Dulce de calabaza

6 de Mayo de 2024

Diana Loyola

Dulce de calabaza

calabaza

EJECENTRAL

Hoy mi abuela hizo dulce de calabaza, un dulce que la familia entera esperamos con ansia cada año; yo lo evoco apenas empiezo a ver calabazas en los mercados (que por cierto cada vez es más temprano en el año), y lo saboreo en la mente; obvio he probado muchos, pero mi memoria corporal y mi memoria emocional sólo reconocen el de mi abue.

En muy poca agua pone a hervir canela y pimientas negras gordas, una vez que el olor envuelve el aire y acaricia la nariz, deja caer suavemente el piloncillo y los hermosos trozos de calabaza, pequeños y sin cáscara, cortados con esmero, presumiendo su espectacular color naranja, las pepitas los acompañan discretas. Muy pronto comienza a mover (con cuidado y pala de madera) el afortunado encuentro de ingredientes. Apenas rompe el hervor, hacen su entrada los tejocotes, pelados, sin hueso y cocidos, se dejan abrazar y abrasar por el flamante jarabe que comienza a formarse. Las guayabas en cuarterones y las cañas de azúcar en pequeños trozos pasan lista y se unen al festejo. La pala de madera sigue mezclando como si quisiera que cada fruta conociera a las demás. Una vez fatigada, toma su descanso mientras el dulce recibe alborotado a las manzanas y las piñas. Todas las frutas generosas ceden parte de su jugo, que al mezclarse con el piloncillo hacen que la magia exista.

Finalmente una naranja con todo y cáscara, cortada en ocho partes, viene a redondear y equilibrar los sabores, el dulzor y a brindar un suspiro de acidez. La pala hace su última aparición, antes de dejar hervir por horas el delicioso festín.

La espera se hace eterna, pero hay algo de dulzura en ella, sabiendo que cada minuto (de cada día, si pensamos que lo esperamos todo el año) vale la pena; que la panza, el alma y la memoria serán recompensados; que esperar por ese dulce, justo el de mi abuela y no otro, nos da el deleite de la pertenencia; que así lo hacía la bisabuela y la tatarabuela antes de ella y de repente, como regalo glorioso, muchos años de herencia magnífica en un plato; muchos años de infancia rompiendo con los dientes la cáscara de las pepitas; muchos años chupándonos los dedos descarados…

Soy feliz, feliz de ver a mi abue frente a esa olla inmensa cada año, feliz de ver burbujear tan suculenta miel, feliz de servirme un plato y luego dos, de ver a mis hijos gozarlo tanto como yo, de sentirme parte de un feliz y delicioso plato del mejor dulce de calabaza que pueda imaginar, el dulce de calabaza de mi abue.

¡Qué fortuna!

¡Hasta la próxima!

@didiloyola

Te Recomendamos: