Carstens será relevado antes de tiempo

La aceptación a dirigir el Banco de Pagos Especiales, que es el banco de los bancos centrales, por parte del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, lo llevó a presentar su renuncia a partir del próximo 1 de junio. Su decisión no fue bien vista. Lo entiende claramente Carstens, dicen los que saben, pero sobre todo, lo siente. El respetado economista ha visto lo gélido de la relación con las autoridades federales desde el momento en que se lo comunicó por teléfono al presidente Enrique Peña Nieto, en cuyo entorno han dejado circular a manera de control de daños que conocen de los intereses internacionales que ha tenido Carstens durante largo tiempo. Lo que nadie dice, ni en el entorno del gobernador del Banco de México ni en el gobierno, es que pese a que todos dicen que no había enfrentamientos ni choques o divergencias en materia de política económica, la verdad es que sí. Dicen los que saben que el problema de fondo se dio por los remanentes del Banco de México. Carstens no quiso entregárselos al gobierno de Felipe Calderón cuando se los pidió el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, porque era en tiempos electorales, y temió que fueran utilizados en la campaña de 2012. Entregó 300 mil millones al director de Pemex, José Antonio González Anaya, para que pagara deuda, y recientemente el otra vez secretario Meade le pidió algo así como otros 300 mil millones, producto de la depreciación del peso frente al dólar, y que se los negó. Dicen los que saben que Carstens ha tenido muchas presiones para que suelte el dinero, incluso del exsecretario Luis Videgaray, pero no ha dado su brazo a torcer. La razón es que no lo quiere Hacienda para ningún pago de deuda, sino para gasto corriente. Eso que ni qué, ni hablar.