San Bartolomé Zoogocho, un diminuto poblado de 400 habitantes localizado a 60 kilómetros al noreste de la ciudad de Oaxaca, ha aplicado al revés todas las acciones sanitarias del gobierno federal. El resultado: tiene cero contagios de Covid-19 y es el último “municipio de la esperanza” que queda en el país.
A diferencia del gobierno federal, que se abstuvo de cerrar fronteras, cancelar vuelos o vigilar aeropuertos, en Zoogocho se atrincheraron y prohibieron el paso a los visitantes, incluidos sus propios paisanos que viven en Estados Unidos, en otros estados de la República o en la ciudad de Oaxaca.
“Todos son bienvenidos a nuestra región, no obstante, por el momento evite visitarnos”, se lee en un comunicado de la Unión de Autoridades Municipales del Sector Zoogocho emitido el pasado 19 de diciembre. “Antes de pretender visitarnos, recuerde que somos una región libre de Covid-19 y merecemos continuar así, por el bien de los que habitamos en esta región”.
De los 324 “municipios de la esperanza” que había en mayo —demarcaciones sin casos de Covid-19 y con fronteras libres de coronavirus— hoy sólo queda Zoogocho, entidad que se rige por usos y costumbres. Conscientes de esa situación, las autoridades han vuelto más estrictas las medidas de seguridad.
Contrario a lo que señala el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien confía en la responsabilidad de los ciudadanos y exclama “prohibido prohibir”, en el poblado oaxaqueño se marcan límites y se aplican sanciones.
“Siendo conscientes de que en la comunidad no contamos con el equipamiento necesario ante una emergencia y aclarando que actualmente nuestra comunidad no registra caso alguno de Covid-19, evítenos la necesidad de llamarles la atención con multas, además de no permitirles el acceso a la comunidad”, se advierte en un comunicado del pasado 24 de enero dirigido a paisanos radicados fuera de Zoogocho.
De reportarse un caso de extrema urgencia, el visitante debe avisar con anticipación a la autoridad municipal y presentar un certificado médico antiCovid de máximo 48 horas de expedición.
A pesar de que, en teoría, el semáforo epidemiológico no aplica para este municipio, sus habitantes actúan como si tuvieran luz roja: sólo se permite el acceso a vendedores de productos de primera necesidad, como frutas, verduras, maíz, gas y material de construcción, y se le cierra el paso a los que quieren vender mezcal, cerveza, cigarros, refrescos y frituras.