Maze Runner

13 de Mayo de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

Maze Runner

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El equipo de Enrique Peña Nieto se mantiene sin encontrar salida al laberinto.

La juventud y la audacia inicial dejaron su lugar a la ausencia de acción creíble y socialmente respaldable.

Para el grupo político predominante es cada vez más complejo reconstituir la posibilidad de mantener el control para el PRI con un liderazgo presidencial desdibujado. Cuando los líderes empresariales más connotados, aquellos con quienes los gobiernos del PRI y del PAN, sin excepción, han establecido una alianza estratégica de plazo sexenal, comienzan a distanciarse incluso de la defensa de la figura presidencial, se agrega a las evidencias de que el deterioro de la imagen del primer mandatario ha alcanzado estadios inéditos.

Nadie debe festejar eso. Nadie de quienes aspiran a competir desde las oposiciones más serias, desatenderá esa condición del contexto.

Peña Nieto es un hombre afable y de una “inteligencia emocional” extraordinaria.

Sin embargo, los resultados, amenazas internas y externas, políticas y económicas así como los errores, designaciones, modos de procesar las diferencias o de enfrentar los problemas son percibidos por la enorme mayoría de la población como 1) yerros y pifias que se le pueden perdonar, desde algunos ámbitos de politización baja o, 2) síntomas del declive del liderazgo presidencial, que requiere opciones radicalmente distintas al PRI y del PAN, desde otros puntos de vista.

Dos formas de hablar del mismo fenómeno.

Para un sector poco politizado, la imagen del presidente es más apropiada para la selfie que para la entrega de resultados tangibles, por ejemplo en materia de pobreza o de empleo. Sobrevive respeto y hasta admiración pero no expectativa de que algo central concluya al finalizar 2018.

Para segmentos de la clase media, jóvenes o mayores, la figura del poder ejecutivo encarnada en Peña Nieto ha desmerecido respecto de cualquier otro mandatario previo y es parte del conjunto de variables que impactarán decisiones en los procesos electorales.

Para un segmento más acomodado, el de aquellos dirigentes empresariales que han acompañado al poder en más de 50 años hay una señal de alarma.

Es por ello que en ese ámbito tiene sentido la valoración de alternativas controladas, de carácter ciudadano o partidario, que puedan hacer frente a lo que los datos indican.

El principal de ellos un incremento en el grado de polarización política. A ello se agrega decepción y frustración.

Nombre y apellidos circulan ampliamente.

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