La tasa de calentamiento observada en el Golfo de Maine durante el último siglo ha superado el calentamiento global promedio de los océanos, y está revirtiendo el proceso de enfriamiento que ocurrió durante los 900 años anteriores.
Según una investigación que analizó las conchas de almejas de la especie Arctica islandica (en la región se llama quahog oceánica) que tienen vidas de cientos de años y que realizó simulaciones de modelos climáticos, el calentamiento que se observa en la región “probablemente se deba al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y a los cambios en la circulación del Atlántico norte occidental”.
El reporte de la investigación, publicado hoy en la revista Communications Earth & Environment, señala que según las proyecciones a futuro de esas variables “es probable que esta tendencia de calentamiento en el Golfo de Maine siga, lo que conducirá a aumentos continuos y potencialmente devastadores de temperatura ecológica y económicamente devastadores en la región”.
Nina Whitney, autora principal del artículo e investigadora de la Institución Oceanográfica Woods Hole, aseguró que las simulaciones también sugieren que el calentamiento climático, además de provocar cambios en la temperatura de la superficie del golfo, “también provoquen cambios en la circulación oceánica”.
“Las trayectorias y la fuerza de las diferentes corrientes oceánicas que traen agua al golfo de Maine han cambiado a medida que la región se ha calentado”, dice Whitney en un comunicado del WHOI, que pertenece a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
Las almejas de Arctica islandica pueden vivir hasta 500 años; al crecer, sus conchas generan marcas anuales, como los anillos en los troncos de los árboles. Estas marcas además, guardan “registros” químicos de las condiciones de temperatura y salinidad del agua de mar.
Así, los científicos pudieron averiguar que “tomó cerca de 900 años enfriar 2 °C y solo 100 años calentar 2 °C”, dice Alan Wanamaker, coautor del artículo y profesor del Departamento de Ciencias Geológicas y Atmosféricas de la Universidad Estatal de Iowa.