una mayor fuerza en zonas rurales, así como en algunas urbes muy particulares, a diferencia de hace seis años, en esta elección el voto de las clases medias podría jugar en contra del partido gobernante.

“Esta diferencia que obtuvo tan grande yo creo que se debió en gran medida porque las clases medias votaron por Andrés Manuel, porque creían en un cambio, y lo que se ha visto a lo largo del sexenio es que Andrés Manuel ha olvidado a estas clases medias, las ha dejado de lado, incluso las ha criticado y las ha atacado en muchas ocasiones”, considera Arturo Espinosa.

El experto en derecho electoral señala que “es ahí donde Morena y el Presidente pueden recibir el revés más importante, en las clases medias”.

Para el socio fundador de la consultora Strategia Electoral, aunque Morena mantenga una base “clientelar” de electores a través de los programas sociales, los constantes embates en contra de esta clase media pueden generar una mayor participación en las urnas, lo que afectaría al proyecto oficialista.

“Son científicos, padres de niños con cáncer, son médicos, muchas mujeres que han sido olvidadas, atacadas y que les han quitado ayudas importantes y toda esta clase media es la que está molesta con el gobierno, está inconforme, es la que ha salido a las marchas”, subraya Espinosa Silis.

En la inconformidad de este sector de la población, que podría materializarse en el llamado voto de castigo, la participación de los jóvenes de esta clase media a la que el Presidente ha señalado de “fifís”, “gente desinformada” y “conservadora”, podría estar la diferencia.

“Muchos de estos jóvenes pertenecen a estas clases medias, son jóvenes que están en las universidades, están estudiando, están en sus primeros empleos y son parte de esta clase media que de cierta forma entienden que si salen a votar pueden cambiar el resultado (…) Son parte de esta clase media que vive en zonas urbanas y que tiene la definición de la elección en sus manos”, sostiene.

Las ciudades y el 2018

En 2018, las 100 ciudades más pobladas del país aportaron 16 millones 77 mil 693 votos a Andrés Manuel López Obrador; siete millones 294 mil 11 a Ricardo Anaya (PAN-PRD-MC) y cuatro millones 342 mil 161 a José Antonio Meade (PRI-Verde-Nueva Alianza).

Esto quiere decir que las urbes más grandes de México aportaron 53.3% de los 30.1 millones de votos con que López Obrador conquistó la Presidencia, lo que demuestra el poder del voto que se emite en las principales ciudades y capitales del país.

En el caso de Anaya, los centros urbanos le dieron 57.8% de sus 12.6 millones de votos, en tanto que el aspirante priista cosechó 46.7% de 9.2 millones de votos que recibió hace seis años.

Las ciudades que se volcaron hacia López Obrador y le otorgaron más de 60% de los votos fueron Iztapalapa, Tijuana, Puebla, Gustavo A. Madero, Cancún, Culiacán, Acapulco, Tuxtla Gutiérrez, Xochimilco, Tláhuac, Tepic, Villahermosa, Ensenada, Ciudad Obregón, Playa del Carmen, Los Mochis, Tehuacán, Oaxaca, La Paz, Chilpancingo, Tapachula, Coatzacoalcos, Los Cabos, Guasave y Texcoco.

En contraparte, los centros urbanos en donde el tabasqueño obtuvo menos respaldo e incluso perdió la elección presidencial de 2018, fueron León (22.05%), Zapopan (37.54%), Monterrey (31.0%), Chihuahua (34.1%), Irapuato (33.3%), San Nicolás de los Garza (28.3%), Celaya (33.3%) y Santa Catarina (26.9%).

Las ciudades en donde hubo una contienda reñida entre el primero y el segundo lugar en la elección presidencial de 2018 (un dígito de diferencia), fueron Guadalajara (42% AMLO, 33% Anaya), Zapopan (37%-40%), Monterrey (31%-38%), Chihuahua (34%-40%), Aguascalientes (39%-32%), San Luis Potosí (43%-33%), Querétaro (42%-35%), Guadalupe, Nuevo León (36%-29%), Irapuato (33%-37%), Benito Juárez, Ciudad de México (39%-38%), Nuevo Laredo (39%-32%), Celaya (33%-37%) y Ciudad Victoria (39%-30%).

