Mientras las calles empedradas del centro de Querétaro eran azotadas por las gotas de la lluvia, en el Teatro de la República una fuerte tromba política de reclamaciones alcanzaba los oídos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En la conmemoración de los 103 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los representantes de los Poderes Judicial y Legislativo, cuestionaron las cuentas pendientes para cumplir con la Carta Magna.
El mandatario llegó al inmueble con el tiempo suficiente para realizar los actos protocolarios relacionados con el evento como acostumbra: hizo saludo a la Bandera, subió al estrado y dio la mano a cada uno de los 19 gobernadores que llegaron puntuales al evento, a los miembros de su gabinete en el presidium y a los presidentes de la Cámara de Diputados, del Senado de la República y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Francisco Domínguez Servién, gobernador anfitrión, tomó primero el micrófono.
“La Constitución de 1917 es, al mismo tiempo, un destino y un mecanismo. El destino de un tiempo violento y cruel. De resistencia, pero también de represión. De ansias transformadoras, pero también de intolerancia. De aspiraciones, pero también de confrontación”, resaltó el panista.
En los minutos siguientes, el Gobernador de Querétaro resaltó que la Constitución ordena el fraccionamiento del poder, pero también garantiza la crítica, la transparencia y el equilibrio.
“Se requiere empatía hacia quien piensa diferente, subrayó el mandatario estatal, mientras López Obrador veía al techo, cómo observando el candelabro que adorna el centro del recinto.
Habían pasado más de veinte minutos desde el inicio de la conmemoración, cuando el hidalguense Omar Fayad se integró al resto de gobernadores presentes.
Mientras Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán lanzaba un bostezo, Arturo Lelo de Larrea, presidente de la Corte, llegó al atril.
En su discurso, el ministro presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea recordó que una de las deudas a los mexicanos sigue siendo la garantía de un Estado de derecho, en el que justicia no sea un privilegio para unos cuantos y llegue a los que menos tienen, a esos “mismos que creen que la justicia es inalcanzable”.
Su ex ompañera en la Corte y hoy secretaria de Gobierno, Olga Sánchez Cordero aseguró a López Obrador que la futura reforma judicial no viola los derechos humanos.
La sala lucía semi vacía, el grupo de invitados fue reducido en comparación con la conmemoración 102 de la Constitución. Entre los presentes se pudo ver al gabinete federal y local, así como algunos representantes de partidos políticos y funcionarios locales.
Laura Angélica Rojas, presidenta de la Mesa Directiva de los diputados, continuó con la línea.
La legisladora aseguró firme que, mientras continúe la brecha de desigualdad en derechos humanos, en salud, en economía, la Constitución “seguirá siendo letra muerta”.
“Quienes pensamos distinto debemos escucharnos, dialogar y construir para materializar el sueño mexicano consagrado en nuestra Constitución”, alertó.
Pese a estas exigencias y reclamos, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó la palabra y dedicó 32 minutos a recordar la historia que llevó a la promulgación de la Carta Magna, de los logros de su administración y del futuro en materia de reformas.
A punto de finalizar su discurso, el mandatario agradeció la disposición del presidente Donald Trump para las negociaciones del T-MEC, por lo que dijo no se va a estar peleando por cualquier cosa, sino por la que realmente signifiquen hacer valer nuestra independencia. RB