El éxodo ucraniano: en marcha hacia el agresor

13 de Mayo de 2024

El éxodo ucraniano: en marcha hacia el agresor

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Más de medio millón de ucranianos han decidido trasladarse a Rusia, en donde los identifican sus lazos familiares y culturales y los ofrecimientos de protección para el refugio; pero las frágiles condiciones económicas y sociales en territorio ruso, y los recientes ataques los coloca en gran riesgo

En todo conflicto armado, quienes más padecen son los civiles. La población que con impotencia observa la destrucción de sus hogares, la agonía de sus vecinos, la muerte de sus compatriotas. La invasión de Rusia a Ucrania ha supuesto un viaje inesperado y turbulento para millones de personas. La mayoría ha ido a Polonia y otros países de Europa occidental, pero un porcentaje se ha trasladado a tierras de su agresor ¿Quiénes son estos refugiados y por qué deciden desplazarse a Rusia?.

De acuerdo con datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), al 31 de marzo, cerca de 4.5 millones de personas se han tenido que desplazar desde Ucrania hacia otros países como refugiadas. De este número, 350 mil 632, es decir un 7.9%, se han movido hacia Rusia. Información divulgada por el Ministerio de Emergencia de Rusia, sin embargo, revela que desde el 18 de febrero al 31 de marzo han llegado al país alrededor de 530 mil personas, casi 150 mil más que las contabilizadas por la ACNUR.

Si bien el porcentaje de refugiados ucranianos en Rusia es menor, comparado con el éxodo hacia otros países, el hecho sigue estando presente. Al menos medio millón de personas sí eligió a Rusia como su salida de escape. En occidente, esta decisión resulta difícil de entender, ya que la respuesta es más compleja que sólo decir son prorrusos.

En primer lugar, debe entenderse que la realidad que vivieron muchos ucranianos a lo largo de estos ocho años de conflicto, sobre todo de Donetsk y Luhansk, no se apega a la narrativa de Kiev. De acuerdo con datos del gobierno de Rusia, desde 2014 hasta febrero de 2022, 14 mil personas fueron asesinadas por el ejército ucraniano y grupos “neonazis” en Donbass, contraviniendo el acuerdo de Minsk II.

Las tensiones entre Rusia y Ucrania son históricas, pueden remontarse hasta 11 siglos atrás, pero para no hacer una historia larga, vale recordar que apenas hace 31 años Ucrania recuperó su independencia de la Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS). Es una nación joven. Su transición hacia un país libre y soberano no ha sido fácil, la influencia rusa ha ido y venido de la política nacional en mayor y menor medida a lo largo de estos años, no obstante, tras las primeras declaraciones del país por unirse a la Unión Europea en 2007, el Kremlin ha mantenido una posición cada vez más rígida hacía con su vecino.

Las tensiones entre ambos países comenzaron a escalar en 2012, cuando Ucrania y la Unión Europea firmaron un Acuerdo de Asociación para que la integración del primero a la agrupación pudiera ser considerada. Tras la suspensión de este convenio en 2013, una serie de protestas violentas, conocidas como Euromaidán, se desataron en el país confrontando a antieuropeístas con nacionalistas. Las tensiones llevaron a la destitución del presidente Víktor Yanukóvich, cercano a Vladimir Putin, en febrero de 2014 y produjeron una oleada de sentimientos independentistas, que se intensificaron más con la anexión de Crimea a Rusia en marzo de ese mismo año.

La intensidad de aquellas primeras grandes revueltas cesó con la firma del segundo convenio de Minsk en febrero de 2015; sin embargo, para los pobladores de la región de Donbass, que incluye a Donetsk y Luhansk, la promesa de un gobierno autónomo no fue respetada, y lo que es más, se tuvieron que enfrentar a grupos armados anti rusos y extremistas, como el Regimiento de Azov, que atacó constantemente a civiles.

Esta población, que no vio sus necesidades atendidas por Ucrania, sino que encontró en aquel gobierno a su represor, estrechó aún más sus lazos con Rusia, fomentando en mayor medida sus deseos separatistas. Así, los enfrentamientos continuaron hasta que el 21 de febrero de 2022, Donetsk y Luhansk declararon su independencia y tres días después Rusia invadió Ucrania en su defensa.

La hermandad

Por supuesto el Kremlin tiene su propia agenda, intereses y responsabilidad en este conflicto, pero para los ciudadanos de Ucrania que se sintieron desprotegidos, Rusia se volvió el país de destino más cercano a su realidad al momento de los ataques y de ahí que hayan decidido marcharse hacia aquella nación.

Es precisamente la región de Rostov, cercana a Donbás, la que más flujo de personas está registrando en Rusia, de acuerdo con el Ministerio de Emergencias, aunque el gobierno ha dispuesto 388 refugios temporales a lo largo de 37 regiones del país.

Otra razón histórica de la migración hacia Rusia tiene que ver con los vínculos culturales y sociales que existen entre ambas naciones. Muy poco tiempo ha pasado desde que Ucrania recuperó su independencia. Aún viven generaciones, adultos jóvenes, que recuerdan su vida en la antigua URSS. El 90% de los ucranios habla ruso, además de ucraniano, y de ellos 30% considera a ese idioma su lengua materna. Por si fuera poco, aproximadamente la mitad de los ucranianos, más de 20 millones de personas, tienen familia en Rusia, de acuerdo con una encuesta de 2011.

A la región de Belgorod, por ejemplo, cercana a Járkov y Sumy, habían llegado, hasta el 30 de marzo, 6 mil 681 residentes de Donbass, y el resto de Ucrania desde el inicio del conflicto, 4 mil 658 de los cuales tenían familia o amigos en la región y decidieron quedarse con ellos en vez de instalarse en los centros de alojamiento temporal dispuestos por el gobierno.

