En medio del odio, florece la Tianguis Disidente

27 de Julio de 2024

En medio del odio, florece la Tianguis Disidente

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Pese a la presencia de la policía, el acoso, la discriminación y las agresiones, resiste la Tianguis Disidente, un espacio para la comunidad LGBTTTI+ en la Ciudad de México en el que confluye la protesta económica y política

De las paredes que ahora son grises se asoman de forma tímida las pintas que había en la primavera. “Jotronas”, “marikas”, “jotas en las calles” y “orgullo trans” se lee bajo el puente de la Glorieta de los Insurgentes que entre semana está desierto, pero que los sábados y domingos cobra vida.

A escasos metros de la Zona Rosa —espacio de la Ciudad de México donde se concentra y confina la expresión de la comunidad LGBTTTI+—, se acomodó la Tianguis Disidente. No ha sido fácil, en escasos meses este colectivo se ha enfrentado al odio y la discriminación. Pero resiste y florece este lugar creado por la diversidad sexual como una forma de protesta y respuesta contra la desigualdad económica.

La Tianguis comienza a activarse desde las dos de la tarde del viernes. Entre el ruido del paso de las personas oficinistas y del Metrobús, irrumpe en el paisaje sonoro la música de Lady Gaga y Madonna. La artífice de ese abrupto es Julia, una mujer trans con el cabello encanecido y lentes de pasta gruesa, que ameniza y acompaña con su bajo la música de otras artistas.

La presencia de Julia es mística, no sólo por la manera en la que toca y baila, sino porque su sola existencia está fuera del parámetro. En México la expectativa de vida de las mujeres trans no rebasa los 35 años, de acuerdo con un informe de Almas Cautivas, Equis Justicia para las Mujeres y Casa de las Muñecas Tiresias.

Foto: Xoch Quintero

Mientras Julia toca, las personas que componen la Tianguis, comienzan a colocar sus productos en el asfalto. Cigarros de flores, ropa de segunda mano, pinturas, libros, stickers, lentes, sombreros y hasta lecturas de tarot, son algunas de las mercancías que se ofertan. Aunque no lo parezca, montar esta vendimia es un acto de resistencia.

Trabajo, todes merecemos trabajo, pero no podemos tenerlo por la discriminación que existe. Entonces la manera en la que nosotres tenemos que salir adelante pues tiene que ser de otros modos como la Tianguis”, dice en entrevista con ejecentral, “A”, una de las vendedoras.

La forma de expresarse de “A” es en lenguaje neutro, es decir, se reemplaza la “o” y la “a” de los géneros masculino y femenino en las palabras por la “e”, que arropa y alude también a las personas que no se identifican como hombres o mujeres, sino como personas no binarias o de género fluido. “Un lenguaje en el que cabemos todes”, dicen con frecuencia las personas que lo usan y que cada vez son más visibles en las plataformas digitales.

Es la voz de la Tianguis, “nosotres”, “todes”, “chiques”, “muchaches”, “otres”, “les vendedores”, “les trabajadores”, se escucha que se dicen entre sí y hacia otras personas.

Foto: Xoch Quintero

En entrevista, “A” explica que quienes componen las disidencias sexuales se ven con frecuencia “obligades” a modificar su expresión de género para no incomodar a sus empleadores, para obtener al menos una entrevista de trabajo o bien como un mecanismo de defensa para no ser objeto de amenazas o burlas.

En el año 2020 y lo que va de 2021, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) contabiliza 147 denuncias de discriminación —en su mayoría de tipo laboral— contra las personas LGBTTTIQ+, aunque la cifra podría ser mayor debido a que no siempre se acude a denunciar.

Para las personas de las disidencias sexuales, la Tianguis representa un espacio seguro para ejercer el autoempleo. Este lugar existe desde marzo de este año y desde entonces fue intervenido con pintas, pancartas e imágenes de protesta que obligan a quien pasa por ahí a mirar, a leer, a prestar atención.

Resiste machorra”, “afecto libre”, “puta en furia”, “transvándala” y “marica obrera” eran algunas de las palabras que estaban plasmadas en la Tianguis que denotaban el mensaje político del espacio en el que no sólo se vende, también se hace trueque. “Si no hay billete, hay trueque”, dicen.

