América Latina y el Caribe: retomar la ruta diplomática

8 de Junio de 2025

Omar Hurtado
Omar Hurtado

América Latina y el Caribe: retomar la ruta diplomática

Omar-Hurtado_web_

América Latina y el Caribe parecen estar muy lejos de México, hoy nuestro país no cuenta con una política exterior de Estado, ni tampoco con una visión estratégica hacia la región. El retroceso es obvio.

Si bien es cierto que la cancillería mexicana no parece ser inoperante, sí se muestra bastante acartonada por los designios de la oficina presidencial, sin capacidad ni habilidad para incidir en las decisiones presidenciales o por lo menos aconsejar o sugerir como le correspondería.

La cancillería primeramente fue ocupada por un titular obsesionado por la candidatura presidencial y desde el primer día de sus funciones dirigió sus esfuerzos hacia ese fin y no tanto hacia la política exterior, encaminado a ser eficiente ante el presidente y cumplir instrucciones a cabalidad, no precisamente siempre diplomáticas, con algunos asuntos reales y otros magnificados.

El secretario Marcelo Ebrard fue sustituido por Alicia Bárcena muy avanzado el sexenio, al partir a su campaña política sin éxito. Si bien la canciller Bárcena cuenta con vínculos y prestigio en asuntos latinoamericanos, muy dúctil al presidente, parece que sólo ha tendido a administrar la cancillería, sin propuestas trascendentes y sin la suficiente infraestructura diplomática ni capacidad de gestión en la región.

Las embajadas mexicanas terminan como empezaron al inicio del sexenio, abarrotadas con nombramientos de embajadores “políticos”, que sustituyeron a diplomáticos de carrera que ahora están en la banca o jubilados. Entre compromisos políticos, amistosos y arribismo, se nombraron embajadores políticos en las embajadas mexicanas en Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En América (sin Caribe) de 16 embajadas mexicanas que hay en total, encontramos 13 nombramientos políticos (contando en su momento Ecuador).

Embajadas relevantes están ocupadas por políticos hechos diplomáticos de la noche a la mañana, como en Guatemala, frontera geopolíticamente importante para México y de álgidos problemas migratorios, seguridad y crimen organizado y, en Brasil, líder regional junto con México, que requieren una diplomacia de altura.

En esta región fragmentada política e ideológicamente, los pocos vínculos verdaderamente solidarios que el mandatario ha alcanzado, han sido con presidentes ideológicamente afines a él, como los de Colombia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, amigos carnales a quienes se les quiere y se les perdona todo, incluidos los estragos democráticos y en derechos humanos, o con los expresidentes Fernández de Argentina, Morales de Bolivia o Correa de Ecuador.

Insólitamente entre acciones injerencistas, insultos, expulsión de embajadores y la dramática ruptura de relaciones diplomáticas con Ecuador, el presidente termina innecesariamente peleado con varios países, donde la ideología prevalece y la impericia diplomática florece, léase Argentina de Milei, Bolivia, Panamá o Perú.

La región presenta fracturas en lo bilateral y en lo multilateral que impiden un trabajo concertado. El nuevo gobierno mexicano deberá evitar derrumbarse en fobias ideológicas regionales como ocurre hoy. Si bien México debe mantener los principios de no intervención y autodeterminación, también debe ser un importante jugador regional ante las crisis de gobernabilidad, violaciones a los derechos humanos o tensiones diplomáticas, con una política exterior reorientada, integral y proactiva y una diplomacia profesional. Es tiempo de dar vuelta a la página.