El fin de semana pasado, tuve evento en la librería El Sótano y en la librería Porrúa de Chapultepec. Estuve promocionando mi libro, Relatos inconscientes, y quiero decirles que la mayor satisfacción que sentí, fue haber recibido tanto apoyo por parte de mis compatriotas. En varias ocasiones me preguntaron qué es lo que me inspira para escribir, a lo que contesté: ser mexicana ya es una inspiración.
Salí flotando, con una gran sonrisa, llena de abrazos, sintiendo gratitud por haber recibido tantas muestras de cariño. Llegué a casa, comí a las cinco de la tarde y me preparé para ver el debate. Ya iba a comenzar a quejarme de los políticos cuando vi una foto que me dejó callada. Una persona mayor iba en el metro y como nadie quiso cederle el asiento, se tuvo que sentar en el piso. Lo comprendí todo, el gobierno es sólo un reflejo de la sociedad. Sí, creo que todos estamos cansados de tanta corrupción, inseguridad y de todos los abusos que se cometen contra los más vulnerables. Pero seamos sinceros, nosotros seguimos sembrando la misma semilla.
Hace unos meses hablaba de la acción de robar y señalé que no es un ejercicio exclusivo de los políticos. El robo comienza desde casa, cuando no regresamos el cambio y nos quedamos con él. La cantidad puede variar, pero la acción sigue siendo la misma: estoy abusando y por ende, cometiendo un delito.
Esto me llevó a recordar un artículo que escribí hace unos años:
“Te molesta que no reconozcan el valor del mexicano, cuando sabes que hay personas con un intelecto digno de admiración y un potencial creativo fuera de serie. Te indigna la fuga de talentos pero a la hora de hacer cualquier tipo de compra, prefieres todo lo que diga Made in USA/Europe y hasta Made in China o Taiwan. No sólo porque esta en inglés y crees que suena mejor (más nice), sino porque piensas que todo lo hecho en México es de poca calidad y no lo vale. El mexicano no se esfuerza y no merece tu dinero. No nos vayamos tan lejos, ¿ya se te olvidaron las olimpiadas y cómo criticaste el cuerpo de Alexa Moreno? Quiero pensar que tú no tienes panza que te delate (…) Te impresiona la educación que tienen en otros países y te sorprende que los conductores se paren en los cruces peatonales, hagan uso de las direccionales, respeten los semáforos y los límites de velocidad. Piensas y expresas lo mucho que te gustaría que esas cosas pasaran en México, pero en cuento pones las manos sobre el volante, lo olvidas. Ves un semáforo en amarillo y aceleras más, y si un peatón quiere cruzar la calle, le tocas el claxon en símbolo de amenaza. Si te reclama, en automático ofendes a su madre (…) La mala fe, la corrupción y el snobismo de muchos mexicanos, mancha y daña terriblemente el carisma y la bondad de México. Así que, ¿viva México? No, México muere. Por eso la gente hipócrita me da asco. Ya había escrito que México está enfermo de mexicanos… me equivoqué, México está enfermo de personas hipócritas.”
Como sociedad nos falta tener empatía, hemos puesto barreras terribles y se han creado enemistades entre los propios mexicanos. No necesitamos nuevos políticos, necesitamos mirarnos y tratarnos con respeto, sentir orgullo por tener el privilegio de compartir la misma patria. Si algo no te gusta, deja de quejarte y cámbialo tú. No esperes que alguien más lo haga por ti. Recordemos que los políticos son nuestros empleados y si no les decimos cómo queremos ser gobernados, ellos lo harán como mejor les plazca.
México lindo y querido, si muero lejos de ti…