os trenes “son una gran posibilidad de detonar desarrollo sustentable, si se hacen bien”; sin embargo, por falta de una planeación cuidadosa, el Tren Maya no es compatible con el desarrollo socioeconómico de la Península de Yucatán ni es sustentable desde el punto de vista de la biodiversidad.
Esta es una de las conclusiones del foro convocado por el Seminario Universitario de Sociedad Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI) de la UNAM, que fue convocado aprovechando que el tema del Tren Maya tiene la atención de la sociedad.
Desde que se propuso el proyecto, diversos académicos “invitamos a detener un poco la velocidad con la que se estaba planeando”, comenta el biólogo Luis Zambrano, quien organizó el encuentro, pues querían discutir a profundidad la parte técnica y “las afectaciones sociales, antropológicas, arqueológicas, ecológicas” que podía tener el proyecto.
De hecho, tres de los ponentes fueron consultados desde hace tres años por Fonatur para que apoyaran el proyecto. “No los puedo apoyar sin ver el proyecto ejecutivo, un plan definido, cuáles van a ser las afectaciones”, dice Rodrigo Medellín, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, quien les respondió.
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“Para no hacerles la historia muy larga, sigo esperando el plan ejecutivo”, agregó Medellín. Los casos de Luisa Falcón, también del Instituto de Ecología, y del abogado ambientalista Gustavo Alanís fueron similares.
Aún así, Medellín influyó para que el tren no pasara por encima de la cueva más importante de murciélagos que existe desde México hasta Argentina, que es relevante porque los murciélagos que viven ahí cada noche consumen unas 30 toneladas de insectos, de los cuales el 70% son plagas de la agricultura.
Por su parte, Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, comentó que tampoco se ha hecho un estudio de la factibilidad económica del proyecto. “No sabemos si esos grandes capitales que van a llegar en masa para invertir en la región realmente van a llegar”, dijo y agregó que la zona corre el riesgo de padecer lo que se conoce como colonización urbana, como la que ha sucedido en Cancún y Playa del Carmen, que si bien genera empleo no disminuye la pobreza, pues éste es precario y aumenta el hacinamiento y la violencia.
De hecho, la experta comentó que sabe de casos en Quintana Roo, sobre todo en zonas costeras, en los que grupos armados ya han llegando a sacar a los pobladores, así como de la presión que ejercen los hoteleros para que la gente abandone el territorio.
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