Sin novedad en el frente o el ciclo infinito de la guerra

11 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Sin novedad en el frente o el ciclo infinito de la guerra

alejandro aleman

¿Cuántas veces será necesario contar esta historia? Ya son tres las ocasiones en que el clásico indiscutible Sin novedad en el frente, escrito en 1928 por Erich María Remarque, llega al cine.

Catalogada por el nazismo como “degenerada” y por ello enviada a las infames hogueras de libros, la novela llegó al cine bajo la dirección de Lewis Milestone, ganando el Óscar a Mejor Película en 1930.

Luego vendría una versión para TV en 1979, dirigida por Delbert Mann con Ernest Borgnine e Ian Holm en el reparto. Hoy día, el cineasta alemán Edward Berger dirige esta tercera versión, misma que representará a su país en la próxima entrega del Óscar.

La cualidad cíclica de este relato se manifiesta en la estupenda secuencia inicial, donde vemos cómo un soldado alemán, luego de morir en una trinchera, es despojado de su uniforme para lavarlo, zurcirlo y entregarlo como si fuese nuevo a otro joven soldado. Los hombres son desechables, pero los uniformes (y el horror) se reciclan.

Quien recibe el “nuevo” uniforme es Paul Bäumer (Felix Kammerer), un joven que aún no cumple los 18 años, pero está listo para ir a combate: le emociona vivir la aventura, llegar a París victorioso y ser parte de la “juventud de hierro” que defiende a la patria. Pero lo que vivirá es el cruel final de su inocencia.

Es primavera de 1917, la gran guerra se lucha en sucias trincheras, con lodo en la cara y ratas corriendo alrededor, mientras las balas enemigas zumban por el aire. Los jóvenes no saben qué hacer frente a ese infierno, nada hay de aquella gloria y fortuna que les prometieron: sólo hay sangre, dolor y muerte.

Con recursos dignos de un blockbuster (ágil cámara de James Friend con uso recurrente de efectivas tomas cenitales) y una pista musical (Volker Bertelmann) que perturba con apenas unas notas, el filme despliega secuencias brutales que recuerdan a clásicos del género (desde Kubrick hasta Spielberg) y también a la estética de algún videojuego (Battlefield, Call of Duty).

El despliegue visual es de esperarse para una producción de este calibre (Netflix está involucrado), pero lo que hace notable a esta cinta es el ritmo y el pulso humano: esa foto de la familia en el bolsillo, ese deseo de volver a casa o, incluso, aquellos políticos (Daniel Brühl interpretando a Matthias Erzberger) que, con la frialdad de quien juega ajedrez, negocia un acuerdo de paz que no humille tanto a Alemania.

Se podrá criticar la visión tan adversa y hasta exagerada sobre el enemigo (cierto niño francés casi demoníaco). Pero no se puede negar la pertinencia de este alegato pacifista que, a casi 100 años de la novela original, sigue siendo tristemente actual.

Te Recomendamos: