Los jóvenes somos el futuro de México, del mundo en general, mejor dicho. Considero que en estos tiempos electorales somos quienes deben estar un poco más involucrados en estas cuestiones políticas. Al final, seremos nosotros a quienes les tocará moldear el país con nuestras decisiones.
Como lo dije en mi columna anterior, los tiempos de campaña son más que nada propaganda para votar por el líder que mejor se adecúe a nuestro sistema de creencias. En mi opinión, a los candidatos ya no les está importando tanto el hacer buenas propuestas, lo que quieren es que la gente los conozca, sobre todo los jóvenes.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que votamos por quien mejor reputación escuchamos que tiene. No tanto por lo que proponga, sino que debe tener una buena imagen ante las personas que nos rodean para que tengamos cierto criterio de si son buenos o no candidatos.
Ahora que estos personajes han estado haciendo campaña, hemos visto que han ido a las universidades. Considero que esto es una buena estrategia, porque a los que deberían de tratar de llegar principalmente son a nosotros, los que todavía no terminamos de formar un criterio con base en muchos temas.
Es un riesgo para ellos ir a las diferentes instituciones porque la imagen que representan pudiera generar un conflicto de sistemas de creencias con los estudiantes que se encuentran ahí, pero es importante que vayan y hablen sobre los planes que tienen para el país, que los escuchemos y podamos formar un criterio basándonos en lo que estamos escuchando de primera mano.
Nuestra opinión, como lo mencioné anteriormente, podría estar sesgada por las diferentes posiciones que los “adultos” podrían tener sobre ellos gracias a la historia que muchas veces ellos crean en sus cabezas por la falta de información, gracias a la información sesgada que frecuentan escuchar o leer.
Para este tiempo electoral recomiendo a los jóvenes que si los candidatos ya fueron a sus universidades se tomen la libertad de escucharlos, hacerles preguntas dentro de lo posible y escucharlos desde una posición neutral, con la disposición de ir con la mente en blanco para formar su propio criterio.