“Era una forma de ocupar el espacio, de apropiárnoslo”, explica “A”. Sin embargo, un día de mayo las personas de la Tianguis llegaron y las pintas habían sido cubiertas con la pintura gris que tenían antes. Aunque no tienen confirmación, consideran que eso lo realizó el gobierno de la Ciudad de México. Pese a ello no se fueron y siguieron ahí “incomodando”.

Foto: Xoch Quintero

“A” sostiene que la existencia de la Tianguis y en general de la comunidad LGBTTTIQ+ incomoda a las personas heterosexuales y cisgénero, pero no se siente mal de que eso ocurra, de hecho indica que es algo que le gusta. “Que sepan que estamos aquí, que nos vamos a hacer visibles”, afirma cuando se le cuestionó sobre su sentir ante la mirada insistente de las personas que con el rabillo del ojo o de forma fija analizan a las personas que venden.

“Código fuego”

La Tianguis es un espacio único en la Ciudad de México, no sólo por lo que hace, sino por la forma en que se ha articulado para proteger a las personas que ahí trabajan. Uno de sus protocolos de seguridad es el “código fuego”.

Frida, una mujer trans de 18 años que vende ropa de segunda mano, señala que cuando una persona genera incomodidad entre quienes componen la Tianguis se suele gritar “fuego”, entonces de forma inmediata “otres” se acercan para invitar al potencial agresor (porque casi siempre son varones cisgénero) a retirarse. Si se niega, entonces la advertencia sube de tono hasta que de última instancia es sacado del espacio.

Este es un lugar que se siente como en casa, por la vibra, por la gente, porque entre todes te cuidan”, apunta Frida, quien, con sus mallas de red, sus lentes en forma de corazón y su encendido labial rosado vende en la Tianguis desde hace dos meses, lugar al que llegó tras haber sido agredida en otro espacio comercial en el que también vendía ropa.

Las ocasiones en las que se ha activado el código fuego no han sido las únicas en las que se han registrado agresiones.

A finales de abril una pinta con aerosol rojo quedó plasmada en la Tianguis. “Muerte a los trans”, fue un mensaje de odio y transfobia que se detonó por otro conflicto. La colectiva Brujas del Mar acusó a PasteUp Morras (organización de mujeres artistas) de haber pegado en las calles la cara de su vocera Arassi Unda, autodenominada feminista abolicionista y señalada por nexos con partidos de la derecha mexicana, para agredirla. Sin embargo el acto fue negado.

Foto: Xoch Quintero

En Instagram también se acusó a la Tianguis Disidente de haber pegado en público y sin su consentimiento el rostro de la vocera de Brujas del Mar. Acto seguido una serie de pintas con mensajes de odio aparecieron en el bajo puente de Insurgentes.

Mostramos nuestro apoyo a PUM (PasteUp Morras) que también fueron acusadas sin fundamentos y reiteramos que en nuestros espacios no caben mensajes de odio”, apuntó la Tianguis.

Además de las agresiones, la Tianguis también ha tenido que lidiar con la presencia constante de la policía, porque se ubican a solo 200 metros del búnker de la Secretaría de la Seguridad Ciudadana de la capital.

Tras esas fricciones, la Tianguis comenzó a reforzar sus protocolos de seguridad e insistir en que quienes no respeten a las personas de la disidencia sexual no sólo no serían bienvenidos, sino que serían sacados del espacio.

La Tianguis es un espacio joven, que apenas lleva un par de meses funcionando. Su vida se extiende de las 2 a las 7 de la tarde, entre risas, vendimia, camaradería y también la presión de poder llevar dinero a casa para seguir resistiendo en un país que en los últimos cinco años suma al menos 459 personas de la disidencia sexual asesinadas.

Frida cuenta a ejecentral que parte de su resistencia como mujer trans también está atravesada con sentirse independiente económicamente, con no atarse a un trabajo en el que tenga que obligarse a esconderse y con poderse costear sus estudios de actuación.

Cuando la música de Madonna concluye y Julia comienza a guardar su bajo y las personas levantan sus puestos, entonces ocurre una junta entre quienes participan en la Tianguis, discuten sobre percances que quizá se suscitaron y sobre la seguridad, y entonces se despiden, planeando verse el siguiente fin de semana para seguir resistiendo “juntes”.

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