Retrato de una Mujer en Llamas, o la metáfora perfecta

23 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Retrato de una Mujer en Llamas, o la metáfora perfecta

alejandro aleman

En la emblemática escena que da título —y cartel— a esta película, vemos a un grupo de mujeres que canta en la playa frente a una fogata. Estamos a finales del siglo XVIII, en la isla Brittany, al oeste de Francia. Liberadas por el canto y al cobijo de la noche, un par de ellas se mira fijamente a la distancia. El deseo entre ambas es obvio e incontenible. Súbitamente, el fuego alcanza a la falda de una de ellas, pero no se inmuta: sigue con la mirada clavada en los ojos de la otra mujer, el objeto total de su deseo.

Para entonces, hemos sido testigos del romance entre estas dos mujeres que se forja mediante miradas furtivas, silencios y distancia. Una historia de amor que se narra con las herramientas básicas del cine: tomas cerradas, encuadres creativos, planos abiertos que muestran a la pareja frente al abismo que supone el mar.

Marianne (Noémie Merlant) es una pintora que ha llegado a la isla donde vive la joven aristócrata Héloïse (Adèle Haenel) con la misión de hacerle un retrato. El problema es que Héloïse (recién sacada del convento) no acepta que la pinten, ya que la obra será enviada a su futuro esposo —un hombre al que no conoce—, para que con ello se cierre el trato del matrimonio previamente arreglado.

Así, Marianne se hace pasar por dama de compañía, un fabuloso pretexto que es usado por la directora y también guionista Céline Sciamma como metáfora perfecta del amor. ¿O es que acaso el amor no inicia justo con miradas a escondidas, con admiración clandestina, con evocación nocturna? De día, Marianne debe descifrar el rompecabezas que plantea el rostro de Héloïse, el laberinto de sus manos entrelazadas, el misterio de su sonrisa ausente, para luego de noche plasmarla en el lienzo. Una sutil y elegante forma de representar al amor.

Luego viene el fuego, que todo lo cambia, incluso a la película misma. Ahora somos testigos de la dulce pasión y enamoramiento de estas dos mujeres. El ritmo se modifica levemente, la felicidad es contagiosa, los colores ceden al blanco de las sábanas. La elusiva sonrisa de Héloïse ilumina la pantalla.

Con Retrato de una Mujer en Llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019), Céline Sciamma construye un universo totalmente femenino en el cual, no obstante, está siempre presente el terrible peso de la autoridad masculina. El arte es el pretexto perfecto para detonar la historia, y sus métodos se convierten en modo de enamoramiento y seducción. Probablemente esta cinta sea una de las representaciones sobre el amor femenino más románticas que se hayan hecho en la historia del cine.