Amistades Modernas

13 de Mayo de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Amistades Modernas

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El teléfono inteligente de Eddy, emitió una alerta breve que identificó sin problema: mensaje de Facebook. No se esperó a salir de clase, pues además de tener nulo interés en la materia de cálculo matemático integral, como tantos miles de usuarios de las redes sociales, sintió ansiedad por saber de inmediato, de qué se trataba.

—Hola, perdón x atreverme a escribirte —decía un mensaje del chat—, pero la verdad es k te vi en el antro el viernes, y te busqué en FB xq te kiero conocer.

El mensaje venía de una tal Verónica Alejandra Martínez. Le dio mucha curiosidad, por lo que se metió al perfil de la remitente para ver sus fotos. Demonios, qué guapa mujer: alta, delgada, facciones finas y un cuerpo escultural. ¿Qué le habrá gustado de mí? ¿La ropa? ¿La motocicleta? —Espero k no pienses mal de mí por ser una chica tan lanzada —remató el mensaje—, pero me gustaste mucho y creo k en la vida hay k aprovechar cuando sentimos algo tan fuerte.

Eddy, estimado Eddy, por favor... Pero fue inevitable y Eddy sonrió desde sus adentros. Se sintió muy halagado, se sintió importante, elegido. ¿Quién lo puede culpar? A todos nos gusta gustarle a alguien, máxime si esa persona es tan guapa como una modelo y se le ve bastante sensual y segura de sí misma. Si Eddy la conquista, se convertirá en una leyenda entre sus compañeros de la prepa: Eddy el ídolo, Eddy el despierto, Eddy el experimentado, el mujeriego, el que te podrá brindar consejos para darte a la chava de tus sueños. Eddy, ese Eddy…

—No te vi en el bar X —respondió tratando de no aparentar mucho interés—. ¿Cómo te llamas? —preguntó a pesar de que sabía la respuesta.

—Mis amigas me dicen Alex— le contestó de inmediato. —¿Vas mucho al X? Yo salgo poco. No me dejan mis papás. Sólo me eskapo cuando están de viaje en Miami o algo.

—Voy todos los fines— le dijo Eddy, animado. —Mis broders y yo somos casi casi, dueños del lugar —agregó presumiendo todo lo que pudo. No todos los días lo busca una mujer guapa, de familia y con lana. Siempre pedimos un misil de ron para pasarla bien...

—A ver cuando me invitas —le interrumpió —me enkanta bailar y me enkantan las motos. Luego, le mandó una foto “selfie”, de ella en un antro, mandando un beso a la cámara. O sea, pensó Eddy, qué buena está la vieja, ya la hice.

—Cuando quieras, yo pago y todo, jejeje. —Es una lástima k mis papás no me dejen salir nunca. ¡Los odio!

—Así son los jefes, pero un día k te escapes…

Montaron gran amistad virtual por dos semanas. Se contaron cosas de la escuela, de sus mejores amigos, de lo que odiaban de la rutina diaria y de los conciertos a los que irían juntos. Se pusieron apodos, y diario, a todas horas, se escribían. Varias veces al día se mandaban fotos de lo que estaban haciendo y luego, las de ella, comenzaron a ser cada vez más atrevidas: las piernas después de hacer ejercicio, un escote, el cuello, un bikini en la playa, estás guapísima y muero por conocerte, baby. Así que quedaron una noche, en martes porque los papás de ella no estarían en la ciudad, que él se saldría de casa sin avisar (para no arriesgar a que no lo dejaran salir entre semana) y pasaría por ella en la moto, para irse de antro y vivir la mejor noche de sus vidas. —Eduardo Gomez —dijo la voz, grave, del otro lado de la línea—. Tenemos a tu hijo, cabrón. Queremos 3 millones y medio o te lo matamos… ya sabemos que tienes cinco pollerías, no te hagas pendejo.

Eddy apareció muerto una semana después de pagado su rescate. ¿Y tú, compartes datos sensibles con desconocidos? ¿Sabes bien con quienes chatean tus hijos?

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