El pleito absurdo de AMLO con la UNAM

23 de Abril de 2024

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

El pleito absurdo de AMLO con la UNAM

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El presidente Andrés Manuel López Obrador abrió un conflicto de la nada. Acusar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con 111 años de historia en nuestro país, de ser neoliberal y conservadora, no tiene ningún sentido.

De una semana para acá, en cuatro conferencias mañaneras ha dedicado tiempo para atacar a la Máxima Casa de Estudios que como lema tiene: “Por mi raza hablará el espíritu”.

Echarse al hombro un pleito, con miles de estudiantes y egresados de la UNAM, solo habla de que el presidente López Obrador está radicalizando su discurso y está actuando más como líder opositor que como jefe de Estado.

Lo peor, es que quienes deben aconsejarlo, lejos de empezar a dejar el tema, lo invitan a ser más visceral, despertando el encono entre los estudiantes que asisten a las facultades o -ahora por la pandemia- toman clases desde su casa.
El inquilino de Palacio Nacional, así como en 2018 habló de no “despertar al tigre”, ahora estaría “despertando al puma” que vive en los millones de universitarios que han pasado por las aulas de la UNAM para tomar las calles de las principales ciudades del país en protesta por sus dichos.

¿Y para qué este pleito? ¿En medio de qué? El presidente López Obrador con sus acusaciones está provocando una herida en el alma universitaria, de los cientos de jóvenes, la mayoría de clases bajas, que al lograr un lugar en la Máxima Casa de Estudios tienen la oportunidad de forjar un mejor futuro para ellos y sus familias.

¿Que si la UNAM se quedó callada con la aplicación del modelo neoliberal? ¿Que si la UNAM está dominada por lo más retrógradas? En este momento no tiene ningún sentido, una discusión sobre lo que hizo o no hizo en otros tiempos. Lo verdaderamente importante, es que a esos a quienes hoy acusa, a esos a quienes hoy golpea con sus afirmaciones, en 2018 le dieron su voto porque creyeron en su ideología y que habría un cambio en la manera de gobernar.

Sin embargo, lo que hace el presidente López Obrador es pasar de la simpatía al rencor, por lanzar una flecha directa al corazón del orgullo de los estudiantes de la UNAM.

Sus acusaciones me recuerdan cuando este reportero cubrió sus asambleas públicas de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México, que se radicalizaron más con la toma de Paseo de la Reforma.

Desde el templete, el entonces candidato presidencial López Obrador llamaba a la multitud a descalificar a las instituciones legalmente constituidas, bien o no, por gobiernos priistas, pero que al fin y al cabo dan estabilidad al país.

La declaración más citada era “al diablo con sus instituciones”, pero esas mismas, las que tanto criticaba, fueron la vía para llegar a la máxima posición que hoy ocupa en Palacio Nacional.

Sus ataques a la UNAM no abonan en nada a la convivencia social de México, sino al contrario, divide a la sociedad entre buenos y malos, cuando el presidente debe fomentar la unidad nacional.

Me queda claro que la UNAM da la oportunidad a nuevas generaciones como a Bryan Robles Cruz, quien viene de una familia cuyo pilar es un albañil y sus recursos económicos no le permiten estudiar en una universidad privada. En la UNAM desarrolla su talento e inteligencia para brillar en un México, donde él no veía un mejor horizonte.

Así lo señaló el rector Enrique Graue, quien dijo que la educación que imparta la Universidad Nacional Autónoma de México responde al llamado de la sociedad que demanda la superación colectiva y la formación de cuadros competentes y comprometidos con la prosperidad de la nación.

El presidente López Obrador debe entender que las discusiones sobre neoliberales, conservadores o militantes de izquierda o derecha se entrelazan en las universidades públicas y privadas de nuestro país y más aún en la UNAM.
Ahí debe estar el debate, entre los jóvenes que libremente pueden formar sus propios criterios e ideologías sobre lo que debe venir en el futuro para México, pero tratar de dar doctrina desde el púlpito presidencial no habla de un demócrata sino de un líder político que de todo quiere hacer pleito.

No es bueno, ni para él ni para el país que, en medio de una crisis económica causada por una pandemia, se agiten los ánimos para despertar “al puma” manchando la reputación de la Universidad de 111 años de historia.