'Chairos mirrey' y el odio

6 de Mayo de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

‘Chairos mirrey’ y el odio

salvador guerrero

En México es casi imposible, al menos hasta este 2018, el desahogo de un debate inteligente, programático, interesante para audiencias muy amplias y útil para el conjunto de la comunidad electoral.

El tipo de integrantes de la totalidad de los cuartos de guerra y sus contrataciones externas en buena parte, aunque se hallen los “técnicos”, está dominado por personajes que podrían igualmente participar de batallas callejeras y el tono de la mayor parte de los insumos visuales distribuidos estos meses revela también la actitud camorrera.

Las autoridades electorales, todas ellas impuestas sobre la base de un respaldo partidista, es decir “referentes” o “padrinos” —ahora diferentes de los de Morena—, hacen sus cálculos sobre qué tipo de formato se impulsará en los tres debates a modo de favorecer, o al menos no perjudicar, a uno de los dos principales contendientes opuestos a AMLO, cualquiera que pueda ocupar el segundo lugar de entre Ricardo Anaya y José Meade.

Algo cultural, educativo, política y específicamente formativo, posibilita que los académicos —lo he visto en varias universidades mexicanas— se apasionen hasta la destrucción de la cortesía más elemental, cuando tratan de defender un posicionamiento ante contrincantes competitivos o de exposición mediática similar.

Los académicos más serios, con o sin vínculos con grupos de poder, pueden ser rabiosamente irracionales cuando “discuten académicamente”. Y durante sexenios permanecen “rabiosamente infelices” en oposición a la saludable recomendación de Leonardo Curzio.

Eso es registrable, por ejemplo, si se toca informadamente la manera en que muchos intelectuales han estado ventajosamente asociados al presupuesto federal o local durante décadas y de cómo también sus familiares y amigos han estado en conflictos de interés, ciertamente más delgados y sutiles, cuando aspiran a posiciones dentro de las universidades o en los organismos autónomos o incluso en los gobiernos o cuando se toca el tema del financiamiento de ciertas ONGs.

Pelean posicionamientos disfrazados como “técnicos” y “teóricos” o “por el bien del país” cuando es puramente personal y emocional en una gran cantidad de ocasiones…y por presupuesto.

He visto en la última semana agrias discusiones incluso dentro de familias ante la desgracia electoral de Meade: AMLO se fortalece aunque Anaya avance.

Muchos priistas, por cierto una masa muy importante de ellos muy joven, odian tanto a Morena que sus argumentos son del mismo tipo y sostenidos con la misma flagrancia visceral como aquellos de quienes respaldan a AMLO en su avanzada carrera a la presidencia. Una especie de chairos mirrey del PRI.

Se parecen entre ellos, en tanto fanáticos, más de lo que desearían reconocer los integrantes reales —de base y “de altísima calidad intelectual”— siendo parte de los polos de la disputa.

Los datos de la encuesta más reciente de Reforma, diario de gran influencia que está en el proceso de definir sus cercanías rumbo al 2018, indican que entre más educación existe más respaldo hay por Morena y menor por el PRI y que Morena se acerca a empatar en las regiones norte y noroeste del país.

Proceso publicó el vínculo de Morena con empresarios. A todos nos es evidente que las alianzas de Morena incluyen un alto grado de pragmatismo que ha permitido mantener su propuesta de alianza en prácticamente todas las entidades, a diferencia del PAN o del PRI.

No se han generado datos de contraste a lo que ello implica —educación y orientación al cambio como variables de la preferencia electoral a favor de Morena y a la consecución efectiva del poder nacional— aunque la dirección y profundidad del proceso es perceptible.

Creo que eso está en la base del enojo contra AMLO —balbucear prejuicios— y la simpatía relativa por el voto útil irritado y visceral a favor de Anaya que empieza a rumorarse por aquí y por allá de quienes no aceptarán fácilmente, y están en su derecho siempre que no generen violencia o ilegalidad, la victoria del tabasqueño.

confianzafundada.mx

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