Estados Unidos visualiza desafíos en común con Canadá y México, por lo que será su prioridad trabajar con sus socios regionales para profundiza la cooperación económica, de seguridad y la gobernabilidad democrática.
“Ayudaremos a los socios a enfrentar las amenazas a la seguridad. Estos desafíos pueden ser internos, incluso de pandillas locales, o transnacionales, incluso de organizaciones criminales que trafican drogas y personas y emprenden otras operaciones ilegales, o externos, ya que los actores malignos buscan ganar puntos de apoyo militares o de inteligencia en la región”, señala la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Joe Biden.
Esto permitirá, añade, enfrentar no sólo a los grupos criminales, sino especialmente a los poderes autocráticos. Se trata de un documento que marca una línea muy clara de quiénes considera sus aliados en el mundo, y a quiénes ve como una amenaza geopolítica o desestabilizadoras: China y Rusia, algo que marca diferencias con la agenda del presidente Andrés Manuel López Obrador.
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“Apoyaremos a los socios que se esfuerzan por construir instituciones transparentes, inclusivas y responsables. Juntos, apoyaremos una gobernabilidad democrática efectiva que responda a las necesidades de los ciudadanos, defenderemos los derechos humanos y combatiremos la violencia de género, abordaremos la corrupción y protegeremos contra la interferencia o coerción externa, incluso de la República Popular China, Rusia o Irán”, señala el documento.
Esto se llevará a cabo, continúa, “a través de instituciones interamericanas representativas y revitalizadas, y en asociación con la sociedad civil y otros gobiernos”, para apoya “la autodeterminación democrática de los pueblos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y cualquier país donde se reprima la voluntad popular”.
En esto último, tampoco hay una agenda común con lo dicho públicamente con el presidente López Obrador.
El plan de Joe Biden también menciona a Haití, donde existe “una crisis humanitaria, política y económica prolongada”, por lo que se propone movilizar “a la comunidad internacional para ayudar a restablecer la seguridad, reconstruir las instituciones gubernamentales y apoyar una base de prosperidad mediante la cual el pueblo haitiano pueda determinar su propio futuro”. En este punto, México ya se ha integrado a esta cooperación, con ayuda humanitaria, entrenamiento a sus cuerpos de seguridad y militares, por ejemplo.
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Respecto a las amenazas de seguridad, Estados Unidos considera que “afectan la seguridad en las Américas, incluso aquí en casa, y por lo tanto promoveremos la colaboración para ayudar a la policía civil y fortalecer los sistemas de justicia en las Américas, y ampliar el intercambio de información con nuestros socios”.
“Estas prioridades —expandir las oportunidades económicas, fortalecer la democracia y construir la seguridad— se refuerzan mutuamente y contribuyen a la estabilidad nacional, regional y mundial. Tenemos un interés estratégico primordial en buscar y fortalecer la colaboración a través de un compromiso diplomático intensificado con socios e instituciones hemisféricas basados en la premisa de que promover una visión de una región que sea segura, de clase media y democrática es fundamentalmente de interés para la seguridad nacional de los Estados Unidos”, sostiene.
Se propone “acelerar” sus esfuerzos “para frenar la amenaza que representa el crimen organizado transnacional, integrando el trabajo vital de la aplicación de la ley con herramientas diplomáticas, financieras, de inteligencia y otras, y en coordinación con socios extranjeros”.
Así, en 48 páginas que plasman su estrategia de seguridad nacional, la Casa Blanca plantea sus alianzas mundiales, pero especialmente “el reconocimiento de que la seguridad y la prosperidad de la Estados Unidos depende de la de nuestros vecinos.”.
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