Los analistas entrevistados por ejecentral coinciden en que el votante rural es más beneficiado que el urbano por los programas sociales del Gobierno federal y, por lo tanto, más proclive a ser movilizado por los aparatos partidistas, por lo que tenderá a votar más por Morena que por la oposición.

En tal sentido, apuntan, un aumento en la participación de los votantes urbanos de clases medias en las elecciones de junio próximo tendría el potencial de cerrar la contienda.

¿Voto de castigo?

En las elecciones estatales del 2021, el proyecto político de la Cuarta Transformación recibió un voto de castigo en los principales núcleos urbanos del país, que se reflejó en el triunfo de la oposición en nueve de 16 alcaldías en la Ciudad de México, en la recuperación por parte del PAN de buena parte del “corredor azul” del Estado de México y en la pérdida de importantes capitales de entidades gobernadas por Morena.

En dichos comicios, la oposición ganó las presidencias en Cuernavaca, capital de Morelos; Toluca, capital del Estado de México; Puebla, capital de Puebla; Hermosillo, capital de Sonora; Colima, capital de Colima, Morelia, capital de Michoacán, y Campeche, capital de Campeche. En estas entidades, el gobernador del estado es de Morena, pero la oposición tiene actualmente en sus manos las respectivas capitales.

Además, en 2021 la oposición refrendó el control de Guadalajara, la capital de Jalisco, y ganó Monterrey, capital de Nuevo León.

En las urbes, más oposición

Para el director de la firma encuestadora Parametría, Francisco Abundis, el voto urbano es un poco más opositor que el rural, debido a que suele tener mayores niveles de escolaridad y más conocimiento sobre los problemas nacionales, lo que lo hace más crítico de los gobiernos en funciones.

“Este tipo de elector suele ser menos oficialista. Lo hemos visto a nivel nacional, en particular en la Ciudad de México en las elecciones de 2021, cuando Morena y los partidos aliados perdieron posiciones en las alcaldías y en el Congreso local. Además, es un voto que parece que está más motivado para salir a votar”, detalla.

Al abundar sobre el posible comportamiento del voto en los centros urbanos del país, Abundis matiza que no necesariamente se deberá a una oscilación en el perfil de los votantes, sino a un factor emocional.

“Al parecer tenemos una oposición muy motivada y un morenismo poco incentivado en esta elección”, por lo que es probable que se reporten tasas de participación más bajas en el oficialismo.

El especialista recuerda que el presidente López Obrador declaró que los habitantes de la Ciudad de México se están haciendo panistas o “conservadores” o “fifís”, y acota: “La ciudadanía en el agregado no está necesariamente cambiando de preferencias, pero el electorado que parece saldrá a votar será un opositor altamente motivado”.

Abundis admite que esta motivación para salir a votar podría estar relacionada con el “enojo” de ciertas capas de la población con la situación de inseguridad en el país, las deficiencias en el sistema de salud, los ataques contra las instituciones democráticas, la escasa funcionalidad de las principales obras de infraestructura y la polarización atizada desde la Presidencia.

“Eso es lo que nos hace pensar que algunas de las mediciones que se están publicando están subestimando el voto urbano inconforme. Por lo que pasó en la Ciudad de México en 2021 y en el Estado de México en 2023, creemos que es un voto que va a salir a votar más que los simpatizantes de Morena”, insiste.

Se le preguntó a Abundis si, en este contexto, el voto urbano es un desafío mayor para Morena que para la oposición, en el sentido de que la inconformidad se canaliza hacia el partido o la coalición que está en funciones.

Responde: “Es probable, o por lo menos así pasó en las elecciones de 2021, cuando hubo un voto de castigo contra Morena, al menos en la Ciudad de México. La capital tal vez fue el caso más emblemático, pero se podría pensar que lo mismo pasa en Jalisco o en Nuevo León”.

Voto voluble para diputados

Si en los comicios presidenciales el voto urbano muestra cierta volubilidad entre una elección y otra, en los comicios para diputados federales el fenómeno es más evidente.