Precisamente es en las zonas fronterizas donde el gobierno ruso decidió concentrar a la población refugiada, pues los lazos socio culturales son más estrechos allí. De acuerdo con un decreto publicado el 12 de marzo, las regiones que más refugiados aceptaran en medio de las tensiones son las administraciones de Vorónezh, Krasnodar, Rostov, Crimea y Bélgorod.

Más allá de los vínculos que se han creado entre las dos naciones a lo largo del tiempo, otra explicación del flujo de desplazados ucranianos hacia Rusia tiene que ver con la practicidad y ventajas del estatus de refugiados que ofrece Moscú, en contraste con los países europeos.

Además de garantizar su seguridad, la Unión Europea, en general, ofrece a los desplazados y sus familias la posibilidad de acceder al estatus de protección temporal, que le permite a los refugiados adquirir, en el mediano plazo el estatus de residencia, y acceder inmediatamente a un espacio donde vivir temporalmente, al mercado laboral, asistencia médica y a educación pública. La ACNUR junto con los gobiernos locales, además, está otorgando un apoyo económico a los desplazados para que puedan atender sus necesidades más básicas como la compra de alimentos o artículos de higiene personal.

En Rusia la situación no es muy distinta. La Ley sobre Refugiados del país no sólo garantiza la protección de la persona desplazada y su familia, sino que otorga una serie de derechos que, entre otras cosas, incluyen: la reubicación a un refugio temporal con acceso a comida, asistencia médica y orientación jurídica; el otorgamiento de permisos de trabajo o emprendimiento, además de asistencia para el posicionamiento laboral; garantiza la protección social, incluida la seguridad social, en iguales términos que los brindados a los ciudadanos rusos; la reubicación en el sistema de educación pública; asistencia para alcanzar la residencia temporal y la eventual ciudadanía; así como la autorización de participar en actividades públicas en pie de igualdad con los ciudadanos, salvo algunas excepciones. Además de lo ya señalado, actualmente las autoridades rusas están brindado otros beneficios a los refugiados como un apoyo de 10 mil rublos por persona.

La vida en Rusia, sin embargo, comparada con Europa es más barata y el lenguaje es más cercano, lo que puede ayudar a los refugiados a adaptarse y a encontrar trabajo más fácilmente. Si a ello se suman los vínculos familiares, el recibimiento se vuelve más cálido en Rusia en contraste con Europa.

Las actuales condiciones del conflicto, sin embargo, han forzado los motores del gobierno ruso y a pesar de que se promete el asilo temporal por un año a los desplazados, al 22 de marzo, sólo mil 204 residentes de Donetsk, Luhansk y Ucrania recibieron asilo temporal en el plazo de un mes, de los mil 515 aplicantes, de acuerdo con la agencia de noticias TASS.

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Frágiles garantías de seguridad

Finalmente, otra de las explicaciones que puede ayudar a entender el motivo del desplazamiento ucraniano hacia Rusia es la practicidad del traslado. A pesar de que se ha acordado el establecimiento de 10 corredores humanitarios, el cierre y apertura de estos ha sido intermitente debido a que los ataques no han cesado en las zonas de tránsito. El cierre más reciente ocurrió el 28 de marzo, cuando el gobierno de Volodymyr Zelenski se negó a abrir los corredores dado que los ataques de Rusia no paraban.

La ubicación de los puntos de escape desde zonas como Mariúpol, Járkov o Sumy es, además, más cercana a Rusia y son precisamente estas áreas junto con Kiev, las que están viviendo la guerra más intensamente. Desde estas regiones el costo y tiempo de movilidad hacia las zonas destinadas por el gobierno de Rusia es mucho menor que, por ejemplo, trasladarse de Járkov a Polonia, cuando Belgorod está a media hora en autobús.

A diferencia de Europa, sin embargo, la promesa de seguridad y normalidad no está garantizada para los desplazados. Fruto de las sanciones impuestas hacia Rusia, en las últimas semanas se ha encarecido el precio de bienes de consumo básico en todo el país, mientras que se ha registrado el desabasto de otros productos como vinos importados, refrigeradores, azúcar y medicamentos.

Los ucranianos en el país también están experimentando la escalada de ataques xenófobos. El pasado 20 de marzo, dos vehículos con placas ucranianas fueron vandalizados en la ciudad de Belgorod. Los criminales dejaron mensajes amenazantes con la frase “Muere”.

Por si fuera poco, la realidad bélica está alcanzando a Rusia. Desde el 5 de marzo diversas explosiones han tenido lugar en la región de Belgorod. La más reciente se registró el 1 de abril cuando dos helicópteros de Ucrania bombardearon un centro de distribución de la petrolera estatal Rosneft, lesionando a dos personas.

Así, la última semana ha sido tensa en la región pues se han encontrado diversos explosivos en distintas instalaciones, entre ellas el edificio del gobierno local.

La vida ya no es normal en el estado, “esto está mal”, comentó a quien esto escribe un ciudadano en la calle, si bien las autoridades siguen diciendo que no hay nada de qué preocuparse.

Independientemente del lugar de destino, la realidad es que la vida de 4.5 millones de personas ha dado un giro de 360 grados en el plazo de un mes. A pesar de que el 28 de marzo el diálogo entre Rusia y Ucrania avanzaba positivamente, el ataque a las instalaciones de Rosneft, revirtió el progreso alcanzado.

Las tensiones crecen y el número de sueños, hogares y familiares abandonados también.

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