Ante el agente del Ministerio Público el adolescente Saúl N negó estar involucrado en los secuestros que se le imputaban. Dijo que era estudiante de segundo grado de secundaria, que nunca había usado un arma de fuego y que jamás había amenazado a una persona. La realidad era otra. Su detención ocurrió en flagrancia. Los agentes antisecuestros de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México lo capturaron en una casa donde había una persona secuestrada y un arma que presuntamente él usaba para amedrentar a sus víctimas. Con estos elementos, un juez de control envió al llamado “niño secuestrador” al Centro de Internamiento para adolescentes Quinta del Bosque, en el municipio de Zinacantepec. “En todo momento desde que lo detuvimos Saúl N. dijo que él no había participado en los secuestros, pero había evidencias de que él se dedicaba a levantar a sus víctimas y también de cuidarlas en una casa de seguridad”, dijo un funcionario de primer nivel de la Fiscalía. Para el investigador, el adolescente trataba de evadir su responsabilidad en los delitos que cometió. Recordó que en algunas audiencias pensaron que iba lograr su objetivo: convencer al juez de que no tenía nada que ver con esos delitos. Sus argumentos se vinieron abajo cuando se presentó el comerciante al que había levantado, amedrentado y cuidado mientras estaba secuestrado. En el careo, la víctima narró frente al juez: “Tú, Saúl, eres la persona que me mantenía secuestrada. Tú, Saúl, me levantaste y me obligaste junto con tus compinches a subir a un auto para después llevarme a un lugar donde me amarraste de las manos y me vendaste los ojos”. “Tú, Saúl, me ponías la pistola todos los días de mi cautiverio en la frente para obligarme a comer y también para que llorara frente al teléfono a mis familiares para que pagaran por mi rescate… Te reconozco bien y eres ‘el niño’ que con uniforme de secundaria me amedrentaba sin piedad. Tú, Saúl, eres mi secuestrador”, se lee en el expediente del caso. A partir de ese testimonio el escenario para Saúl N cambió y el juez estableció que sí había tenido participación en los delitos de los que se le acusaba. “Esa audiencia todavía la recuerdo, fue dura, muy dura. Estamos acostumbrados a ver situaciones muy difíciles pero ser testigos de cómo un niño planeó y ejecutó un secuestro es algo difícil de digerir”, cuenta a En Corto uno de los agentes antisecuestros. El juez de control del Estado de México citó a una nueva audiencia para determinar la responsabilidad de Saúl N. La sentencia fue de cinco años de prisión en el Centro de Internamiento para adolescentes en Zinacantepec pero no por el delito de secuestro sino por “conducta antisocial grave”. Un silencio cortó la conversación que en una sala de juntas mantenía En Corto con fiscales y agentes antisecuestros. A uno de los funcionarios se le veía enojado. Se llevó las manos a la cabeza, aguantó la respiración, se acomodó la corbata azul marino y dijo: “El chamaco va a pasar cinco años en un lugar que ni siquiera es una prisión. ¿Crees que en ese tiempo se rehabilite? Claro que no. En unos años tendremos en la calle a un delincuente en potencia que -de verdad, no me equivoco- dedicará su tiempo a dañar a la sociedad”.
“El niño secuestrador” II y último
