Clase política se apodera de fervor religioso

6 de Agosto de 2025

Clase política se apodera de fervor religioso

En 22 horas, funcionarios federales saludan hasta en 4 ocasiones al Papa; Presidente comulga en la Basílica

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GABRIELA RIVERA Y MARÍA IDALIA GÓMEZ

En una República laica como la mexicana este sábado se rompieron muchas de sus tradiciones. Un Papa visitó por primera vez el Palacio Nacional, miembros de la clase política saludaron cuantas veces pudieron al jerarca católico, algunos de ellos hasta en cuatro ocasiones, y el día concluyó con la imagen del presidente Enrique Peña Nieto comulgando en la Basílica y un secretario de estado emocionado.

Pero no sólo eso. Políticos, empresarios y familias de funcionarios públicos se apoderaron de los espacios en la Basílica para escuchar la misa, mientras el Pontífice en su homilía cuestionó a las élites políticas y religiosas.

Los asistentes a la misa y al evento de bienvenida demostraron este sábado una devoción muy grande al Papa Francisco, poco antes vista, y no perdieron oportunidad para escucharle, aplaudirle y sacarle fotos.

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Desde julio de 2013 la Constitución les permite a los funcionarios practicar la religión que profesen. El artículo 24 plantea que toda persona tiene derecho a la libertad de religión, y a participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto que profesen. Sólo plantea una excepción, que “nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.

Años atrás, la relación con el Vaticano cumplía mayores formalismos y protocolos. El triunfo de la República como estado laico, después de sangrientas confrontaciones y del poder eclesial que alcanzaron, obligaba a mantener distancia visible de la jerarquía católica.

Esta fue la primera vez que en el país que las tradiciones cambiaron y, en su lugar, apareció una clase política ansiosa por estar con el Papa Francisco, insistir en saludarle, aplaudiéndole, sacándose fotos y hasta el acudir a misa, viéndoles rezar y comulgando.

Tantos fueron los deseos de esta clase por ver al Papa, que los miles de lugares al interior de la Basílica fueron ocupados por ellos. La mayoría llegó al recinto en uno de los al menos 11 camiones del Estado Mayor Presidencial, quien se encargó de trasladarlos, acomodarlos en sus lugares y regresarlos, mientras que los fieles llegaron hasta ocho horas antes y aguantaron bajo el sol y el frío para ver la misa a través de una pantalla ya que ni siquiera pudieron entrar a la Basílica.

“¿Qué pasó mi teniente? ¿Cómo nos vamos a regresar”, preguntó una joven alta, cabello ondulada, abrigo grueso y beige, tacones a un elemento del Estado Mayor Presidencial.

“Por el mismo camino por el que vinimos”, respondió y guió a un grupo de mujeres hacia uno de los vehículos estacionados afuera del recinto.

Los grupos de personas con traje, abrigos, tacones y relojes grandes se repitieron en todos los asientos, con excepción de donde se sentaron a los sacerdotes y las religiosas, quienes vistieron sus hábitos.

Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera no han perdido oportunidad de acercarse en distintas ocasiones al sumo Pontífice. Lo hicieron desde su llegada a México, en el aeropuerto; el sábado por la mañana, en Palacio Nacional, y por tarde en la Basílica de Guadalupe, donde ocuparon la primera fila junto con sus hijos.

La familia del presidente fue de los primeros en recibir la comunión. Nunca antes un presidente había comulgado en la Basílica y menos en una misa oficiada por el jerarca de la Iglesia católica.

Al finalizar la misa, la pareja presidencial se acercó al Papa por cuarta ocasión en 22 horas, sólo para darle la mano e intercambiar algunos comentarios. No fueron los únicos. En la misa también estuvieron presentes el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; la canciller Claudia Ruiz Massieu y el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, quien dijo a Efekto TV que estaba conmovido por la visita del Papa.

A la Basílica de Guadalupe también se dieron cita el ex presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, así como los panistas Santiago Creel y Luis Felipe Bravo Mena, quien fuera embajador de México en el Vaticano durante el sexenio de Fox, además de la delegada en Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez.

La izquierda tampoco faltó. Los senadores perredistas Miguel Barbosa y Armando Ríos Piter participaron en toda la misa en la Basílica, catalogado como uno de los eventos más importantes y simbólicos de la visita del Papa Francisco en México.

Mientras tanto, la gente, los fieles, aquellos de los que habló el Pontífice en la homilía y en varios discursos a lo largo del día, siguieron pacientemente la misa en el atrio de la Basílica y después regresaron a sus casas en autos o transporte público.

Horas antes, en la ceremonia de bienvenida, los funcionarios esperaban ansiosos que el Pontífice caminara entre los pasillos donde estaban sentados para poder saludarlo. Al verlo le aplaudieron durante varios minutos.

Otros fueron más allá, como Claudia Pavlovich y Manuel Velasco, gobernadores de Sonora y Chiapas, respectivamente, quienes saliéndose de todo protocolo y tradición, le besaron al anillo papal al momento de saludarlo.

Mientras que el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, le pidió al Papa que posara con su esposa para tomarles una fotografía.

Y fue allí, en Palacio Nacional, con la clase política y los empresarios, que el Papa se retrasó. Le sobró menos tiempo para recorrer las vallas puestas sobre la Plaza de la Constitución, donde lo esperaban 40 mil fieles, gente que acampó desde la noche anterior para poder verlo aunque sea unos segundos.

También fue menos el tiempo que tuvo en cada recorrido desde la nunciatura hasta el Zócalo y de regreso, o hasta la Basílica. Esos trayectos representaban la única oportunidad que tuvieron algunas personas para verlo pasar y por el que esperaron varias horas.