Broche de oro

13 de Mayo de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Broche de oro

Un broche es un conjunto de piezas en el que una engancha a la otra; se toma especialmente como alfiler de joyería, pero en México también se utiliza como remate de un acto público, de una gestión, etcétera, especialmente si le proporciona un tono brillante o excepcional. Broche de oro, final. Así.

Y eso es el cierre de este sexenio: el próximo jueves, nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, entregará la más alta distinción que da el gobierno mexicano, la Orden Mexicana del Águila Azteca, al yerno —Jared Kushner, esposo de Ivanka— y mano derecha del presidente que más ha dañado la dignidad de los mexicanos, Donald Trump. Eso es un broche de oro excepcionalmente brillante, al mero final de su administración, para cerrar el peor gobierno que recientemente ha tenido México.

¿Qué chingados le deben que el Gran Maestro, presidente de la República de los Estados Unidos Mexicanos, junto con su Gran Canciller de la orden, el secretario de Relaciones Exteriores, le entregan —justo cuando están por salir del gobierno— la más grande gracia que da nuestro gobierno a un extranjero, a una persona sospechosa de ser el diseñador de las últimas campañas políticas de gran éxito, para los medios online, incluyendo el “Project Alamo”? ¿Les ayudó a ganar de alguna forma con su experiencia?

La Gran Orden Mexicana del Águila Azteca es una orden —simbólica y con su sincretismo y secretismo— creada desde hace muchos años, y que permitió otorgar su gran conmemoración a ciudadanos extranjeros desde el simbólico año de 1933. Entre varios, sus receptores han sido Walt Disney, Dwight D. Eisenhower, María Eva Duarte de Perón, Haile Selassie I, Isabel II del Reino Unido, Gabriel García Márquez, Plácido Domingo, Rey Juan Carlos I de España, Augusto Monterroso, Álvaro Mutis, Fernando Savater, Bill Gates, Luiz Inácio Lula da Silva, Michelle Bachelet, Joan Manuel Serrat, Nelson Mandela, Mario Vargas Llosa, José Mujica, Dilma Rousseff, y un gran etcétera. Y ahora, Jared Kushner; abrochada de oro.

Y mientras tanto, voy por Santa Fe, en la nueva Ciudad de México. Un desnivel, un bache tras otro, a pesar de que se trata del impuesto al suelo (predial) es el más caro de Latinoamérica. Los semáforos ni acaso funcionan. Y me asaltaron en la esquina de una “gran avenida”, porque me robaron reloj, cartera y en especial, un celular. Asco.

El gobierno parece inexistente. Pero ellos están tomando la decisión más inteligente (sí, para ellos). Le dan el más grande honor, aunque sea como broche; uno de oro, a quien parece no merecerlo, aunque sea como comparación. De algo les habrán servido sus halagos, donde ganaron más de lo que perdieron, creemos todos. Pacto incluido. O no.

No me siento nada orgulloso, la verdad. Estoy preocupado, pero, sobre todo, estoy asqueado. Somos la incongruencia que nos carga en lomo de mula (que, se supone, no se debe poder reproducir). Somos la contradicción andante. Estamos caminando en sentido contrario y nadie parece darse cuenta. Broche de oro, al final. Y todos aplauden como focas, sin saber que los tiempos han cambiado. Por cierto, ¿qué fue del Álamo?

Te Recomendamos: