Era una noche donde Ms. B iba a una reunión por la noche a uno de los lugares de moda en la ciudad, a platicar con jóvenes empresarios, jóvenes mujeres, jóvenes estudiantes y al final jóvenes que se anexaran a la política para que hicieran nueva política, pues conocía bien las carencias de este sector, que tendría que atender, puesto que siempre ha sido un sector descuidado y olvidado, buscando hacer un presente para tener un futuro próspero para ellos, dicen que no hacen nada por la lucha de nuestro país pero todo depende de ellos, a los jóvenes hay que dirigirse con respeto, la política se erige como un titán de luces y sombras, un juego de poder donde las figuras se mueven en un baile constante, oscilando entre la gloria y la ignominia. Sin embargo, entre las filas de los espectadores, los jóvenes parecen haberse sumido en una bruma de apatía, observando el tumulto desde la comodidad de la distancia, como si fueran simples espectadores de un drama ajeno.
Imaginemos la política como un inmenso teatro, donde cada escena representa un episodio crucial en la historia de una nación. Los jóvenes, en esta analogía, son los asientos vacíos en la primera fila, reservados para aquellos dispuestos a sumergirse en la trama y participar activamente en el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, estos asientos permanecen desocupados, envueltos en el silencio de la indiferencia.
Como una marioneta desgastada, la apatía se cierne sobre la juventud, anulando su voz y su influencia en el escenario político. Las razones son múltiples y complejas, como las capas de una cebolla que se desprenden una a una. Entre ellas, la falta de conexión emocional con los discursos políticos, que a menudo parecen distantes y desprovistos de autenticidad. Las promesas vacías se convierten en una melodía monótona que resuena en los oídos de los jóvenes, despojando a la política de su vitalidad y relevancia.
En este vasto teatro de sombras, la apatía se convierte en el telón que oscurece el panorama político, difuminando los contornos de la participación ciudadana. Los jóvenes, en lugar de alzar la voz con pasión y convicción, prefieren refugiarse en el confort de la indiferencia, como si la política fuera un juego reservado para unos pocos privilegiados.
Sin embargo, debemos recordar que la política es mucho más que un simple espectáculo para ser observado desde la distancia. Es un escenario dinámico donde cada ciudadano es un actor con un papel crucial que desempeñar. Como el sol que emerge detrás de las nubes, los jóvenes deben encontrar la chispa de la inspiración que los impulse a participar activamente en el proceso político, desafiando la apatía y reclamando su lugar en el escenario de la historia.
Ms. B observaba con atención la apatía juvenil en la política la veía como una sombra que se desvanece ante la luz de la participación activa y el compromiso cívico. Sólo cuando los jóvenes decidan levantarse de sus asientos vacíos y ocupar el centro del escenario político, podremos presenciar un verdadero renacimiento de la democracia, donde cada voz importa y cada acción cuenta en la construcción de un futuro mejor.
Ms. B entre la plática veía como el mismo sistema se autodestruía pues las y los jóvenes ya no son los mismos de antes, son personas capaces que parecen estar arrinconados en una esquina, donde la era de la mediocridad gana más que tener talento o estudios, hoy dentro de la política solo el amiguismo, el compadrazgo y la prostitución serían los que hacen llegar a los futuros gobernantes, y no sólo hablando en política, hoy vale más eso que prepararse pues al sistema no le gusta la gente preparada, pues no la puede manipular, el cambio poco a poco era inminente pero no bastarían solo unos años.
Ms. B los miraba a los ojos dándoles esa esperanza perdida pues se les incluiría, no se les dejaría más ese rincón dentro de la sociedad. La ignorancia se apodera y lo sabía, pues la sociedad estaba llena de tiktokeros, influencers, crimen organizado y prostitución disfrazada en diferentes presentaciones. Mientras que el verdadero esfuerzo era castigado, sabía que era hora de quitar esa sombra oscura y tenía que recuperar a la juventud pérdida por la mediocridad de un sistema tan corrupto, era hora de cambiar la política y dejar la mediocridad.