Juan Carlos Rodríguez
El Programa Nacional de Convivencia Escolar, instrumento del gobierno federal encaminado a combatir el bullying y que por primera vez se aplicó en 2016, debutó con errores en la selección de la población objetivo.
Una evaluación realizada por El Colegio de México muestra que “el programa debería distinguir claramente el problema de la convivencia escolar del problema más general de la violencia que sufre México. No es clara la justificación para circunscribir la acción del programa a los polígonos del Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia”.
El universo de escuelas a atender es 199 mil 812 planteles de preescolar, primaria y secundaria. Sin embargo, para hacerlo más certero, la Secretaría de Educación Pública (SEP) determinó que los esfuerzos se concentraran en 89 mil 976 escuelas localizadas en los polígonos donde se registran los más elevados índices de robo, homicidio, extorsión y secuestro. 
La recomendación de El Colegio de México es que la selección de escuelas se defina después de hacer un diagnóstico de los colegios donde es más frecuente el acoso, y no en función de la actividad delincuencial de la zona, pues un fenómeno no necesariamente está vinculado con el otro.
La decisión de echar a andar una estrategia nacional contra el bullying se tomó después de que incrementaran los reportes de niños que maltratan física y psicológicamente a sus compañeros. En algunos casos, los agredidos perdieron la vida, quedaron gravemente heridos o intentaron quitarse la vida.
Encuestas realizadas por la Organización de las Naciones Unidas y por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos revelan que México está en los primeros lugares de países donde más se practica el bullying.
En el documento Evaluación de diseño del Programa Nacional de Convivencia Escolar, El Colegio de México subraya que uno de los errores de la SEP es conceptualizar al alumno como fuente de violencia, sin considerar que el bullying tiene que ver con entornos donde interactúan alumnos, maestros y padres de familia.
“También se considera posible mejorar la conceptualización del tema de la convivencia, dado que presenta un sesgo hacia los alumnos como fuente de los problemas de acoso y violencia. Si bien se enfoca en trabajar con toda la comunidad escolar, ésta se concibe fundamentalmente como la fuente de soluciones para los problemas de convivencia entre alumnos. Habría que considerar la posibilidad de que existen otras relaciones que pueden dar lugar a problemas de convivencia, sobre todo entre alumnos y maestros”, recomienda la institución.