1. El domingo terminaron las precampañas. Al perder su objetivo principal, que es el establecer procesos competitivos dentro de los partidos políticos para elegir a uno entre varias opciones, las precampañas se tornaron en verdaderas campañas anticipadas; es decir, los eventos y actividades de los aspirantes no se dirigieron hacia potenciales militantes de sus partidos, sino que abrieron necesariamente hacia los electores y sociedad en general. 2. Ante ello, el set de encuestas que sirven de referencia mostró un comportamiento bipolar, situando a un puntero y estableciendo la disputa por el segundo lugar. De una parte, ciertas encuestas le otorgaron más puntos a las posibilidades de los adversarios del sistema PRI, para consolidar al puntero desde hace varios meses, el carismático Andrés Manuel López Obrador (entre 35 a 40% de las preferencias según Buendía & Laredo, El Financiero, Parametría o Mendoza-Blanco), colocando en segundo lugar al frente perrepán con Ricardo Anaya en la zona de 25 a 27% y en un lejano tercer sitio a José Antonio Meade, con 16 a 20 por ciento. En sentido diverso se ubican Consulta Mitofsky, Deloite, Suasor Consultores y CISEN, quienes ubican al señor López en primer sitio pero alcanzable con diferencias de 2 a 3 puntos, seguido de un empate técnico entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade en una zona del 25%, contando aún entre 20 a 25% de indecisos. Desde esta perspectiva, no hay nada escrito aún y los números podrían variar durante la campaña constitucional tras la Semana Santa. 3. Respecto de los temas que más preocupan a los ciudadanos, el orden de preferencias sitúa primero la corrupción, segundo la inseguridad y tercero, el desempeño de la economía, subrayando el bajo nivel de aprobación presidencial como lo que más pesa en el sentir del electorado en uno u otro sentido. Quienes le atacan crecen, quienes le defienden se desploman. En cuanto a propuestas, éstas resultaron obvias y grises. El puntero López Obrador destacó por mostrar una actitud receptiva para todo aquel que quisiera pasarse a su movimiento; Ricardo Anaya por el frente perrepán mostró la vacuidad en su entorno al presentar ideas de atrás como la reducción del IVA en la frontera, la renta mínima para todos o hasta el gobierno de coalición, es decir, nada original, en tanto que al ciudadano Meade la precampaña le fue funcional si se recuerda que antes apenas contaba con seis o siete puntos en las encuestas en tanto que ahora se ubica en la zona competitiva. 4. Sobre las expectativas para integrar el Congreso, los datos disponibles, que no fueron abundantes, apuntan a señalar un Congreso sin mayorías, donde las fracciones parlamentarias de Morena y de los partidos que integran el frente perrepán superarían con creces a la bancada del PRI, que podría quedar en un tercer sitio como fuerza legislativa. En las mediciones disponibles de los Estados en que habrá renovación de gubernatura, la coalición priísta registra pocas opciones. Los números señalan que el PRI tiene posibilidades de ganar en Yucatán donde habría un duelo cerrado con el PAN, en tanto que en Ciudad de México, Veracruz y Morelos adelantaría Morena, en Jalisco lo haría Movimiento Ciudadano y el frente perrepán en Guanajuato y Puebla, en tanto que en Chiapas, donde las tensiones han sido mayúsculas, de enmendarse la decisión para integrar al Verde este partido pudiera hacerle frente a lo que parece otro triunfo para Morena. 5. Las encuestas no anticipan un resultado, que es sólo voluntad de los electores; el riesgo de la encuestiza es que prefigure una tendencia como inevitable que, de no suceder, atraiga el riesgo de los “chingadazos” (John Ackerman dixit) en la subcultura del prefraude electoral.
Precampañas, encuestiza y cosas peores
