Con la herida aún abierta por la reciente matanza de 19 niños, Texas albergará por tres días la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), que se lleva a cabo a sólo 450 kilómetros de la escuela primaria donde el joven Salvador Ramos mató a 21 personas este martes.
En medio de un ambiente de luto e ira, acentuados tras el descubrimiento de que la policía en Uvalde esperó más de 40 minutos para actuar desde que recibió diversas llamadas de auxilio, un grupo de al menos 500 personas de todo el país se reunió frente al Centro de Convenciones George R. Brown, en Houston, para exigir una regulación para la portación de armas.
“Conduje desde Fort Worth para decirles a estos imbéciles que tienen que parar”, dijo a medios Nancy Harris, una de las manifestantes, quien perdió a su hija años atrás en un tiroteo escolar.
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Al interior del recinto, políticos y empresarios ingresaron por controles de seguridad que incluían arcos detectores de metal y prohibición de portar armas. Los gritos de “¡Asesinos!” de hombres, mujeres y niños a pocos metros se ahogaron con discursos como el del senador texano Ted Cruz, quien aseguró que “los medios de comunicación culpan a la NRA por estos crímenes, pero eso es una mentira”.
Otra personalidad que abogó por la defensa de la Segunda Enmienda, que protege el derecho a poseer y portar armas fue el expresidente Donald Trump. El magnate comenzó mencionando los nombres de cada una de las víctimas del reciente tiroteo y pidiendo un momento de silencio en su honor, para dar paso a una serie de propuestas para evitar los tiroteos en las escuelas, tales como usar un único punto de entrada y salida y armar a los maestros para que puedan responder a una situación de amenaza.
“Si Estados Unidos tiene 40 mil millones de dólares para enviar a Ucrania, deberíamos poder hacer lo que sea necesario para mantener a nuestros hijos seguros”, dijo, antes de asegurar que volverá a la Casa Blanca en 2024.
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