El primer borrador del acuerdo que surgirá de la última Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP26) tiene como principal objetivo exigir una mayor participación de las mayores economías en la reducción de las emisiones de carbono, con el fin de lograr la meta de mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5 grados centígrados en los próximos nueve años.
La primera versión de este acuerdo solicita que las Naciones Unidas establezcan una reunión de emergencia en dos años para que los países puedan evaluar su progreso en las metas nacionales de reducción de gases invernaderos, y de ser necesario ajustar los programas para lograr el objetivo planteado en París durante la cumbre de 2015.
Además, el documento señala la inquietud de las economías menos desarrolladas respecto al apoyo económico que podrían recibir para hacer frente a la crisis climática, especialmente porque gran parte de estos países están entre los más afectados. Algunos expertos han criticado ampliamente este borrador por la falta de compromisos serios en este tema.
El presidente de la Alianza de Pequeños Estados Insulares, Aubrey Webson, sentenció que el lenguaje en el borrador era “demasiado débil” para la crisis que enfrenta el mundo, y añadió que “el texto proporciona una base para avanzar, pero debe fortalecerse en áreas clave para responder a la necesidades de los más vulnerables, especialmente en materia de finanzas”.
Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace, consideró que el borrador es inadecuado ya que “no es un plan para resolver la crisis climática, es un acuerdo en el que todos cruzaremos los dedos y esperaremos lo mejor. Es una solicitud cortés de que los países tal vez, posiblemente, quieran hacer más el próximo año”.