El renacimiento de la alquimia

20 de Abril de 2024

El renacimiento de la alquimia

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Como las ideas fundamentales de la alquimia resultaron ser contrarias a la ciencia, los procedimientos de esta disciplina se abandonaron durante siglos, algo que tal vez fue una equivocación

Hace tiempo había una cosa que “se encuentra en el campo, en la aldea, en la ciudad y en todas las cosas creadas por Dios y, sin embargo, es despreciada por todos. Ricos y pobres la manejan todos los días… Pero nadie la aprecia, aun cuando sea, después del alma humana, la cosa más maravillosa y más preciosa de la Tierra y tenga el poder de hacer caer a reyes y príncipes”.

Esa cosa era la piedra filosofal, de acuerdo a como se “define” en el texto Gloria Mundi de 1526, y que también puede nombrarse “Agua seca”, “Sombra del Sol”, “Saliva de la Luna” o cualquiera otra de las 170 denominaciones que enlista el libro Los nombres de la piedra filosofal, de 1652, o alguna de las 600 del Diccionario mito-hermético de 1787.

Para algunos historiadores de la ciencia, la alquimia y sus búsquedas de la piedra filosofal y del elixir de la vida son el antecedente de la química; para los historiadores de las religiones y para muchos filósofos, se trata de todo lo contrario.

Aunque alquimistas y químicos trabajan con la misma materia y sus procedimientos se parecen, lo hacen con aproximaciones completamente distintas: la alquímia era una búsqueda espiritual, mística, hermética y, de acuerdo con Mircea Eliade, la química es una ciencia basada en la evidencia que no pudo empezar a existir hasta que despojó por completo a las sustancias de su carácter sacro.

No sólo eso, sino que los primeros químicos despreciaron el saber alquímico, cuyas recetas quedaron en el olvido; sin embargo, la alquimia, aunque no alcanzó sus metas como transmutar el plomo en oro (donde este es más un símbolo de pureza e incorruptibilidad que un simple metal) ni volver inmortales a los alquimistas, si tuvo algunos aciertos.

Avances hacia la era de los magos

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Renacimiento de la alquimia

Con un gran acelerador de partículas, ahora es posible la transmutación de elementos, a un costo exorbitante y con cantidades minúsculas. Por otra parte, a principios de 2017 un grupo de teóricos de la Universidad de Princeton propuso que para hacer que un objeto parezca oro, pues basta con que refleje la luz de la misma manera. La propuesta de los investigadores fue utilizar breves y poderosísimos pulsos de láser para modificar los electrones de los átomos de la superficie de, digamos, un pedazo de plomo, para que se comporten como los del oro, aunque no dejan de ser átomos de plomo.

Más promisorio parece ser un estudio publicado el pasado 7 de junio en los Proceedings of the National Academy of Sciences, que procuró identificar los productos de reacción y formalizar las reacciones químicas de textos antiguos de la literatura alquímica sobre la extracción de mercurio.

Una de las ideas centrales de la alquimia es que el mercurio formaba parte constituyente de cualquier otro metal. De hecho, el alquimista del siglo XVII, Eirenaeus Philalethes escribió que “el principal fundamento de la transmutación es la posibilidad de reducir todos los metales y los minerales que son de naturaleza metálica a su primera materia mercurial”.

Esta idea se sustentaba en sus concepciones cosmológicas, donde el líquido era el “estado caótico primordial”, definición en la que también cabía, por supuesto, el agua; así que la transmutación, creían, podía conseguirse regresando primero a la materia prima original.

Los investigadores, encabezados por Lucia Maini y Mateo Martelli de la Universidad de Boloña, trataron de replicar las reacciones y “medir las variables sobre las cuales las fuentes antiguas guardan silencio” como el tiempo y la temperatura, y descubrieron una multitud de detalles insospechados, como las muchas ocasiones en que el recipiente era parte fundamental de la reacción misma.

“Las técnicas alquímicas antiguas explotaron las propiedades químicas de las sustancias, que los practicantes pueden explorar en los laboratorios modernos. De esta manera, la química puede recuperar una historia de siglos que ha caído en el olvido”, escribieron los autores en el reporte de investigación.

En 2006 un grupo de arqueólogos de las universidades College London y de Cardiff dieron un ejemplo de los frutos que esta búsqueda en las antiguas recetas puede dar.

Desde la Edad Media, los crisoles fabricados en la región de Hesse en Alemania eran reconocidos por su capacidad para soportar reactivos fuertes y altas temperaturas. Muchos intentaron imitarlos pero siempre fracasaron.

Según el reporte de los arqueólogos en la revista Nature, por medio de técnicas modernas, revelaron que el componente secreto en la fabricación de los crisoles de Hesse es un silicato de aluminio conocido como mullita, la cual se redescubrió en el siglo XX y se utiliza en sistemas de protección térmica, revestimientos para aeronaves y motores de turbina.

Epílogo de buena conducta

Cuando se habla de la tradición alquímica se suele pensar en la grecolatina o en la árabe, pero hubo alquimia también en India y China, lo que puede ampliar significativamente la cantidad de conocimientos por rescatar.

De acuerdo con Mircea Eliade, en su libro Herreros y alquimistas, las tradiciones de los tres países coinciden en “ensalzar las virtudes del alquimista: debe ser sano, humilde, paciente, casto… inteligente y sabio”.

De hecho, el Rasaratna Samuccaya asegura que “solamente quienes aman la verdad, que han vencido las tentaciones y adoran a los dioses, aquellos que son perfectamente dueños de sí mismos, que se han habituado a vivir siguiendo una dieta y un régimen apropiados, son los que pueden comprometerse en operaciones alquímicas”, cosa que probablemente no impida a los científicos actuales develar los misterios alquímicos.

Dato. El baño María es un proceso alquímico que se atribuye a María de Alejandría, pero hay registros de que es anterior y su nombre refiere a un místico regreso al vientre materno

y a la madre de Jesús.

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