De acuerdo con la base de datos armada por este medio, las 100 ciudades más pobladas del país albergan 157 de los 300 distritos federales en que se divide el territorio para la elección de los legisladores de mayoría relativa.

En el proceso electoral de 2018, Morena y sus aliados obtuvieron el triunfo en 118 de esos 157 distritos alojados en las urbes más pobladas, en tanto que los partidos que hoy forman el bloque opositor (PAN, PRI y PRD) consiguieron 39.

Es decir, en los comicios de 2018, las 100 principales ciudades del país le dieron a López Obrador 50% de los votos registrados, mientras que en la contienda por posiciones en San Lázaro le dieron a la alianza morenista 75% de las curules en disputa.

Del centenar de ciudades en cuestión, las que votaron en contra de la ola morenista fueron León, Guadalajara, Zapopan, Monterrey, Chihuahua, Mérida, Saltillo, Aguascalientes, San Luis Potosí, Torreón, Irapuato, Tonalá, Nuevo Laredo, San Nicolás de los Garza, Celaya, Ciudad Victoria, Soledad de Graciano Sánchez y Huixquilucan.

Tres años después, en los comicios federales de 2021, la geografía política a nivel distrital cambió. De los 157 distritos federales correspondientes a los principales núcleos urbanos, Morena y sus aliados ganaron en 84 (una merma de 34 posiciones, equivalente al 28% respecto al 2018), mientras que los candidatos de PAN, PRI y PRD lograron el triunfo en 65 (un aumento de 26 curules, o un brinco de 66%).

Entre las grandes urbes que cambiaron de opción política entre las elecciones legislativas de 2018 y 2021 están Puebla, Guadalajara, Gustavo A. Madero, Querétaro, Naucalpan, Álvaro Obregón, Morelia, Tlalpan, Torreón, Tlaquepaque, Coyoacán, Cuauhtémoc (CDMX), Apodaca, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli, Miguel Hidalgo (CDMX), el puerto de Veracruz, Toluca y Cuajimalpa.

Como demuestran los datos, los electores que en 2018 dieron su confianza a Morena y sus aliados, pero que en 2021 dieron mayores victorias a la oposición se ubican principalmente en la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México, y en entidades que son gobernadas por la oposición, como Jalisco, Querétaro, Coahuila y Nuevo León.

En la mira de los candidatos

El exconsejero del Instituto Nacional Electoral (INE), Marco Antonio Baños Martínez, destaca que, si bien los electores que se encuentran en las zonas urbanas tienen el potencial de determinar el triunfo o derrota de algún candidato, también son los más informados y a los que más les aquejan problemas como la falta de agua, inseguridad, falta de oportunidades de trabajo o inconvenientes de movilidad.

Por ello, dijo, el desafío para los presidenciables es convencer a la gente de que tienen una solución viable para resolver esos grandes problemas.

¿Usted considera que las plataformas, las propuestas y las campañas de los presidenciables lograron atraer a este voto urbano?

“Yo creo que sí, yo creo que el voto urbano es uno de los componentes más fuertes que están teniendo los candidatos (…) Y yo creo que las candidaturas van a estar sujetas a una evaluación muy fuerte, no solamente del perfil de las propias candidaturas, sino de los resultados de los gobiernos”, fue su respuesta.

Y agregó: “La Ciudad de México no tiene necesariamente una aceptación unánime a las gestiones que Morena y creo que el 2021 así lo demostró, vamos a ver qué sucede ahora en esta entidad federativa, como lo vamos a ver también en el caso de Veracruz, donde no solamente es la gestión de Cuitláhuac García la que está sujeta al voto ciudadano, sino el perfil de la candidata (a la gubernatura, Rocío Nahle) envuelta en problemas y de acusaciones por actos terribles de corrupción”.

En entrevista con este medio, el exconsejero electoral señaló que una de las características del voto urbano es que los habitantes de las ciudades tienen más información sobre los candidatos que otros mexicanos.

