Los microchips tienen potencial

13 de Mayo de 2024

Eduardo Penafiel

Los microchips tienen potencial

Eduardo Penafiel

La primera vez que leí acerca del tema fue en el 2006, cuando una discoteca llamada el Baja Beach Club en Barcelona, anunció que a tres participantes del programa de televisión El Gran Hermano les iban a implantar un microchip bajo la piel. Este VeriChip les permitiría entrar de forma gratuita al club, al área VIP y pagar su cuenta al escanearlo en la caja. El tiempo pasó y la noticia perdió fuerza, pero eso despertó un interés acerca del uso de esta tecnología y se comenzó a aplicar en animales, específicamente en perros y gatos para que fuera posible acceder a su reporte médico y su ubicación. De hecho, en nuestro país, en 2015, existía una iniciativa de ley para obligar a los dueños de perros y gatos a adquirir el microchip y así evitar el abandono de estas mascotas. El año pasado el tema volvió a hacer ruido gracias a una compañía de software en Estados Unidos que anunciaba que le iba a implantar a sus empleados un microchip capaz de almacenar el expediente del trabajador, compartir información con y entre ellos, pagar en las máquinas expendedoras y hasta abrir las puertas en las oficinas. Cincuenta de 80 empleados decidieron implantarse un microchip del tamaño de un arroz que por 300 dólares, la aceptación ha sido buena y no ha tenido efectos contraproducentes ni en el desempeño de los trabajadores ni en la salud de estos. Al parecer, lo que más les preocupaba a los otros 30 empleados que decidieron no implantarse el chip fue el tema de la privacidad y la posibilidad de que los jefes pudieran rastrear cada movimiento de ellos, las 24 horas del día. Esta es una de las razones principales por las cuales la tendencia de los microchips no ha tomado la fuerza debida, ya que muchas organizaciones dicen que estos dispositivos pueden llegar a ser muy vulnerables a un hackeo para robar la información que contienen y que son fácilmente manipulables para hacer mal uso de ellos. Otro aspecto importante es que hoy no existe un procedimiento común para el retiro de estos dispositivos, ya que por sus características (tamaño y materiales), el cuerpo humano rápidamente lo acepta como si fuera natural y esto podría complicar la extracción de éste. Pero a los suecos ninguno de estos temas parece importarles, ya que miles de ellos se están implantando un microchip que hace las funciones de tarjeta de crédito, de pase para el transporte público y hasta funciona como llave para abrir las puertas de su casa u oficina. Y la demanda sigue creciendo, ya que los habitantes de Suecia confían en su gobierno a tal grado que ven como una ventaja compartir la mayor cantidad de información posible, sabiendo que sirve para mejorar los servicios que reciben de él. Pero el hecho que miles de habitantes de Suecia estén abiertos a implantarse un microchip con la última tecnología es un reflejo de un país que siempre ha estado a la vanguardia digital. El gobierno lleva muchos años mejorando su infraestructura de transporte, médica y de seguridad y los servicios funcionan tan bien, que los habitantes siempre están dispuestos a probarlos. Esta mentalidad hace que Suecia sea una incubadora de talento tecnológico, en donde nacieron empresas como Skype y Spotify y con un plan para proveer al 90% de los hogares con internet de banda ancha para el año 2020. En un momento en donde el miedo al robo de la información es una de las principales preocupaciones, queda claro que los microchips necesitan un poco más de control y apegarse a las leyes de información y privacidad de cada país. Lo que me queda claro es que su potencial es enorme y yo si estoy abierto a la posibilidad de compartir mi historial médico, abrir una puerta y pagar una cuenta con la simple acción de pasar mi mano, que imprimir unas hojas, sacar unas llaves o buscar una tarjeta de crédito en mi cartera. ¿Tú no?

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