“La concentración del electorado en zonas urbanas es más grande de lo que hemos visto en elecciones anteriores, porque la población ha crecido entre las elecciones del 2018 y el 2024; son 10 millones de electores más que hace seis años (…) Entonces yo sí creo que el voto urbano no solamente es determinante, sino que es un voto que tiene mayor posibilidad de evaluar con información más amplia, más precisa, la gestión de los gobernantes y, por tanto, las propuestas y el talante de las candidaturas”, comenta.

¿Las redes sociales son un reto para los presidenciables y candidatos a gobernadores?

“La comunicación política hoy transita esencialmente por las modalidades que permite el Internet. Las redes sociales se han desarrollado en buena medida por la incorporación de tecnologías de punta y entonces estas tecnologías funcionan mejor en lugares donde el Internet no falla”.

¿Y entre este voto urbano el que pesa más es el voto joven?

“Ese voto joven en rigor es un segmento que corresponde casi a la tercera parte del electorado, pero es el que menos vota; vamos a ver si ahora la estrategia de campaña de Movimiento Ciudadano tiene un efecto concreto. La campaña de Jorge
Álvarez Máynez (candidato presidencial de MC) se ha desarrollado básicamente en las universidades; refirió en el debate que llevaba más de 40 universidades visitadas. Además, es una candidatura que se maneja más por las redes sociales”.

Marco Antonio Baños refiere que esta estrategia se basa en las campañas que tuvieron Samuel García, gobernador de Nuevo León, y su esposa, Mariana Rodríguez, candidata a la alcaldía de Monterrey, la cual ha sido exitosa para Movimiento Ciudadano, pese a que el nivel de información que se maneja por las redes sociales para estos efectos pues “no necesariamente es un nivel de información detallado, amplio, profundo para evaluar la gestión de gobierno, de calidad, es más bien un mecanismo de comunicación donde se manejan los códigos que han construido las mujeres y hombres jóvenes de este país”.

Tres grupos, tres tendencias

Tijuana, Baja California, es una de las ciudades más pobladas de México, con 1.9 millones de habitantes y una lista nominal de 1.6 millones de electores. Hay más tijuanenses habilitados para votar, que ciudadanos en países como Trinidad y Tobago (1.4 millones de habitantes), Estonia (1.3 millones) o Chipre (1.2 millones).

Con ese caudal de electores, Tijuana es una ciudad totalmente fiel a Morena y sus partidos aliados, pues dicha coalición gobierna el municipio y el estado; además, el bloque morenista obtuvo el voto mayoritario en las elecciones para diputados federales de 2018 y 2021, lo mismo que López Obrador en los comicios presidenciales de 2012 y 2018.

En la misma situación de fidelidad se encuentran urbes como Nezahualcóyotl, Valle de Chalco y Texcoco, en el Estado de México; Cancún, Quintana Roo; Acapulco y Chilpancingo, en Guerrero; Venustiano Carranza, Xochimilco, Iztacalco y Tláhuac, en la Ciudad de México; Villahermosa, Tabasco, y Oaxaca capital.

En la esquina contraria se encuentran ciudades como León, Guanajuato, que con sus 1.7 millones de habitantes y 1.2 millones de potenciales votantes, ha dado el voto mayoritario al PAN tanto a nivel municipal, estatal y federal en los diversos comicios desde 2012.

Una circunstancia similar se vive en Chihuahua capital (748 mil personas habilitadas para sufragar); Irapuato, Guanajuato (459 mil en lista nominal), Celaya, Guanajuato, (401 mil electores); San Nicolás de los Garza (412 mil votantes) y Santa Catarina (304 mil), Nuevo León.

Una tercera categoría la integran ciudades que no tiene lealtad con ninguna fuerza política o coalición y reflejan un voto combinado en los diversos comicios y en los diferentes niveles de gobierno.

Un ejemplo es Guadalajara, donde el municipio y el estado son gobernados actualmente por Movimiento Ciudadano, pero en 2012 sus habitantes dieron el voto mayoritario a Enrique Peña Nieto (PRI-Verde-Nueva Alianza), mientras que en 2018 favorecieron a López Obrador.

Además, en 2018 los votantes tapatíos encumbraron a candidatos de PAN-PRD-MC para diputados federales, mientras que en 2021 hicieron lo propio con aspirantes tanto de MC como de Morena y sus aliados.

En este perfil entran urbes como Ecatepec, Estado de México; Puebla capital; Ciudad Juárez, Chihuahua; Gustavo A. Madero, Ciudad de México; Monterrey, Nuevo León; Mérida, Yucatán; Saltillo, Coahuila; San Luis Potosí capital; Querétaro, capital; Morelia, Michoacán; Xalapa, Veracruz, y Tampico, Tamaulipas.

Según la base de datos elaborada por ejecentral, en las elecciones presidenciales de 2012, de las 100 ciudades más pobladas de México, 52 votaron mayoritariamente por Peña Nieto, mientras que 48 dieron el triunfo a López Obrador. De igual forma, 78 votaron por una opción distinta al PAN, lo que podría interpretarse como un voto de castigo para la gestión saliente de Felipe Calderón.

Un panorama distinto se vivió en 2018. De las 100 ciudades en cuestión, 92 dieron el sufragio mayoritario a López Obrador, en tanto que sólo ocho se inclinaron por la candidatura de Ricardo Anaya, lo que revela un aplastante apoyo al tabasqueño.

Ese mismo año, el centenar de ciudades votó por un partido o coalición distinta al PRI, lo que evidencia una insatisfacción unánime con la administración de Peña Nieto.

Comicios, acto de confianza

La elección del próximo 2 de junio será definida, sin duda, por el voto urbano, ya que, como se estableció al inicio de este reportaje, alrededor del 70% de las secciones electorales está ubicado en las grandes urbes.

Sin embargo, no es posible predecir cómo se comportará este voto en los comicios en puerta pues, de acuerdo con especialistas, hay una multitud de variables a tomar en cuenta.

Salir a votar es “un acto de confianza en la elección en sí y en la organización del INE”, pues la jornada electoral es, en sí, “la máxima expresión de la democracia”, señala en entrevista la encuestadora y politóloga Lorena Becerra.

La especialista aclara que tras la fuerte embestida en contra del Instituto Nacional Electoral “por parte del presidente López Obrador y de muchas de las figuras más prominentes de Morena”, que han cuestionado el gasto y la integridad de los funcionarios, “una parte de la participación del 2 de junio, sobre todo en las ciudades, va a tener la relevancia de refrendar esa confianza en el Instituto Electoral”.

Destaca que, sobre todo, es relevante “que la gente piense que su voto tiene importancia”. Y en ese sentido, dice estar en desacuerdo con los dichos acerca de que la elección del domingo 2 de junio será un mero trámite.

“Yo creo que eso es algo muy equivocado… ése no es un trámite, esa elección es la máxima expresión de la democracia de nuestro país, realmente es lo único que importa”. Y añade que todas las actividades previas, las precampañas, las intercampañas, las campañas de contraste, los debates, son sólo parte de “lo que más vale en la democracia”, que es “el hecho de ir a votar”.

›Para Becerra, el tamaño de la elección a la que vamos es una gran fuente de incertidumbre, ya que va a haber lugares donde “la población va a estar recibiendo hasta seis boletas, va a elegir cargos de presidente municipal, del congreso local, de gobernador, de senador, de diputado federal y de presidente”.

Esto, dice, genera incertidumbre respecto al voto urbano, ya que se ha visto que en las votaciones recientes ha habido un incremento en la alternancia a los niveles municipal y local, “pero también hemos visto un mayor voto dividido en la población nacional”.

Además, aclara que “el porcentaje de indecisos a nivel nacional está como en 25%”, y aunque muchas de esas personas ya no salen a votar, “a nivel estatal y en las ciudades varía mucho, sin duda por el dinamismo que tenemos en la comunicación electoral, porque prácticamente la mitad de la población se está informando de temas electorales en redes sociales”.

La especialista también considera que va a ser muy relevante el voto de las mujeres. “A ver si vamos a ver algún tipo de brecha de género, sobre todo porque tenemos dos candidatas mujeres, que son las que tienen posibilidades de llegar a la Presidencia”, concluye.

NM

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